Venía muy serio, con expresión preocupada, pero al verla sonrió y ella comprendió por qué resultaba tan irresistible a las mujeres. —Temí llegar retrasado. —Nadie ha llegado todavía— contestó Perlita—. Me gustaría mucho saber a quiénes has invitado esta noche. —¿Estás nerviosa? —Un poco. Es difícil encontrar tema para conversar con gente recién conocida. Además, nunca puedo recordar quién es ministro, de qué departamento, qué puesto gubernamental. . . —¡Pobre Perlita!— exclamó el Marqués lleno de simpatía—. No te preocupes, te has desenvuelto muy bien hasta ahora. —¿De veras?— preguntó ella, levantando la vista para mirarlo. —Nadie podía haberlo hecho mejor— contestó él y añadió—, cuando pienso cómo te veías aquella primera noche en que nos conocimos, cuando comprendo la vida tan tr