31. Un jardín lleno de serpientes

2612 Words

La furia ardía en las venas de Ariana como la lava de un volcán que acaba de hacer erupción. Sus mejillas, teñidas de un carmesí intenso, delataban el montón de emociones que rugían dentro de su ser. Frente a ella, desafiándola con una audacia que rozaba lo suicida, se encontraba aquel pequeño niño de cabello dorado, Jim, con sus puños apretados hasta que los nudillos se le tornaron blancos y una mirada feroz que contradecía su corta edad. «¿Cómo se atreve este insignificante mocoso a desafiarme?», pensaba Ariana, mientras sentía que cada fibra de su ser temblaba de indignación. La sangre real que corría por sus venas parecía hervir ante tal afrenta. De inmediato, su mano se alzó en el aire como una serpiente a punto de atacar, temblando no de miedo sino de una ira que ya no podía ni que

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