Reunión de reyes

1362 Words
Zurek desde su noche de bodas estaba fascinado con su esposa. Los brebajes que Silvana le hace beber la hacen ser la amante que todo hombre desea y necesita en su cama. La observa disfrutar de sus gotas de pasión y vuelve a ponerse duro. La toma de la cintura para ponerla en el borde de la cama, boca arriba con sus piernas en su hombros y así poder abrirla mejor para que ésta lo reciba. Roza su glande en su humedad y la vuelve a embestir con fuerza. Aquilegia gime delirando de tanto deseo, Zurek usa sus dedos para estimular su botón de placer haciéndola alcanzar nuevamente el cielo. —Quiero tu culo, de hoy no pasa que sea mío. —El hombre sale de Aquilegia para reemplazar su polla por su boca y así comenzar a absorber todos sus jugos como si se tratara de una fruta llena de pulpa. Hundió dos dedos en esta haciendo que la mujer gima fuerte. —Vamos muñequita tu culo será mío. —Saca los dedos empapados y haciéndose espacio va dilatando su trasero sin dejar de estimular con su lengua su coño. Aquilegia se sintió bajar al mismo infierno. El calor de su cuerpo era insoportable. Gemir ya no era suficiente, comenzó a dar puños sobre el colchón mientras pedía más. —Pal, dime que esto es divino. —grita corriendose en la boca de su esposo. Zurek sonríe acomodando su polla en dónde estaban sus dedos. La puso de rodillas en la cama y abrió sus nalgas para medir la dilatación con el grosor de su m*****o. Debe hundir un tercer dedo para no lastimarla y así lo hizo. Una vez alcanzado el espacio preciso humedece su m*****o con los jugos de la mujer y se hundió en ella sin más. Aquilegia arañó las sábanas. Arqueando su espalda permitiendo que Zurek la tome por el cuello para ejercer presión ahorcándola mientras mueve sus caderas entrando y saliendo de su trasero. Aquilegia gimió de placer, nunca pensó que hacer eso le hiciera sentirse tan caliente, pero allí con su recto comiéndose la v***a de su ahora esposo sentía que cada cosa era divina, pues le quitaba esa sensación de necesidad que sentía hace horas atrás. —¿Dime de quién es ese culo? —pide el hombre acercándose a su oído. —Tuyo — contesta Aquilegia, pero Zurek niega propinándole nalgadas con su mano libre. —Quiero que grites mi nombre. —ordena y Aquilegia asiente. —¿De quién es este culo? —repite la pregunta mientras entra y sale de él como lo que es, un salvaje. —Zurek —grita Aquilegia sintiendo su cuerpo estremecer. —¿De quién es este coño caliente? —pregunta bajando una de las manos para apretar su botón de placer. —Zurek —vuelve a gritar el nombre del hombre que desparrama su simiente en su interior haciéndola consciente de que todo ha terminado. Aquilegia cayó a la cama inconsciente. Ya su cuerpo no podía más. Zurek la acomodó en su cama y besó sus labios. —No me importa que mañana me desprecies, pero hoy fuiste completamente mía. —Se acerca a sus pechos para dejar muchas marcas, dejándole saber cuando despierte a quién ella pertenece. Una vez puso su bata llamó a uno de sus guardias y a la doncella de esta para que la llevaran a su habitación, para que descansará. Él tenía que ir a dar órdenes a los sirvientes sobre el próximo evento que tiene en el palacio. ****** Aquilegia despertó volviéndose a sentir adolorida y avergonzada recordando todo lo que se había dejado hacer se su esposo la noche anterior. Ella trata de sentarse, pero su trasero duele y no es para menos, sus pulgadas son generosas para un coño caliente, pero no para su trasero virgen. —¡Ahh! —se queda de dolor. —Señora despertó. —Mirella abre las espesas cortinas para que le dé la luz del sol. —Necesito darme un baño, y luego deseo ver al rey. —La doncella se