ULISES Me sacaron al estacionamiento del hotel, que por fortuna estaba medio vacío. Me paré a un lado de mi auto mientras lo abría con mucha tranquilidad, para tomar el cambio de ropa que había dejado preparado la noche anterior. Me puse la camisa y el pantalón para después tomar la cartera. — Tomen, lo que pactamos. Cien dólares, y cien dólares —les dije a los dos guardias de seguridad que me habían sacado del hotel y acompañado hasta el auto.— Caballeros, gracias por no haber usado la fuerza bruta conmigo. — De todas maneras lo teníamos que sacar señor Asker. —Dijo uno de ellos guardándose la propina, un poco apenado porque le estaba pagando por hacer su trabajo. — Lo sé, pero no es lo mismo que me saquen a patadas a que lo hagan con delicadeza, y yo me aseguré de que tuvieran a