Zurek se levanta y le tira la ropa que le había llevado. Aquilegia no dijo nada, solo hizo lo que este le había pedido. Una vez lista este la volvió a subir a su regazo para volver a emprender su camino. No limpió su rostro, su olor le recordara que ella no es de él y desea ejercer un castigo por ello. Ella no puede, ni debe pensar en otro hombre que no sea él, porque ahora él es su dueño.
En el camino no dijeron una sola palabra, Aquilegia sentía hambre, pero primera muerta antes de confesar su desgracia. Se paran frente a una taberna y Zurek baja.
—Custódiala, vuelvo en algunas horas. —dice este buscando sacar su frustración. Los hombres la amarran junto al caballo del rey y dejan a dos hombres pendiente de ella, mientras los demás se fueron a fornicar con las prostitutas del lugar.
Zurek pide a la tabernera un servicio de comida para Aquilegia, pero primero deseaba a una mujer para saciar su deseo. No podía seguir con su dolor en las pelotas, aún le quedan dieciocho días para llegar al castillo con ella en su regazo. Desde que la saboreo solo desea hacerla suya, esa mujer lo está volviendo loco. La tabernera le señala una mesa para que este vaya y espere a la mujer que le asignara. Había dejado una buena propina para que le toque la más joven de todas ya que el lugar estaba repleto de todo tipo de edades.
La joven mujer llegó con una sonrisa tímida en sus labios. Zurek le hace señas para que se acerque, no se irá con rodeos, necesita descargarse y es ya. La mujer se acerca, este la recuesta frente a la mesa frente a él con sus pechos dando al duro pedazo de madera mientras él levanta su falda y sin pensarlo dos veces se hunde en la mujer. Busca uno de sus senos para apretar sus pezones mientras la escucha gemir. Sus pliegues secos comienzan a humedecerse y este siente como sus músculos vaginales le comienzan a apretar su m*****o. Zurek sale de ella y la pone de rodillas para que esta reciba todo su semen en su boca. La chica así lo hizo y Zurek sonríe satisfecho. Ahora sí podía llegar a Uspavonka, sin dolor en sus testículos o al menos eso esperaba.
Sale con la comida de Aquilegia la cual le tira y esta debe recogerla del suelo. Los pedazos de carnes se llenaron de tierra, pero a ella poco le importó, tenía hambre, llevaba más de 24 horas sin comer. Zurek la vio comer con desesperación y un nudo se le hizo en el corazón. Se estaba volviendo débil ante esa insignificante mujer. No puede dejar que nadie vea que ella tiene poder sobre él.
Volvieron a tomar su rumbo. Aquilegia se impuso una huelga de silencio. No le hablará nunca más a Zurek. Ella no es ninguna zorra. Ella en todo momento pensó que quien impartía caricias a su cuerpo era Gustrel. Él es el hombre que ella desea, no al insufrible rey. ¿Quién puede desear a un hombre como él? Nunca a nadie podría complacer como hombre porque él no es un hombre; si no un animal que no tiene sentimientos. Zurek que comenzaba a cansarse de la forma combativa de Aquilegia y trata de hablarle, pero esta no le presta atención.
—Vamos mujer, el voto de silencio no evitará que seas mi esclava y mucho menos que te doblegues ante mí. —escupe el arrogante rey haciendo enfurecer más a la mujer.
—Eres verdaderamente repugnante. —Zurek sonríe al escucharla hablar. Aquilegia le dio la espalda por completo para mirar el camino. No sabe cuánto tiempo falta para llegar, pero el tiempo se le está haciendo eterno junto a ese rey de pacotilla que se empeñó en traerla. Si hubiera amenazado con matarla a ella sola de seguro hubiera puesto su vida en sus manos para que dejara su pueblo en libertad. Al menos le queda la esperanza de que no los mataran, ni lastimaran. Ella misma se encargaría de que sea así.
—Y tú eres una deliciosa zorra. —contesta este tomando la mandíbula de la mujer para besarla con fuerzas, Aquilegia pelea para que la suelte pero estar montada en el mismo caballo no la ayuda a su propósito—. Ya quiero llegar para ver como mi polla se pierde en esa boquita rica. —Aquilegia sintió asco de solo pensar en eso. Sus ojos se llenaron de lágrimas de solo pensar en tener que llevar su asqueroso pene a su boca para darle satisfacción.
—De seguro se pierde al ser tan pequeña. Bien lo dice el dicho, dime de lo que alardeas y te diré de lo que careces. —explica tratando de lastimar su ego. En su pueblo un hombre de pene pequeño no tenía derecho a pedir a una mujer, si no que tenía que conformarse con las sobras de los maridos, los que pedían el divorcio porque su mujer no los complacía como ellos deseaban.
—Eso lo veremos, espero que tengas buena resistencia porque te la follaré hasta correrme en tu garganta. —dice volviendo a excitarse de solo pensar en ese momento de gloria.
—En tus sueños beberé las simientes de un ser tan despreciable como tú. —escupe Aquilegia retándolo con la mirada.
—Eso lo veremos zorra, tú serás mía, recuérdalo, serás mi esclava s****l para siempre. La mujer que reciba lo que yo quiera darle en el momento en que yo así lo desee. —Zurek le pasa la lengua por su cuello llegando hasta el lóbulo de su oreja—. Te veré suplicándome por más. —Aquilegia sintió algo duro en sus nalgas. Eso no podía ser su vara, solo pidió a los dioses que así fuera.
A los dos días pasaron por otro pequeño pueblo donde Zurek volvió a bajar en a la orillas de un río, pero esta vez él la acompañó en todo momento. Estaba loco de deseo por ella y no quería que nadie más la viera. Al menos hasta que él pudiera satisfacerse, luego podía presentársela a algún rey que lo visite para cerrar alianzas. Ella será un gran gancho. Tríos, orgías, claro todo eso él podía permitirse con sus amigos.
La vio quitarse las ropas para lavarlas y volver a nadar desnuda. Sintió su m*****o llenarse de poder y fue detrás de ella. La convencería para comérsela allí en el rio. Aquilegia lo ve desde su lugar como está quitando su ropa para acompañarla en el agua y no perdió el tiempo en mirar la protuberancia que tenía entre sus piernas. Su boca se secó al ver su gran longitud. Parecía la v***a de un caballo pálido. No supo qué fue eso que la embargó haciendo que su centro comenzara a latir fuerte.
“No, él no se hará de tu virtud” —le comenta su conciencia y esta vuelve a su actitud de indiferencia. Zurek la ve voltearse para volver a nadar a la cascada que cae. Este llega a ella con maña, la toma por la cintura escondiéndose detrás de la hermosa cascada.