CAPÍTULO V El Marqués, que volvía en su carruaje, procedente de Epsom, comprendió que ya no sentía el malhumor que lo había invadido esa mañana, al salir de Londres. Había cabalgado en los caballos que tenía para entrenamiento, hasta sentirse exhausto. Eso hizo desaparecer el disgusto que experimentaba y ahora sólo se sentía avergonzado por haber sido descortés, desagradecido con Perlita. Lo había enfurecido el hecho de que lo salvara de nuevo, de una situación que sin la intervención de ella hubiera resultado-muy seria, si no fatal. Y lo enfurecía, sobre todo, su propia sensación de culpabilidad porque lo que lo había colocado en esa situación era algo de lo que no podía enorgullecerse. Pero, reconoció que había perdido la cabeza por la simple razón de haber olvidado hasta la mínima c