acerca para brindarle un vaso de agua. —Ya mandó a subir a los lacayos con su agua caliente para que relaje su cuerpo. El rey pidió que la mantuviera encerrada pues él este día recibe visitas de otros reyes y ha preparado todo para hacer una fiesta para recibirlos. —Aquilegia niega. Ese hombre era incorregible. —De igual manera no voy a quedarme aquí encerrada, yo soy la reina y él tiene que escucharme. —Se pone de pie como puede para tomarse su desayuno mientras Mirella prepara su baño. Tomó todo el jugo y sus frutas como si no hubiera comido en años. Estaba cansada y débil, esas dos noches en la alcoba del rey la han dejado exhausta. Los lacayos llegaron con su agua y cuando todo estuvo listo se quitó su bata viendo todas las marcas que Zurek le había hecho. Cerró los ojos apretando sus puños. No se conformó con hacerme una mujer que no soy para ahora también hacerme ésto. Piensa conteniendo su coraje. —No sabe cuánto lo odio. —la doncella la mira. —Perdón.—Aquilegia niega. —Las marcas, él no sabe cuánto odio que me lo hagan. —La mujer asiente. —Tengo un ungüento que ayuda a mejorar la piel gradualmente, si quiere puedo aplicarlo en sus marcas. —explica la chica que ya ha tenido que cubrir más de uno. —Claro, ve, yo me baño en lo que lo consigues. —la joven mujer sale de la alcoba de su reina para buscar lo que está le pide. Aquilegia aprovecha para llorar al sentirse sucia por todas las cosas que ha hecho con ese rey despreciable. No entiende cómo pasa el día tranquila y luego de cierta hora comienza a sentir la necesidad de ser poseída por él. —Todo lo haces por tu pueblo, no te sientas mal. Mientras lo complazca tu pueblo estará a salvo. —se dice para tranquilizarse. Ojalá, se canse de ella pronto y busque otras mujeres para desfogar sus necesidades. Su doncella llegó con su pomada y una vez esta terminó de bañarse ella se la aplicó en sus marcas. No era que hacía milagros pero al menos bajaba bastante la intensidad del color. —¿Dónde está mi marido? —pregunta una vez vestida con ropa formal. —Señora yo … —La mujer baja su mirada. —Habla, ¿Dónde está el rey? —vuelve a preguntar decidida a hablar con su esposo sobre Joskalia, no estaba dispuesta a seguir entregando su cuerpo si su reino no era liberado. —Este está en la sala real de juegos con otros invitados. —Aquilegia asintió. —Llévame, tengo que hablar con él. —debía aprovechar que aún era ella y no se sentía poseída por él demonio de la lujuria y el placer. —Señora no se si sea … —No te estoy pidiendo opinión, necesito hablar con él rey ahora que estoy en mis cinco sentidos. —La doncella asiente y es la primera en salir para ver que nadie venga. Silvana siempre estaba pendiente a que se hiciera la voluntad del rey. Caminaron largos pasillos hasta llegar a una gran puerta doble. —Señora no creo que sea prudente que entre. —advierte sabiendo las cosas que acostumbraba hacer el rey en ese salón. Aquilegia ni corta ni perezosa toca la puerta que es abierta por dos hombres de la guardia del rey. Aquilegia entró sin decir nada encontrando a todos los reyes desnudos. Sentados en una mesa redonda. En el centro había mujeres besándose, dando un espectáculo s****l para los caballeros que recibían por parte de otras mujeres una felación. —Son las mujeres del harén del rey. —comenta temerosa de ser escuchada Mirella. Aquilegia mira sin comprender que pasa allí, se escuchan las risas y gemidos de los hombres. Al final había dos gigantes desnudos tomando a una mujer por ambos lados. Era una orgia lo que había en esa habitación. Las risas se esfumaron cuando Zurek vio a Aquilegia caminar hacia él.
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