6

2503 Words
La tarde se me hizo eterna, quería terminar todo el trabajo que el Sr. Miller me había dejado, era prácticamente el trabajo de una semana en un solo día, esto es una locura, sin embargo, no me detuve en ningún momento, ni siquiera en la hora del almuerzo y ahora mi estómago se quejaba por no alimentarlo desde la mañana, pero lo bueno era que solo me faltaba un informe por terminar. El Sr. Miller salió de su oficina y me observó desde la puerta, le di una rápida mirada y seguí con mi trabajo como si él no estuviera escudriñándome con sus ojos avellanas. - Señorita Pinedo, ¿está viendo la hora que es? –preguntó mirando la hora en su costoso Rolex plateado, fruncí mi ceño confundida y miré la hora en mi laptop, eran las siete, santísima virgen. - Disculpe, Sr, Miller, en unos minutos le llevo los informes terminados. -me sentí intimidada bajó su mirada fría e indiferente y se acercó hasta mi cubículo. - No estoy pidiéndole el trabajo que le encargué, la hora de salida fue hace dos horas, ¿por qué sigue aquí? –mi ceño se relajó de inmediato, por un momento llegué a pensar que me iba a regañar por no llevarle los informes a tiempo, de hecho, todavía estoy a tiempo. Ahora entendía porque era casi la única en el piso de finanzas, todos se habían ido hace un par de horas, excepto dos hombres que estaban a una distancia considerable de mi cubículo, pero estuve tan sumergida en mi trabajo que no le presté atención. - Sí, lo sé, pero me dejó mucho trabajo para entregarlo hoy, pero descuide ya estoy acabando. -dije con una sonrisa fingida y seguí redactando el informe que estaba por terminar. - Me parece, o se está quejando de su trabajo. -dijo con esa voz tan fría que me daba escalofríos, lo miré con extrañeza. - En ningún momento dije eso, Sr. Miller, si me estuviera quejando estuviera en su oficina presentando mi carta de renuncia, en cambio, estoy en mi cubículo terminando todos y cada uno de los informes, como le dije, ya estoy terminando. -dije manteniendo la calma y controlando las ganas que tenía de arrancarle la cabeza de su cuello, su severa mirada se relajó de inmediato. Me parecía injusto que un hombre tan atractivo y guapo tuviera ese malgenio. - Espero los informes en mi oficina. -dijo antes de darse la vuelta y entrar a su oficina como si estuviera huyendo de mí. Solté todo el aire que estuve reteniendo desde el momento que se dirigió a mí, al menos le había ganado una a ese patán y la satisfacción de haberlo dejado sin palabras y bajarle los humos no me lo quitaría nadie. Terminé el último informe de muy buen humor y preparé todos los documentos en diferentes carpetas, al fin había terminado, ya quería irme y relajar mis pies que me reclamaban por tenerlos demasiadas horas en aquellos tacones. Cuando estaba por llevarle los documentos a Jacob, el ascensor se abrió, dejando a la vista a Jayden con ese porte tan serio con el que le vi por primera vez cuando nos topamos en el ascensor, definitivamente, los hermanos Miller eran atractivos por genética, uno era más agraciado que el otro, pero cada quien tenía lo suyo, lo suficiente para hacer suspirar a más de una, la prueba viviente de ello era Katty, hasta un ciego podría ver cómo le coqueteaba a Jayden, pobre. Su rostro se llenó de sorpresa al verme con las carpetas en la mano y a punto de ir a la oficina de Jacob. - Jennifer, ¿qué haces por acá? Debería estar en su casa. -le sonreí mientras mordía mi labio inferior. - Sí, debería, pero estaba terminando el trabajo que me dejó el Sr. Jacob. -dije moviendo las carpetas al aire, alzó sus cejas y me arrebató las carpetas de la mano tomándome por sorpresa, no sabía si quejarme por aquello o dejar que le echara un vistazo. - ¿Hiciste todo esto hoy? –preguntó sorprendido mientras ojeaba una y otra vez los informes que debía entregarle a mi jefe, rasqué mi nuca con nerviosismo. - Sí, ¿por qué? ¿Está mal? –pregunté preocupada, lo que menos quería en este momento era volver a mi cubículo para corregir los informes, me lanzó una mirada como si estuviera bromeando. - No, de hecho, está muy bien, pero me desconcierta que hayas terminado el trabajo de una semana en un día, ahora entiendo porque sigues aquí. -dijo mirándome como si fuera de otro mundo y solo me encogí de hombros sin saber que responderle, pero estaba consciente de que era mucho trabajo para entregarlo hoy, es más que obvio que mi jefe trae algo contra mí. -Hablaré con Jacob, no puede hacerte esto, está abusando de tus capacidades. -el disgusto en su voz me sorprendió y tuve que tomarlo del brazo