Ofelia se encontraba sumergida en un sueño profundo, con su cuerpo descansando en aquella cama que parecía ser más suave que las nubes mismas, siendo ese un lujo que no había conocido desde que era una niña pequeña. En su ensoñación, la voz dulce y familiar de su hermano Jim atravesaba las brumas del sueño: "¡Lia, Lia, Lia!" —Jim... déjame dormir... cinco minutos más, los señores no se han despertado —murmuró entre sueños, prácticamente balbuceando. "Lia, Lia, ¿ya te despertaste? El pastel se llenó de hormigas, pero ya se las quité. ¿Puedo comerlo de desayuno? Lia, ¿dónde estás, sigues con el rey lobo? ¿por qué? ¿Por qué no vienes?" La realidad golpeó a Ofelia como una ola fría cuando abrió los ojos, comprendiendo que la voz de su hermano no era parte del sueño. Se incorporó sobresalta