Narra Richard: En mi muy corta vida, no han sido ni una ni dos las mujeres que he visto desnudas, pero ninguna de las veces me había sucedido algo parecido. Camille McField es una diosa a la que fácilmente me atrevería a hacerle devoción. Está chorreando frente a mí en todo su esplendor, y aquí no hay reglas de cortesía, ni fuerza de caballerosidad que me hagan apartar la mirada. Su piel brilla por la humedad y mis instintos más carnales me piden a grito que me lance por ella. Aquí no importa lo malcriada e insolente que es, o las veces que me ha sacado de quicio con sus humos de niña mimada. Ahora mismo tengo en frente a una mujer que me despierta mis deseos más carnales. Por lo visto, ella también siente algo por mí pese a que se esfuerza en ocultarlo, pero, tras unos segundos de ten