Él, yo y los testigos.

1838 Words
Mientras vamos en camino me mira y sonríe, intento fingir que no me doy cuenta de que lo hace, pero me es difícil no sonreír cuando me mira de esa manera. —¿Qué flores te gustan para la boda?— me pregunta —¿Rosas?. —Tulipanes— le contesto —Sé que no es temporada, pero puedo tenerlos en nuestra boda. —Se me olvidaba que eres la mejor en eso— me dice sonriendo. —Lo soy. Llegamos a mi departamento y lo llevo directamente a mi habitación, me cambio a ropa más cómoda y cuando salgo llevo una carpeta. —¿Qué es eso?.— me pregunta al verlo. —La gran carpeta de nuestra boda— me acuesto en la cama —¿Cuántos invitados tendremos?. —Unos ¿1000?.— mira mi rostro —¿Son poquitos? Tengo muchos socios y personas que… —Será una gran boda, ¿Verdad?. —Algo me dice que no esperabas algo asi. —No esperaba casarme— me rio nerviosamente —Hagamos una boda pequeña, 200 invitados, 150 tú y yo 50. —Tendré que seleccionar muy bien a mis invitados, pero ¿No invitaras a más personas? Tu empresa es igual de grande que la mía. —Lo es, pero es un momento personal y no quiero que personas con las que no tengo muchos lazos personales estén ese día. —Sabes de eventos y… —Sé que para muchos las bodas son una especie de negocios donde se forman alianzas, pero no quiero eso en la mía, no lo quiero Elijah, nuestra boda no es una reunión de negocios. —Ok, está bien.— accede un poco obligado. —Sé que no es tu primera boda… —Lo es, la primera fue un asunto de negocios y me vi forzado a casarme, asi que esta será mi primera boda, con alguien que amo. Hay esta de nuevo, la palabra amor saliendo de sus labios. —Te investigué— le digo —Tu matrimonio nunca fue registrado, pero fue algo más que lo legal, ¿verdad?. —Siempre tan sabia— me dice —Fue un asunto de negocios, una unión entre mafias— me mira esperando a que reaccione —Termino mal— dice finalmente. —¿Sigues en él?. —Una vez que entras no puedes salir, pero lo que puedes hacer es que otra persona tome el control y Tabita es mi control. —Por eso sabías sobre la trata de personas y por eso la madre de Ana sabia donde venderla. —Y es por eso que aún sigue trabajando conmigo, la única forma en la que sales es muerta. —Ahora entiendo de donde saco el arma, siempre tienes que llevar una por cualquier cosa. —Keres he matado, mate a los que me traicionaron, a los que se llevaron a Ana y mate a la que era mi esposa, una vez que me entere de todo, quiero que sepas que no me arrepiento de eso. —A veces tienes que hacer justicia por mano propia y otras tienes que dejar que lo hagan por ti, como yo lo haré con Ana. —¿No te asusta saber de donde soy?. —Me da miedo, pero no de donde eres o creciste, me da miedo no ser capaz de vengar a Ana. —Gracias por aceptarme con toda esta carga. —Elijah, yo también tengo una carga— señalo mi cabeza —Y ambas pueden ser mortales en cualquier momento.— me acerco y le doy un beso —Mira lo que tengo. —Eso es… —Un boceto de nuestra invitación, ¿Te gusta?. —Jamás me imaginé llegar a este punto, creía que la vida me trataba de la mierda y me ponía a las personas para dañarme o para dañarlas y luego tú. —Elijah Monroe andas muy sentimental— le digo. —Solo contigo. Agarra la carpeta y la pone en el mueble junto a mi cama, se acerca y me besa, disfruto sus labios con los míos, pero mi mente quiere verlo bajo de mí. —Espera— le digo y me aparto de él. —¿Pasa algo?— me pregunta preocupado. —Tengo una fantasía— le digo mientras le quito su corbata —Recuerdas nuestra primera vez. —Cuando me amarraste, como olvidarla, fue la primera vez que cedi el control. —Que tal si— le desabrocho su camisa —Yo— me acerco a sus labios —Uso una cuerda, hago unos nudos y te sometes a mí— lo beso —Toco cada parte de tu cuerpo, todo— hago hincapié en la última palabra —Déjame estar dentro de ti, déjame sentir como te sometes a mí. Su corazón late rápidamente, sus ojos estaban llenos de excitación, su cuerpo lo decía, pero en su mente la guerra por ceder a mi petición estaba comenzando y no estaba segura si ganaría, ser sumiso no está en su naturaleza, pero en la mía tampoco. —Sométete a mí— paso mi lengua por su cuello —Prometo que lo disfrutaras— bajo por su pecho —Lo disfrutaremos. —Maldita sea Keres— me dice cuando paso mi lengua por su m*****o. —No lo pienses— lo meto a mi boca —Déjate llevar. Lo meto a mi boca nuevamente, sus caderas se mueven para entrar más al fondo de mi garganta, sus manos sujetan mi cabello con fuerza y en todo momento lo miro, hago que mi garganta vibre y esas vibraciones le den más placer. —Si joder, mil veces sí.