Escucha mis advertencias.

1585 Words
Me siento en el sillón y me tomo el vino que tengo en la copa. —Keres— me dice Elijah mientras se sienta a mi lado. —Vete a la mierda Elijah— le digo —¿Cuánto más me vas a quitar?. —¿Te importa Rose?. —Es la única persona de la que me he enamorado— lo miro —Asi que sí, claro que me importa, siempre me va a importar y tú— le apunto en el pecho —Tú me quitaste la oportunidad de decirnos adiós— sigo pegándole con el dedo —Tú… —Lo siento, yo no quería ocasionar eso, no lo sabía. —¿Te has enamorado? Acaso lo has hecho, no sabes lo cruel que puede ser. —Si y sé lo que se siente, no poder decirle adiós a alguien que te importa. —Era nuestra pijamada de despedida— le tomo a la botella —Íbamos a celebrar que al fin nos diríamos adiós de forma adecuada y nadie se la llevaría arrastrando, algo tiene esa familia que le gusta arrastrar a su hermana. —No conoces a su padre, si se entera de que está contigo, sería peor para ella, la vigila todo el tiempo, siempre la sigue alguien, no sabes todo lo que paso después de lo de la cárcel. —Oh, sí que lo conozco, por eso nos diríamos adiós correctamente. —Ten cuidado con él Keres. —Ten— le entrego su cartera —No te devolveré lo que gaste. —¿La amas?. —Siempre la amararé, está en un lugar dentro de mi corazón, pero no la amo de esa manera, ya no.— le digo —Si tuvieras la oportunidad de despedirte de esa persona, ¿No lo harías? ¿No darías todo para decir adiós? ¿No te enojarías si hacen lo que ustedes hicieron?. —Sí, haría muchas cosas si tuviera la oportunidad, que no haria, que no te diría.— le entrego una copa. —¡Por el adiós que nunca dimos!— choco la botella con su copa. Se ríe y toma de la copa que era mía, algo cambio en su mirada, qué secretos tienes Elijah. —¿Cómo es que eres buena robando? Ni siquiera me di cuenta de que la sacaste. —Vive con Maciel y aprenderás muchos trucos, esa mujer es muy sobre protectora, asi que tuve que aprender a tener lo que yo quería después de que me dieron de alta. —Si fueras carterista, serias todo un éxito— me dice. —Lo intenté, pero no es lo mío.— bromeo con él. —Oye, tenía billetes— me enseña su cartera. —Dije que no devolvería nada, eso los incluye.— me mira —¿Qué?.— le digo. —Me gusto como se oye en ti, señora Monroe. —Debo admitir que tu apellido abre muchas puertas y descuentos— le digo —Eso me gusto. —Señora Monroe. —Me gusta más el Thompson. —Cásate conmigo. —No soy una mujer de compromiso. —Lo eres, solo que no te das cuenta de lo maravillosa que eres. —Sé lo magnífica que soy, pero como verás el amor no es lo mío. —Cásate conmigo y te haré saber que el amor sí es lo tuyo. —Si me caso contigo— me acerco y sujeto su rostro de la barbilla —Terminarás bajo mis pies con el piso pintado de rojo. —Correré el riesgo, tú vales cualquier riesgo que exista en el mundo. —¿Y si el riesgo soy yo?— le doy un beso suave —¿Y si yo soy un peligro para ti?. —Nunca podrás ser un peligro para mí, eres un puto ángel— muerde mi labio mientras me besa. —Lucifer también es un ángel, uno que puede provocar un infierno en la vida de alguien. —Me condenaría a ti sin pensarlo— pasa sus labios por mi cuello —Ardería a tu lado, con tal de llamarte mi esposa. —Si lo haces no hay marcha atrás. —Me alejaría mil con tal de no dar marcha atrás. —Con un año será suficiente.— le digo y me pongo sobre él. —Ni toda una vida será suficiente. —No sabes lo que dices.— le digo. Me levanta y me lleva hasta la cama, sus malditos besos son embriagantes y tienen un sabor a vino que se mezcla tan perfecto en él. Se posa sobre mí, mientras nos besamos con tantas ganas que tenemos que parar a tomar el aire, me giro para quedar sobre él y me saco el camisón que usaba como pijamas, quedando mis pechos expuestos; su mirada, esa maldita mirada que tiene como si estuviera viendo una de la séptima maravilla. Pasa sus manos acariciándolos tan suavemente que me hace sonreír, nunca pensé que fuera delicado. —Eres perfecta.