Prologo (nueva edición).
Un día mi madre llegó feliz a decirnos que nos íbamos de vacaciones, unas vacaciones que tanto queríamos.
—Empaquen, nos vamos en una hora— dijo mi madre.
—¿A dónde?— preguntó mi hermana mayor.
—Mi jefe nos invitó de viaje— contestó feliz, pero algo insegura.
Mi hermana menor me miró, como si esperaba que confirmara si íbamos, solo le sonreí y me la lleve a hacer nuestras maletas.
Siendo sincera, estaba intrigada por conocer al jefe de mi madre, nunca habla mucho de él, solamente nos dice que tenía dinero y pagaba bien, aceptamos que no quisiera hablar sobre eso, quién sabe, tal vez tenía una especie de contrato en el que no podría decir nada y si lo era, se hacía más intrigante la cosa.
Al paso de unas horas, unas camionetas llegaron con nosotros, pensé que íbamos a ver al jefe ahí, no sé, tal vez se bajaría a saludar o algo, pero nadie se bajó, tal vez él ya estaba en el lugar y solo mando por nosotros.
Unos hombres tomaron nuestras maletas que en realidad eran unas mochilas y las subieron a las camionetas.
—Señorita, por aquí por favor.
—¿Puedo irme con ellas?— pregunté.
—Por aquí.— insistió
—No tengo problema, si estamos apretadas, puedo cargar a mi hermana.
—Insisto.
Me tocó irme en una camioneta sola, no me agradaba la idea, pero ellos solo seguían órdenes y yo seguía las de mi madre.
Durante la mayor parte del camino intenté sacarles plática, pero ninguno quiso hablar y lo único que logre que contestaran eran monosílabos.
—¿Conocen a mi mamá?.
—Sí.
—¿Pueden poner música?.
—No.
Después de un par de intentos más me resigné a mirar por la ventana, miraba como pasábamos las casas, las personas, mire como dejábamos atrás la ciudad mientras conducían, sonreí a al ver lo hermosos que se ven los árboles cuando el viento soplo, parecían que bailaban alegres moviendo sus ramas.
En algún momento debí de haberme dormido, sentí que las manos de alguien me movieron, desperté con rapidez recordando donde estaba.
—Llegamos niña, bájate rápido— dijo el hombre que me movió.
—Ya voy.
Me bajé como me lo pidieron y caminé hacia al restaurante, entre estirándome, ¿cuánto tiempo habré dormido? Me siento tiesa, incluso me duele el cuello.
—Ella es mi hija— dijo mi madre de inmediato —Ana, la del medio— aclaro.
—Hola— dije en medio del bostezo
—Comportarte, quieres— me dijo mi madre en cuanto llego a mi lado.
Es… interesante el lugar, había muchas botellas de diferentes tequilas, marcas que no conozco, tenían diferentes tonalidades de café, algunos eran blancos, bueno transparentes.
—Es una cantidad exagerada de tequilas— dije, para mí misma.
—Lo son— contestó una voz.
—Nunca conocí esas marcas— volví a decir para mí.
—Es una marca personal.
—Impresionante— dije.
Tal vez esa voz y yo no teníamos el mismo tema de conversación, en fin, me di la vuelta y ahí estaba un hombre entre sus 25 ‘s tal vez en sus 26’ s, su mirada me daba miedo, sus ojos eran oscuros, atemorizantes, imponentes, tal vez con maldad.
Me quedé callada y me senté en una silla, eso es lo que me dijo su mirada, eso es lo que me transmitió, aquella voz atemorizante.
—Llegó el transporte— dijo aquel hombre después de unas horas.
Todos corrieron detrás de él y yo me quedé ahí, mirando a unas personas que a simple vista no conocía, corrección conozco a una, mi tía, años que no la veía y la vine mirando en este día, sobre todo en este lugar.
—Mama mira, es…— me giro a buscar a mi madre —¿Mama?.
Me dejaron, me dejaron ahí sola, sin la menor idea a donde ir, las personas que atendían se fueron, no puedo creerlo mama nos va a matar.
Somos familia ¿no? Si les pido ayuda, puede ayudarme, acércate, sé amable y saluda.
—Hola tía.
—Ana, ¿cómo estás?.— dijo deteniendo su caminar.
—Un poco perdida— le digo —Tía si no es mucha la molestia ¿Puedes llevarme? Mi mamá se fue hace poco, estoy segura de que…
—Vamos a llegar tarde— interrumpió una desconocida.
—Puedes prestarme tu teléfono, no tengo el mío conmigo.
Estaba a punto de dármelo cuando llegó mi madre, su cara gritaba no digas nada o ya verás y si algo se es que debo obedecer cuando tiene esa cara.
Mi tía me puso dinero en la bolsa del short sin que nadie la viera, le agradecí y salí corriendo con mi mamá, fue un camino con un silencio incómodo, ¿pero por qué?.
—Me dejaron sola— dije al fin.
—Déjate de cosas— me contestó.
—Lo siento, no debí quedarme, pero todo pasó muy rápido.
—No debiste hacerlo, mi jefe se enojó— me dijo abrazándome.
—Perdón— volví a decirle —¿Está lejos de aquí a dónde iremos?.
—A unas cuantas cuadras, es una playa privada.
—¿Es bonita?.
—Sí, te va a gustar.
—Nunca había visto el mar.
—¿Lista?— me dijo.
Entramos en un callejón y cuando cruzamos por él, había una playa hermosa.
Mi cabello ondeó con libertad, se sentía tan bien, ahora no eran las ramas que se mecían con el viento, era mi cabello ondeando con libertad.
Me quité los zapatos y sentí la arena en mis dedos, me estaba gustando como este viaje me está haciendo sentir.
Seguí a mi mamá hasta llegar al agua, era tan clara que podía observar un poco de todo, es increíble que tenga tanta vida.
El lugar estaba lleno de gente en trajes de baño y lujosos yates que parecían estar transportando a las personas a algún lado.
Seguí a mi mamá, cruzamos por un sendero y después llegamos a una playa más tranquila, tenía una construcción medio extraña, había una barra con cosas y cámaras, un poco ocultas, pero yo las podía ver. ¿Por qué ese detalle me llamaba tanto la atención?.
Me volví a quedar sola, todos se habían ido otra vez, excepto mi hermana que estaba nadando, mire a mi alrededor al sentir una mirada penetrante, era un señor, pero su mirada no me gustaba, ¿debería de decirle a mi madre? Pensé que era la playa privada de su jefe, bueno que era una invitación solo para nosotros para estar en su playa privada, pero no.
Ahí estaba ese señor mirándome esperando algo, esperando a alguien, mejor vamos a alejarnos más vale prevenir, camine unos pasos y a lo lejos podía observar algo en la arena, siempre he sido una persona curiosa.
Asi que me acerqué poco a poco, tratando de despistar que aquella cosa en la arena me interesaba, podría ser basura, pero curiosidad, era curiosidad.
Me senté en la arena disimulando y lo que mis ojos vieron mi cerebro no lo podía procesar, ¡Era dinero!, En mi mente lo primero que pensé era mi mamá, con ese dinero podría ayudarla. Le grité a mi hermana mayor para que viniera, teníamos que hacer algo, si lo devolvemos podría darnos una recompensa.
—¿Qué pasa?— me preguntó asustada y le hice una seña para qué mirará la arena. —¿Eso es…?.
—Shh— la calle mirando al señor que nos miraba.
—Aquí— dijo mi hermana extendiendo su playera.
Comencé a poner puños de arena con el dinero que estaba en pequeñas bolsas en su playera, algunos sin arena, solo las bolsas, pero entre más sacábamos más, salían pequeñas bolsas en cuadritos con algo blanco.
Miré extrañada a mi hermana, y seguí poniendo el mayor dinero posible, no me importaba que se vinieran esas bolsas con el dinero, después lo descartaría junto con la arena.
El hombre que estaba ahí comenzó a acercarse cuando miro que salían más de esas bolsas, en unos segundos ya lo teníamos a nuestro lado, mi hermana agarró más bolsitas, dinero y estiró su mano al hombre.
—¿Quieres?— le pregunto.
El hombre agarró lo que le dio mi hermana y se fue, a dónde estaba, la playera ya estaba llena, mi hermana se levantó y se fue con ella, debíamos de asegurar ese dinero en cuanto antes.
—¡Alto policía ministerial!— grito el hombre cuando estaba a punto de irme.
¿Ministerial?, Ósea policía, si me muevo seguro que me hace algo, así que lo primero que hice es girarme con las manos arriba lentamente hasta quedar de frente.
Él se acercó hasta donde estaba y me decía cosas que no entendía del todo, hablaba muy rápido, mi corazón latía muy rápido, sentía que algo me iba a pasar, y entonces dijo algo que me dejó helada.
—¿Entiendes que estás detenida por tráfico de drogas?.
—¿Qué?.
Volvió a hablar y repetir lo que hice, acercarme a esa zona, agarrar dinero, las bolsas, la situación era tan impresionante, dios parecía una farsa, un sueño o una pesadilla, si le contará a Ben esto se quedaría como yo, con la mente en blanco.
Lo siguiente que sé es que el frío metal tocaba mis muñecas, la situación me estaba sobrepasando y me solté riendo, intenté llevarme las manos a la cara, pero estaba esposada, ahora entendía el frío metal.
—¿Estás admitiendo la situación?— me preguntó
—Esto es increíble, ¿Drogas? ¿Tráfico? Yo no sé nada de esto— le dije, pero él me empujó para la salida.
—Tenemos las pruebas, tenemos todo para meterte a la cárcel, tal vez de por vida.
Me volví a reír, ¿Pruebas? Ja, es imposible, no tenía mucho de ver llegado, además si mi corto conocimiento no me falla son hasta 25 años de cárcel por vender o producir, pero ¿Aplicará a menores de edad?.
—Soy menor de edad— dije de golpe.
—Peor aún desperdiciaste tu juventud— me dijo con rudeza.
—¿Qué pruebas tiene?.
—Ya se presentarán en la corte.
—Yo no hice nada, es la primera vez estoy en esta playa, ni siquiera sé dónde estamos— la realidad caía sobre mí —Solo vi el dinero y pensé que me sería de ayuda, ¡Puedo demostrarlo!.
—Digamos que te creó, ¿Cómo lo harás?.
—Hay cámaras, dos escondidas entre la barra, si pide la grabación verá que yo no puse nada… ahí.
—Mm.
—¿Por qué me detuvo solo a mí?, No era la única— no quería hacer eso, pero ya me estaba llevando el carajo.
—Te dije, tenemos pruebas— me contestó
—Quiero hacer una llamada— le dije mientras me subía al carro, pero este me ignoró —¡Tengo derecho!— le grité.
—Para casos como el tuyo no hay derechos— me contestó.
Casos como el mío, es imposible ¡Imposible! Es un sueño, tiene que serlo, tengo diecisiete, soy menor de edad, tengo derechos, mi madre tiene que estar conmigo, tiene que decirle a su jefe que me ayude que le dé las grabaciones.
—¡Por favor!— supliqué —Es injusto, solo una llamada, revise las cámaras— le repetí varias veces y cada una de ellas me ignoró.
Seguía manejando, nada cuadraba ¿Por qué solamente a mí? ¿Por qué no a mi hermana? Incluso se llevó la mercancía y ella fue la que la ofreció, yo solamente la puse en la playera y la encontré.
Quería llorar, vaya que lo quería hacer, no comprendía nada, ¿Dónde estaban los guardias? ¿Dónde estaban mi madre y mi hermana menor? ¿Por qué el jefe permitió que esto pasara en su playa privada? ¿Por qué me estaba pasando esto a mí?.
—Señor policía.
—Agente y guarda silencio o todo lo que digas será usado en tu contra.
Ya me estaba llevando el carajo que más importaba si se utilizaba en mi contra o no.
—Señor policía, la verdad es que estoy asustada, pero tengo que preguntarlo ¿Por qué solamente yo? Dejo ir a una persona con la supuesta mercancía, pero solamente me arresto a mí, ¿Es por las pruebas que tiene?— tenía que saberlo.
—Para estar asustada hablas mucho.
—No quiero…— la voz se me corto de solo pensar en eso.
—No quieres ¿Qué?— me pregunto.
—Es que, no quiero creer que me tendieron una trampa, pero todo parece que si lo hicieron, yo solo quería conocer el mar por primera vez— le digo entre lágrimas —No soy un genio, de verdad soy un poco torpe y todo eso, pero todo parece planeado.
—Nada fue planeado, las pruebas son contundentes, lo único planeado fue arrestarte.
Lo siguiente que paso fue que mi madre nunca contesto mi llamada, las cámaras nunca sé encontraron, nadie dio la cara por mí, fui juzgada como mayor de edad, el estado me condeno a 50 años de prisión, sin oportunidad de disminuir mi condena ni de apelar a un segundo juicio.
A mis diecisiete años fui condenada por un delito que nunca cometí.