cuando caminó con paso firme en dirección a la oficina de finanzas. - No, Sr. Miller, puedo lidiar con esto, usted no se preocupe. -Jayden me miró con sus ojos mieles y su vista se posó en mi mano que aun aprisionaba su fuerte brazo. -Lo siento. -dije apartando mi mano como si de pronto su contacto me quemase. - Primero, no me digas Sr. Miller, Jayden está bien y segundo, no tienes por qué disculparte. Dejaré pasar esto, pero no quiero que él siga abusando de esa manera. -eso lo veía difícil al paso que íbamos, además que no dependía de mí, yo no era la culpable de los aires de superioridad de Jacob, yo solo quería hacer bien mi trabajo para conservarlo, no encontraría otra oportunidad como esta dos veces, al menos no tan pronto. - Le llevaré los documentos al Sr. Jacob y me voy. -dije con una sonrisa, evadiendo todo lo que acaba de decirme, no quería prometerle nada porque no sabía si podía cumplirle, pero de lo que estaba segura es que no iba a dejar que mi arrogante jefe me humillara. Pasé de él y toqué la puerta de la oficina de mi jefe esperando un adelante, pero me exalté cuando Jayden abrió la puerta como si se tratase de su propia oficina, mi corazón dio un vuelco de solo pensar que el pelinegro le iba a reclamar a su hermano por todo el trabajo que me dejó. - Te dejo, más tarde te llamo. -Jacob estaba de pie mirando la ciudad desde la enorme pared de cristal con el teléfono en su oreja, pero colgó la llamada al darse cuenta de nuestra presencia en su oficina. -Jayden, qué agradable verte de nuevo, por un momento llegué a pensar que te quedarías toda la vida en Londres, ¿Cuándo llegaste? ¿Ya te casaste con Rosemary? –era la primera vez que veía a mi jefe sin aquella mirada fría y su voz de indiferencia, supongo que se lleva muy bien con su hermano. - Por favor, Jacob, no vengas con esa cara de ternero degollado, deja tu hipocresía conmigo. -Ahora era Jayden quien hablaba con aquella voz tan fría como un iceberg, lo cual me sorprendió, en ningún momento lo había escuchado de tal manera, desde que hablé con él por primera vez. - Pero ¿por qué me hablas así? Yo qué te hice, por cierto, ya conociste a mi nueva secretaria. -se acercó a mí y pasó uno de sus brazos por mi cuello como si fuéramos amigos de toda la vida y nos llevásemos tan bien como para tener esa confianza conmigo, no podía estar más incómoda con la tensión que se había creado en el ambiente, Jayden parecía furioso con su hermano y este último me trataba como nunca lo hizo desde que pisé su oficina. Por más que buscaba alguna solución para escapar de esta situación, no la encontraba, yo solo quería dejarle los documentos e irme al departamento que compartía con Pedro y ahora estaba en medio de dos hermanos que estaban como querían, virgen santísima, qué calor. -Ella es Janina Pinzón. Fruncí mi ceño mientras lo miraba, lo que me faltaba, que no se supiera mi nombre. - Jennifer Pinedo. -me sorprendí cuando Jayden le corrigió con el semblante serio y me lazó una rápida mirada. - Veo que la conoces muy bien. -dijo Jacob con una sonrisa de complicidad. - No tanto como tú conoces a Rosemary. -dijo tajante, sin una pizca de gracia en su rostro y la sonrisa de Jacob se esfumó enseguida, ya comenzaba a entender un poco el asunto y decidí acabar con este momento de tensión en el que estaba metida, lo último que quería era que el par de dioses griegos se mancharan sus costosos trajes de sangre, al menos no en mi presencia. - Sr. Miller. -dije separándome de su brazo que me rodeaba con brusquedad. -Están listos los informes, ya me retiro, ¿no necesita algo más? –pregunté en un intento por aliviar la tensión entre ese par que se miraban como si estuvieran a punto de entrar a un ring de boxeo. - Ya puede retirarse, señorita Pinedo. -hizo énfasis en mi apellido, sin apartar la mirada del pelinegro, dejé las carpetas en su escritorio y me devolví al lugar donde estuve parada hace unos segundos, sentía que, si no estaba en medio de los dos, terminarían por darse de puñetazos. - Hasta mañana, Sr. Miller. Sr. Jayden, ¿puedo hablar con usted un momento? –miré a Jayden, con la esperanza de que por fin apartara la mirada de asesino en serie de Jacob y al parecer lo logré, sus ojos se cruzaron con los míos y como por arte de magia, desapareció aquella mirada tan fría y su rostro se relajó de inmediato. Sentía la necesidad de salvarlo de su hermano y aquello fue lo único que se me ocurrió. - Claro, vamos a mi oficina. -mis labios se curvaron en una sonrisa sin mostrar mis dientes, al lograr mi objetivo. -Me parece que