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            Me agarré los brazos por el frío, mientras Edrick caminaba a un lado, muy cerca pero sin estar pegado de mi cuerpo, eso me bastaba por ahora. La neblina seguía cayendo conforme se cernía el crepúsculo, los murmullos se escuchaban y a podía imaginar a lo lejos el rumor de los grande árboles de pinos que se erigían mecedoras y puntiagudas hacia un cielo de nubes tristes. ¿Cuántos misterios guardarían ellas también? ¿Cuántos secretos callarían? Pensé que, al estar allí en lo alto, con todos los acontecimientos ocurriendo debajo, nada podría escapar de sus conocimientos.             Pero era eso nada más, parte de mi imaginación, las nubes no pensaban y tampoco hablaban, pero me gustaba cavilar dándole vueltas a cosas así, que muchas veces conseguían una buena idea o una respuest

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