Al día siguiente como Zurek prometió le trajeron un vestido para que esta al fin se vista para salir de la habitación. Zurek no supo qué le excitaba más, si verla con vestido o desnuda. Esa mujer lo tiene totalmente hechizado. Bajaron hasta el recibidor y Aquilegia ve a todo el séquito montándose en diferentes carrozas. La primera era la suya donde viajaría con su marido.
Montaron para comenzar el viaje al adentro del bosque. Aquilegia miraba al pueblo que los mira con resistencia. Ella les sonríe a todos aunque muchos ni se percatan de la presencia de su reina en la caleza real.
—Si algo no te gusta lo podemos cambiar. —sugiere Zurek besando su mano.
—De seguro todo está perfecto. —comenta ella ansiosa porque pasen los días y él la lleve a ver a su gente. Se portará tan bien que no tendrá ninguna excusa para no complacerla, además ella no fue quien lo pidió, él lo propuso.
Zurek está perdido en las facciones de su mujer. Se ve radiante y feliz. Su corazón late como un caballo a todo galope. No quiere pensar en lo que siente, ella es su mujer y necesita que lo amé tal como él la está comenzando a amar. Se dedicará a complacer sus caprichos para tenerla en la palma de la mano. Esas semanas no se cuidará, quiere tener a sus herederos en su vientre. Atarla para siempre a él y a su reino.
—Llegamos —comenta al ver la cabaña. El chofer de la caleza se detiene frente a la gran cabaña. Si pensaban que era una pequeña casa de madera estaban equivocados, era una cabaña al menos de tres habitaciones principales y las de los empleados. Zurek la ayudó a bajar de la caleza y subieron las escaleras. La puerta se abrió dejando ver a Silvana que había preparado todo para la experiencia de sus señores.
—Lleven a la señora a la habitación principal. —uno de los lacayos asintió y emprendió el camino para guiar a la reina a la habitación del rey—. Silvana, quiero que estés pendiente a mis órdenes. Estoy pensando dejar embarazada a la reina en estas pequeñas vacaciones. —Silvana asiente.
—El brebaje que ha tomado diariamente puede que no ayude a que sus planes sean tan pronto como su majestad desea, pero puedo ayudar con algunas hierbas para desintoxicar su cuerpo.
—Haz lo que tengas que hacer pero quiero a mi mujer embarazada cuando lleguemos de Joskalia voy a dar la noticia. —Silvana asiente y vuelve a la cocina para preparar algunos brebajes para ayudar al rey con sus planes.
Zurek sube a la habitación encontrando a su esposa mirando por la ventana. La ama, no sabe cómo se enamoró pero está perdido por ella ya no hay vuelta atrás.
—¿Necesita algo, mi reina? —pregunta acercándose por su espalda para besar su cuello.
—No, estoy bien. Me gusta la cabaña, es acogedora. —dice volteandose.
—Me alegro que te guste. —la toma de la nuca para dejar un beso en sus labios. Subió a su nariz, dejando otro beso en esta para terminar en su frente.
—Almorzaremos en una hora, que piensas de descansar ambos abrazados acariciando nuestros cuerpos desnudos. —Aquilegia asiente, ya se lo dijo una y otra vez, no pondrá resistencia, si él quiere vivir en su interior pues que lo haga, pero que la lleve a ver a su gente.
Zurek comenzó bajando la cremallera del vestido de esta dejándola solo en camisón. Los pezones de la mujer están erguidos traspasando la tela de este. Zurek acercó su boca sobre la tela para morderlo y jalarlos.
—Me encantan tus senos, son perfectos para amamantar a nuestros hijos. —dice sacándolos del camisón para comenzar a chupar de ellos. Aquilegia al escuchar la palabra hijos se puso tensa pero se dejó llevar por el hombre que en menos nada la tenía completamente desnuda sobre la cama.
El rey se quitó su ropa quedando igual que su esposa. Se acomodó a su lado para besarla. Su cabello suelto ondulado cubre sus pechos. Zurek despeja su hombro para comenzar a besar su piel.
—No sabes como me gusta estar así contigo. Sintiendo cómo recibes mis caricias con gusto. —sigue besando su piel—. Quiero preguntarte algo. —se detiene y enfrenta la mirada curiosa de Aquilegia.
—En estos días podemos invitar a un tercero o tercera para complacer nuestras necesidades ¿Qué piensas? Yo deseo un trío con otra mujer, ver como te da placer mientras tu escurres mi polla con tu boca, solo pensarlo me excita. —Lleva la mano de Aquilegia a su latente m*****o.
—No lo sé, Zurek. —Este la hace callar.
—También mandé a preparar para estos días algunas cosas ¿Quieres verlas? — pregunta y Aquilegia asiente. Este va a su armario y saca una caja de madera, la pone sobre su cama para abrirla.
—¿Qué son? —pregunta curiosa. Zurek saca una piedra bien pulida en forma de pene, tan grande como el de él. Con lo que se supone que es su glande bañado en una capa de oro sólido.
—Esta es una polla de piedra mi hermosa reina. —la lleva a su boca para que la lama. Su m*****o late fuerte al ver como su esposa recibe el pene de piedra—. Esto son bolas. —Saca una cadena de bolas de todos los tamaños. Saco de la caja sogas de lino, y algunas cosas más para el disfrute de ambos. Estaba dispuesto a todo. Lo desea todo de su mujer.
Aquilegia solo atinó a asentir al ver todos los artilugios que su esposo usaría para hacerla disfrutar del buen sexo. Zurek guarda la caja debajo de la cama en el momento que siente que tocan su puerta.
—Adelante —ordena y la puerta se abre dejando ver la desnudez de ambos.
—Silvana, pon el almuerzo ahí, como en dos horas pide que nos traigan agua caliente para darnos un baño y en la noche prepara a una de las esclavas para que suba, la vamos a requerir en la habitación. —la mujer sin preguntar mucho solo asiente y sale de la habitación. Su rey era un hombre muy bien proporcionado, con razón sus doncellas siempre han imaginado tener la dicha de ser corrompidas por él.
Zurek acercó la bandeja a la cama para almorzar con su reina. Allí este mientras comía le regalaba caricias a Aquilegia quien gustosa las recibía, solo para complacerlo o al menos eso era lo que su mente le decía una y otra vez para convencerse de que no le gustaba nada de lo que Zurek le hacía.
—¿Cuándo iremos a Joskalia? —pregunta con ilusión.
—Si me complaces en todo, el próximo lunes partiremos a Joskalia. —Aquilegia sonríe asintiendo feliz.
Zurek sabía que la hará feliz ver a su pueblo y porque no que allí su mujer descubra que está embarazada y le dará un heredero a su nación. Heredero que también tendrá a Joskalia sin tener que quitársela como al principio pensó hacer, por su mente paso intercambiarla por otra tierra más productiva, pero si su mujer daría todo por ellos, porque no aprovechar para hacer lo que desea con ella. Lo tendrá todo, Joskalia, un heredero y a la mujer más hermosa y caliente de todos los reinos.