Es inevitable que mi corazón se emocione cada vez que lo tengo cerca, conozco muy bien esa emoción, siento que algo lindo se dará con el tiempo. Este hombre me gusta y no como mi amigo, sino como un hombre puede gustarle a una mujer y eso no ha pasado desde hace cuatro años.
—¿Qué te paso ahí? —su mano toca aquel moratón. Duele por lo que me aparto con rapidez—. Emma…
Trago con fuerza evadiendo su mirada, hay muchas cosas que no sabemos el uno del otro. Lo único que se es de su hermana, no me habla de su padre, de su madre, sé que es muy temprano, pero me gustaría saberlo y él tampoco sabe mucho de mí, no me gusta mucho hablar de padres con costumbres raras que terminan lastimando a sus hijos.
—Me he caído. —Evado su mirada.
—¿Algo que no me quieras decir…? —su mano toma mi rostro, sus ojos quedan fijos en mi herida. En la mirada de Manson es como si ocurriera una tormenta—. ¿Quién…?
Sacudo mi rostro intentando alejarme, tal parece el maquillaje no funcionó bien.
—No tiene sentido.
—Lo tiene.
—Manson…
—¿Quién? —cuestiona entre dientes como si se estuviera conteniendo. Cierro los ojos, no me atrevo a verlo a la cara—. Emma… —suplica al mismo tiempo que su mano recorre mi rostro—. ¿Acaso no ves que no tolero que te lastimen?
Manson
Nada a mi alrededor tiene sentido o por lo menos no tenía hasta que apareció ella.
Hace años que estoy rodeado de cualquier lujo, no soy el hombre millonario como son los hijos de mi jefe, cada parte de mi dinero ha sido por la sangre que han derramado mis manos. Sí, puedo darme algunos lujos, pero si quiero tener un futuro distinto he de retener el dinero, es la razón por lo que solo me dedico a pagar los recursos que se utilizan en la clínica y uno que otro lujo.
A pesar de tener un poco de dinero más que cualquier persona normal, mi día a día no tenían sentido porque no tengo a nadie a mi lado con quien compartir verdaderamente. No hay una madre que llame a su hijo de vez en cuando, no hay un padre que me invite a tomarnos un trago.
Ya estaba acostumbrado a eso.
Sin embargo; eso ha cambiado desde que conocí a mi amiga, qué título más estúpido. Desde el primer momento que la vi quise ponerle cualquier otro título menos el de amiga. Lo que quiero decir es que desde que la conocí tengo una razón para no quedarme en casa, una razón para verla cada vez que puedo. Una razón para pensar en un futuro.
Ahora me siento orgulloso de no haberle puesto el nombre de un ligue de noche porque he descubierto que es una mujer muy distinta a las que frecuento, es una mujer por la que vale la pena luchar.
—¿Entonces…? —estoy esperando su respuesta.
Odio la violencia con cualquier tipo de mujer, pero sobre todo odio que la toquen a ella. Hace más de dos meses que nos frecuentamos, hace más de dos meses que solo pienso en ella cada vez que cierro los ojos, hace más de dos meses que no me veo con ninguna mujer porque a la única que quiero cerca, es ella.
Es un instinto de quererla cerca para cuidar de ella.
Tanto tiempo que no veía a una mujer tan natural como la que tengo a mis ojos. Su cabello castaño largo que llega hasta su cintura, al igual que sus ojos cafés claros, son mi vicio. Desde hace un buen tiempo una mujer tan natural no me llamaba la atención.
Emma es perfecta para mí.
—Dejemos el tema, Manson.
Sacudo la cabeza en negación.
—Me encantaría, pero no voy a permitir que alguien te ponga un solo dedo encima.
Primero le quitaré dedo por dedo y disfrutaré de cada uno de sus gritos.
—¿Qué más da…? —cuestiona exasperada.
—¿Tienes un novio abusivo?
En todo el tiempo que nos hemos tratado nunca me ha hablado de una pareja. Espero que no tenga porque ya no podre aguantar mucho tiempo sin mantener mis manos alejadas de ella y de tenerlo debo ingeniármelas como alejarla de él.
Sí, soy egoísta.
La quiero solo para mí.
Y aunque tenga pareja, no pienso dar marcha atrás.
—¡No! —exclama con horror.
Es un alivio.
—¿Entonces…?
—No lo entenderías. —Susurra avergonzada llevando un poco de comida a su boca.
Estoy seguro de que puedo entender todo, no hay nada en este mundo que me sorprenda y aunque en este caso no entendiera, por ella trataría de entenderlo.
Ella lo merece.
—¿Qué te hace suponer que no entienda?
Deja salir un suspiro lleno de frustración.
—Mi familia es diferente.
Empezamos mal.
Una familia diferente.
Aquellas personas que dice “mi familia es diferente” es porque tratan de justificar el daño que le causan. Yo fui una de esas personas, calle tanto maltrato y otras personas salieron lastimadas, siempre decía mi familia es diferente y mira que termino siendo superdiferentes.
Unas escorias.
—¿Qué tan diferente? —cuestiono con ironía.
Sus ojitos me miran con duda y un poco de sorpresa por mi cambio de tono de voz.
—Manson…
Levanto las manos al aire en son de paz.
—No diré nada.
Sus ojos se entrecierran, no creyéndome.
—Estoy segura de que no podrás callar ni dos segundos.
Sonrío porque me sorprende lo mucho que me conoce en tan poco tiempo.
