Me pregunté qué diantres estaba haciendo Rodrig allí y mientras la señora Sandra me explicaba algo que escuchaba lejos y amortiguado, mi vista seguía sobre mi jefe, sometiéndolo a un escrutinio sin que él fuera consciente de ello, o al menos eso creí hasta que, tras clavarle el cuchillo verticalmente a un grueso trozo de carne levantó sus grises ojos para verme, como si ya supiera a donde mirar exactamente, como si ya hubiera sabido que yo estaba allí, mirándole como quién ve al desquiciado de una película de suspenso y terror. Recordé que debía devolverle el saco y decirle al menos un por ser tan solidario en el ascensor aunque yo hubiera actuado tontamente y pareciera que lo estaba espiando en el nivel subterráneo. Pero había olvidado la prenda en mi oficina, ¿S