ULISES Había ido a la fiesta de beneficencia de los señores Bell. Sería una noche tranquila. Había ido porque tenía que hacer acto de presencia, pero no tenía ganas de ir. Lo único en lo que pensaba era en esa bruja que estaba atravesada en mis pensamientos durante todo ese tiempo. No había sabido nada de ella desde que salí del hotel casi en pelotas. Al menos me había prometido no poner la orden de restricción, aunque siendo honestos, nunca sabía qué pasaría con esa mujer. Había declinado la invitación de la señora Bell de participar en el juego de póker y en su lugar había invitado a un tal Rodrigo Urriaga. Para muchos, las partidas de póker de la señora Bell eran sinónimo de una oportunidad millonaria, para mí daba lo mismo entrar o no al juego. Para una persona como yo hacer act