—Intentémoslo. —Se muerde el labio, dudosa—. ¿No confías en mí?
Deja salir un suspiro aun dudando.
—Prométeme que no harás nada.
Ya estoy odiando a su familia.
—Lo prometo.
Levanto mi mano derecha tal como lo hice aquel día que prometí lealtad a mi jefe. Ella no sabe, pero en este momento le estoy prometiendo lealtad, mi amor para cuidarla. Estoy prometiendo dañar a su familia si la lastiman.
—Mi familia es estricta con los horarios.
—¿De qué forma? —cuestiono confundido.
Rueda los ojos.
—No me interrumpas. —Asiento para que continúe—. Como estaba diciendo, mis padres tienen horarios específicos y cuando fallamos recibimos un castigo.
Hasta lo de horarios es entendible.
¿Castigo?
¿En qué época estamos?
No conozco a sus padres, pero ya los odio.
—Por eso te ha golpeado. —Afirmo.
Baja la cabeza como si estuviera avergonzada, pero ella no tiene por qué estarlo, son ellos los que no son buenas personas para la sociedad. ¿Acaso su padre es una oveja negra? Joder, voy a descubrirlo y si lo es, me sentiré gustoso de limpiar un poco el mundo.
—Sí. —Apenas y puedo escuchar aquel susurro.
—¿Por mi culpa?
¿Qué me hace sentirme importante en su vida?
Ya estoy dando por hecho que le importo, pero una parte de mí está segura de que todas esas veces que ha llegado tarde es porque hemos estado saliendo. Fue una estupidez de mi parte no ver lo que estaba pasando, últimamente, la veo más delgada de lo normal y eso que ella no es delgada del todo.
—No es tu culpa, ha sido mi decisión.
Envuelvo su delicada mano en las mías.
—¿A qué costo? ¿Acaso valgo que te maltraten?
Aparta su mirada por un par de segundos, luego me corresponde la mirada. Lo voy a decir solo una vez más, ella es la indicada.
—No tiene nada que ver contigo, se trata de mí.
Ella tenía razón.
—No comprendo.
—Quiero algo distinto a lo que toda mi familia desea para mí.
—¿Y eso es…?
He perdido el apetito, no creo que pueda digerir algo hasta que descubra todo lo que tiene que ver con ella. Aparte de Camille nunca me he interesado en conocer la vida de la otra persona, debe ser por ese motivo que la hija del jefe me jugó una mala pasada.
El caso es que esta vez quiero saberlo todo de ella y no es porque sea un maniático del control, es porque quiero poder protegerla incluso si tiene que ver con su familia.
—Quiero ser una mujer independiente.
—¿Y no lo eres…? —cuestiono confundido.
Por lo que tengo entendido, trabaja en la empresa del mejor amigo de Will, el hijo de mi jefe.
Lleva el último bocado de la hamburguesa a la boca.
—Aún estoy empezando.
—Lo importante es empezar.
—Puede ser, pero no será fácil.
—¿Lo dices por tu familia?
No hay respuesta, así que decido cambiar el tema. La conversación continua hasta que la veo observar el reloj cada segundo.
¿Está llegando tarde?
No es de mi agrado, pero por el momento lo mejor es evitar que cualquier cosa pueda lastimarla. La acompañó cerca de su casa por dos razones, la primera porque quiero saber su ubicación, de esta manera podre saber un poco más de ella, la otra porque no iba a dejarla sola.
¿Y mi coche?
Quiero que ella se interese en mí por lo que soy, no por los privilegios que le puedo ofrecer.
Es raro que me sienta tan atraído por ella, digo es tan normal, pero me guste o no, ella es natural, sencilla, divertida, conversadora, altiva, tiene todas las cualidades que me gustan en una mujer. A diferencia de los hombres que hacen parte del mundo al que pertenezco, yo sé aceptar mis sentimientos y si, al principio me atrajo sexualmente, pero al final termino atrayéndome sentimentalmente.
—¿En qué soy bueno? —cuestiona mi jefe recostándose en su silla giratoria.
Sus ojos me recorren buscando el indicio de algo. No soy persona de pedir favores, pero él es la única persona que me puede ayudar a saberlo todo de ella.
—Quiero investigar a una persona.
Antonio entrecierra los ojos.
—¿Peligrosa…? —Sacudo la cabeza en negación—. ¿Entonces…?
—Me interesa.
—¡Qué rápido! —exclama sorprendido.
—¿Rápido?
Los ojos de mi jefe brillan con diversión.
—Hace un buen tiempo que no conozco a una persona que enfrente con rapidez sus sentimientos.
—Es algo normal, ¿No?
—No para nosotros. —Suelta con un poco de orgullo.
—¿Me va a ayudar…?
Sonríe como supongo que un padre lo haría con su hijo.
—Dame el nombre y mañana mismo te tengo toda la información que deseas.
Lo bueno de trabajar con este hombre es que nunca te va a tratar con superioridad, para él todos somos personas que ayudan a que su organización crezca. En mi caso soy la persona que limpia su camino, quita a los estorbos que pueden dañar su negocio, pero nunca inocentes, es una regla.
—Se lo agradezco.
Luego de dejar las cosas claras me marcho de la oficina del jefe. Mi apartamento está en el centro de la ciudad por la que voy allí. Por estar con Emma he cambiado el horario de la universidad.
¿Qué ha hecho esa mujer en mí?