tenemos cuentas pendientes, Jacob. Fue lo último que dijo antes de dar media vuelta y salir de la oficina sin esperarme, ahora me había dejado sola con el ogro. - Con permiso, Sr. Miller. -dije dándole una última mirada y seguí los pasos apresurados de Jayden que se dirigían al ascensor. -Espere, Jayden. -dije mientras casi corría para que no entrara al ascensor sin mí, entonces, di un paso en falso haciendo que mi tobillo se doblara y cayera en seco al frio y brillante suelo. -Mierda. -me quejé por el dolor en mi tobillo, ni siquiera el golpe en mi trasero me dolió tanto, al menos no había personas presenciando la bochornosa caída. - Jennifer. -Jayden corrió hacía mí, al verme tirada en el suelo, mientras me quejaba de dolor y sobaba mi tobillo. -Dios, Jennifer, cuanto lo siento, ¿estás bien? –Asentí con mi cabeza, aunque eso era totalmente falso y mi rostro me delataba. -Te llevaré a tu casa, dame tu mano. -tomé su mano y tiró de mí para que pudiera levantarme del suelo, apoyé todo mi peso en un solo pie y agradecí que Jayden me tomaba de la cintura o volvería a caer en seco. No aguantaba el dolor en mi tobillo y menos aún con los tacones que llevaba puesto, esto era una tortura. - No hace falta que me lleves, puedo tomar un taxi, además vivo cerca. -el departamento quedaba a unas cuantas cuadras y podía llegar caminando, pero el dolor me lo dejaba difícil. - Lo haré de todos modos, por mi culpa está así, permítame retirar el tacón, está torturando su propio tobillo. -no pude evitar sentirme nerviosa ante aquello, no es normal para mí que un hombre de un status social muy diferente al mío, se tomara la molestia de ayudarme con tal caballerosidad y sobretodo, con tanta humildad, tragué en seco cuando se deshizo de mi tacón, dejando mi pie libre y más aliviado. - Gracias, Jayden, así está mucho mejor. -dije pisando el frio suelo haciendo que cerrara mis ojos mientras disfrutaba de placer. Jayden se puso a mi altura y no me respondió, pero en cambio me dedicó una sonrisa de medio lado que sorpresivamente me llenó el alma, volvió a pasar su brazo por mi cintura y con su ayuda entramos al ascensor. - Acabo de tener un déjà vu. -dijo divertido cuando las puertas metálicas se cerraron y comenzamos a descender, levanté la cabeza para poder mirarlo, me miró rápidamente y sonreí entendiendo a lo que se refería. La primera vez que nos topamos. - Ok, Sr. Jayden, en esta ocasión ya se sabe mi nombre y hasta conoce mi pie. -dije en tono de broma sin mirarlo y él soltó una risa que fue como música para mis oídos, era la primera vez que lo escuchaba reírse. - Por supuesto, señorita Janina. -solté una carcajada que resonó en las paredes metálicas, al escuchar el nombre que dijo mi arrogante jefe. -Y muy hermoso pie, por cierto. -mi risa cesó y de inmediato las puertas del ascensor se abrieron, lo cual agradecí al cielo, no quería que se diera cuenta que mis mejillas se encendieron por aquel comentario, estaba por caminar, o más bien cojear hasta la puerta de salida, pero Jayden me guio a otro lado. -El estacionamiento es por acá. - Sr. Jayden, ya le dije que no es necesario, puedo tomar un taxi. -negó con su cabeza, mientras me guiaba a una puerta que no había visto antes, bueno tampoco es como si hubiese tenido mucho tiempo, desde que entré al edificio no salí ni para comer y mi estómago me lo reclamaba desde hace horas. - No me diga así, por favor, e insisto en llevarla, por mi culpa está así y no proteste más, es mi última palabra. -no dije ni una palabra más con solo escuchar su voz autoritaria, si le veía el lado bueno, no gastaría en taxi y me evitaría el peligro de la noche, aunque dudo mucho que esta zona sea peligrosa como México. Llegamos al estacionamiento que estaba casi vacío, debe ser porque el horario laboral culminó hace más de dos horas y me guio hasta un ostentoso Rolls Royce n***o brillante que me dejó boquiabierta, no sé porque no me lo esperaba, él era heredero de la prestigiosa empresa automotriz, es obvio que él puede darse ciertos lujos, de pronto caí en cuenta que estaba siendo acompañada por un hombre multimillonario y no solo eso, me dio un oportunidad de trabajar en la Compañía Miller Automotriz, a pesar de mi condición, quiso defenderme de mi prepotente jefe, aunque de cierto modo lo hizo al recordarle mi nombre, me ayudó de la manera más bondadosa cuando me doblé el tobillo y para terminar, se ofreció a llevarme hasta mi casa en su auto de lujo. ¿Por qué tanto interés en ayudar a una desconocida?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD