Élan soltó un exhalo. Ahora intentaba controlar su respiración. —¿Dónde estaba Rodrig en ese momento? —preguntó, sin mirarlo y con las manos apoyadas sobre la mesa. —Estaba en uno de los niveles subterráneos, conmigo y tres ingenieros más. Probábamos la calidad de las nuevas creaciones de la empresa. Élan rodeó la mesa y me pasó a un lado, caminando hacia la puerta. —Nos vemos luego, Harris —dijo saliendo por la puerta—. Puedes retirarte. Él desapareció y su asistente me vio, a la espera de que saliera, seguramente para asegurar la puerta. —Hola, Ester —musitó Edrick a mi lado mientras salía también, volteé a mirarlo—. Espero que estés bien. No esperó respuesta, sólo caminó a pasos diligentes hacia el final del pasillo del mismo p