— me dice. Desato el nudo de su corbata y la jalo, desabrocho botón por botón de su camisa para después quitarla, me acerca y nos fundimos en un beso que hace que me vuelva loca; comienzo a besar su cuello dejándole pequeñas marcas, gime cuando siente mis dientes en su piel. Deslizo mi lengua desde su pecho hasta su ombligo, puedo sentir como su respiración se agita cuando llego sobre su m*****o, puedo sentir el bulto sobre sus pantalones; los desabrocho y los saco junto con su ropa interior, liberando su m*****o que de inmediato salta. Puedo sentir como mi boca quiere saborearlo, me agacho y lo pongo en mi boca, maldice varias veces, mientras introduzco su m*****o cada vez más profundo en mi boca, sujeto sus testículos y los masajeo mientras mi boca y mi lengua disfruta dándole placer, me quito aún no quiero que termine. Vuelvo a subir besando y mordiendo poco a poco hasta terminar en sus labios otra vez, en donde dejo que saboreé lo bien que su m*****o puede saber. Elijah puede parecer un dominante siempre, pero en este momento está sumiso a mí, ami cuerpo, a mi placer y eso me hace tener poder sobre él. Ato sus manos con su corbata haciéndole un nudo lo suficientemente apretado para que le deje marca. —Joder Keres, vas a acabar conmigo. —¿Aún quieres seguir?. —Sin duda. Levanto mi cadera mientras lo miro a los ojos y poco a poco voy bajando mientras su m*****o entra en mí, me gusta torturarlo, hacerlo rogar, repito varias veces la acción hasta que está dentro de mí. Comienzo moviendo mis caderas lentamente hacia adelante y atrás, toco mis pechos me muevo, sus caderas comienzan a moverse a mi ritmo, un jadeo sale de mi boca cuando roza en ese punto de placer. Sus ganas de tocarme se vuelven más y comienza a querer desatar el nudo que le hice, pero me muevo más rápido torturándolo, y entre más lucha más me muevo sobre su m*****o, esa cara de placer e impotencia se graba en mi memoria. Me acerco a sus labios y nos besamos, mientras nos movemos en sincronía, calla mis gemidos con sus besos mientras yo hago lo mismo. —Joder— gimo. Me retiro de sus labios y comienzo a marcar un ritmo más rápido, mi clítoris roza con su piel dándome más placer, su cuerpo se tensa acelerado más. Hecho mi cabeza hacia atrás, por el placer y me dejo llevar por el orgasmo, el junto conmigo, puedo sentir como mi cuerpo tiembla de placer cuando él termina dentro de mí. —Keres— gime mi nombre una y mil veces. Me acerco, le doy un beso, desato sus manos y me quito para acostarme a su lado. —Eres la mujer más perfecta. —Lo sé.— le sonrió y me abraza. —Nunca había hecho eso. —¿Ser sumiso?. —Sí— acaricia mi vientre, detallando una cicatriz —¿Por qué lo hiciste?. —Me gusta ver como un hombre con poder se somete a mí.— lo miro —En especial uno que muestra tanto poder. —Me sometería una y otra vez a ti, si eso significa tenerte asi otra vez. —No sabes lo que dices Elijah, no tengo límites y no querrás que ponga a prueba los tuyos. —Me encantas, seas como seas. —Me gusta que te encante.— me pongo boca abajo. —Como te hiciste la cicatriz de tu vientre. —No sé, no lo recuerdo. —¿Cómo te hiciste esta?— señalo una de su pecho. —En una pelea cuando era joven. —¿Ganaste?. —Sí, tenía que hacerlo. —Era ganar o ganar, he estado en esas situaciones, el mercado no es un mundo fácil para los negocios, menos para aquellos que dirigen las mujeres. —Keres. —Ese es mi nombre. —Si me dices que sí, te daré el mundo entero. —¿Aun si no te amo?. —Aun si no me amas, yo amare por los dos. —Entonces, hazme desear quererme casar contigo— le digo —Pero recuerda, mis advertencias Elijah, terminarás bajo mis pies con el piso pintado de rojo, después de eso no habrá más. Me levanto y me voy al baño. El poder solo es un título que una persona puede quitarlo de un momento a otro, si no escucha las advertencias que sus enemigos le dicen, pueden terminar perdiendo todo.
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