— repetía varias veces —Me someteré a ti. Había dicho esas mágicas palabras que me encantaban y al instante un líquido caliente paso por mi garganta. Me levanto y me quito la bata quedando en ropa interior, abro una puerta de un mueble que tengo y le muestro toda mi colección. —¿Estás seguro de esto?— le pregunto mientras saco una cuerda. —No.— contesta. Dejo la cuerda en su lugar. —Está bien— me pongo sobre sus piernas —Vamos de poco a poco. —No sé si sea capaz de cumplir tu fantasía. —Eres dominante por naturaleza, es de entender— le digo mientras muevo mis caderas. —Contigo me desconozco— me dice —Parece como sí… —¿Cómo sí?— sigo moviendo las caderas en busca de más fricción. —Me tuvieras hechizado— hecho mi cabeza hacia atrás —Con tu cuerpo, tu voz, tu aroma. —Cógeme. Me pone en la cama y me quita la ropa interior, me gira poniéndome en cuatro y me penetra, puedo sentir como entra más profundo, lo escucho gemir mi nombre cuando sale y vuelve a entrar, comienza lento y tortuoso, pero después se mueve más rápido. Pego mi cara en la cama mientras, me penetra duro, una nalgada incrementa mi placer, gimo su nombre y sus movimientos se vuelven más rápidos, paso una mano por debajo y comienzo a tocar mi clítoris casi con la misma intensidad con la que Elijah me penetra. Sigo trazando círculos hasta que llega un punto en que mi mente se nubla por el placer, mi cuerpo se contrae poco a poco, una especie de frío recorre mi cuerpo estallando en varios orgasmos seguidos uno tras de otro al mismo tiempo que un líquido me llena. Me dejo caer en la cama satisfecha y Elijah se acuesta aún lado de mí, por alguna razón su mirada no busca la mía como lo hacía otras ocasiones, se levanta y comienza a juntar su ropa. —¿Qué pasa? ¿Estuve mal?. —¿Cuándo ibas a decirme?. —Decirte ¿Qué?.— le pregunto. —Que eres Ana. —Estás siendo un idiota— le digo furiosa mientras me pongo mi bata —No sé qué mierda tienes pero… —Yo le hice esa cicatriz, esa que tienes en tu espalda.— me dice furioso- —¿La golpeaste?— le pregunto sorprendida —Sabes que no me digas nada, solo vete. —Eres una maldita mentirosa, ¿Te divertiste jugando conmigo?. ¿Qué es lo que le pasa?. —Ahórrate tu mierda y lárgate. —¿Qué quieres de mi Ana?.— me dice —¿Venganza? ¿Dinero?. —¡No soy ella, no lo entiendes!— le grito —Se dio un tiro en la cabeza. —Casi caigo en tu maldito juego— se acerca a mí. —Vete— retrocedo un paso, —Crees que nunca reconocería esa marca, yo te la hice cuando estuviste abajo, por eso querías atarme, por eso nunca me diste la espalda, no querías que la mirara. —Elijah. —Intentaste, joderme, jugaste bien conmigo, casi caigo— me tiene contra la pared. —No sé dé que hablas, no sé qué te pasa.— le digo con miedo. —¿¡Cuáles tu plan!?— me grita —¿Cómo pensabas joderme? ¡Solo eres una puta que compre!. Le volteo la cara con una cachetada. —Maldita— me tira un golpe y termino en el piso. —¡LARGO DE MI CASA!.— le grito con todas mis fuerzas —Agarra tus malditas cosas y vete a la mierda, estás delirando. No me muevo hasta que escucho la puerta cerrarse ¿Qué fue lo que le paso? ¿Por qué me trato asi? ¿Cuál maldita marca habla? Como fue capaz de pegarme, ¿Cómo fui capaz de permitir que me pagara?. —¡Keres!— gritan mi nombre a lo lejos —¡Keres despierta joder!. Abro los ojos y miro a Elijah frente a mí, reacciono alejándome de él. —¡No te acerques!— le grito el miedo me invade nuevamente. —Ok— me dice —Pero ¿Qué pasa?. —Me golpeaste, tú me golpeaste y me dejaste.— le digo —Me insultaste, cogiste conmigo, me golpeaste. —Amor mírame— se acerca con cautela —Terminamos de tener intimidad— toma mi mano —Y nos quedamos dormidos, todo fue un sueño. —¿Fue un sueño?. —Lo fue, jamás te pegaría. —Fue… fue tan real— suspiro —Ese miedo que tengo…— lo miro. —Solo fue un mal sueño— me abraza —Nunca pondría una mano sobre ti, no para agredirte. —Hace mucho que no tenía pesadillas. —Tal vez mi confesión fue lo que te dio miedo y eso provoco tu pesadilla, lo siento, no debería de haber dicho eso. —Elijah, en el sueño decías que yo era Ana y que me reconociste por una cicatriz en la espalda, porque tú se la hiciste, ¿Le pegaste?. Su silencio fue la confirmación que no quería saber, cuan reveladores deben ser los sueños para poder confirmar una verdad que estaba perdida en la memoria de alguien, de: Él. Yo. Y los testigos.
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