PENÉLOPE Ver la mirada de Ulises de n***o lujuria, me causaba ciertos estragos al cuerpo. Era difícil negar que había una atracción fuerte entre nosotros, más fuerte que nunca me atrevería a decir. Sentir su respiración sobre mi piel me hacía imaginarme cosas involuntarias. Odiaba admitir que el juego con él me gustaba. — No quiero regresar a casa. —Mi voz había bajado su volumen para seguir en ese juego seductor, del que me estaba comenzando a volver adicta. — Creo que es una compensación justa para alguien que está dispuesto a patear cul*os por ti. —Acercó su rostro más hacia a mí. La punta de su nariz apenas rozaba con la mía. — ¿Diciéndole al todo el mundo lo guapo que eres? —lo cuestioné con cierta diversión. — Es algo que no se puede negar. —Se encogió de hombros mostrando e