Compras, Compras...

1760 Words
Saco la cartera de mi espalda y la miro, le saco los pocos billetes que tiene y los guardo en la mía, su tarjeta negra grita —¡Llévame de compras Keres!— claro que lo haré —¡Úsanos!— gritan sus otras tarjetas, pero no tanto como la tarjeta negra. —Mila, iré al centro comercial por unas cosas que necesito. —¿Regresarás a la oficina?. —Probablemente no. —Ok, no te metas en problemas. Me despido y bajo al estacionamiento, la camioneta de Elijah no está y yo que pensaba autografiar mi obra de arte. El centro comercial está cercas, asi que llego rápido, desde aquí puedo escuchar la tarjeta negra, gritar, compra todo lo que quieras Keres, no tengo límites. Me dice con una voz angelical, y quien soy yo para no escucharla, soy una simple mortal. Comienzo a hacer compras, pequeñas, una paleta de hielo, lentes de sol y mis ojos se iluminan cuando veo una tienda de motos, entro emocionada a ese local y me miran de arriba a abajo. Sabes cuando miras a alguien y dices ella parece muy ingenua, pues a si me miraron, estoy segura de que más de uno creyó en que me harían comprar de más, pero soy Keres inteligente Thompson. —Ves aquella motocicleta de allá— la señalo. —La Harley-Davidson— me dice el empleado. —La quiero, quiero ese casco, aquella protección y esta hermosa chamarra. —¿Segura?. —Al señor Monroe no le gusta que traten a su esposa de tonta— muestro la tarjeta negra. —¡Lo siento, señora Monroe!. —Pagaré con tarjeta. No soy tonta, sé lo que debía de comprar y cuáles eran los modelos que quería y por su puesto que en cuanto dijera que era la esposa del señor Monroe me atenderían de inmediato; y me darían el mejor servicio, ¿Quién no conoce a Elijah en este centro comercial? Si es suyo, al igual que esta hermosa tarjeta que tiene su nombre grabado en letras doradas. Pongo mi información, para que me envíen las compras, firmo el recibo de p**o y lo demás que sea necesario. Salgo de la tienda feliz con mi compra y unos lentes de regalo, veo un vestido que me gusta entro a medírmelo y cuando salgo encuentro a la única persona que hace que mi corazón se vuelva loco, o al menos lo hacía en el pasado. —El vestido amarillo te queda hermoso— me dice. —Gracias.— le digo y me sigue a cajas. —¿Ya te estableciste?. —Lo hice— le digo y salimos de la tienda —¿Cuándo regresaste?. —La semana pasada, pensé que seguirías viajando. —No después de que nos detuvieron, fue un llamado de atención y mírame. —¿Qué vas a comprar?. —Un poco de todo, ¿Y tú?. —Necesito unas zapatillas, ¿me acompañas?. —Siempre.— le contesto. —Al final terminé mi carrera— me dice —Mi padre hizo que borraran el arresto de mi historial. —Era de esperarse, eso no podía truncar tu sueño. —Lamento como te trato mi padre, a pesar de que tuve la culpa él… —Fue algo de dos.— le digo —¿Ya conseguiste trabajo?. —Sí, trabajaré con mi hermano, en la empresa de su amigo y la de él, son socios. —Asi que esa es la razón de las zapatillas, quieres iniciar con ellas tal como lo soñaste. —¿Aún te acuerdas?— me dice sonriendo. —Hice lo mismo cuando fui a mi primer trabajo, entrar con unas zapatillas rojas y mantenerme firme. —¿Cómo se sintió? ¡Dime que sentiste el poder!. —¿Con unas zapatillas como esas quien no?. —Tenemos que elegir las adecuadas, quiero sentir el poder también. —Será fácil, a ti te queda todo bien. Y lo fue, aproveche para comprar un par, no elegí las más caras, pero eran las más hermosas y las que siempre quise tener, las zapatillas que uso Carrie, aquellas zapatillas azules de Manolo Blahnik. Tan hermosas como aparecieron en la pantalla. —Al fin las conseguiste. —Eres mi amuleto de la suerte— le doy un beso —Lo siento, solo me emocioné. —Jamás te disculpes por besarme— me dice y me da otro beso. —Me gusta no disculparme. —¿Rentamos una habitación?. —¿Pijamada?. —¡Pijamada!— me dice emocionada. Toma mi mano y caminamos a una tienda para comprar un par de pijamas a juego, compramos lo necesario para estar cómodas. Después de una discusión sobre quién pagaba la suite gane yo y ella pagaría la comida, el centro comercial tiene entrada para el hotel, asi que llegamos rápido, pedimos la mejor suite. —¡Es inmensa!— dice Rose y me le quedo mirando. —Quiero saltar ¿Tú quieres saltar?— le digo emocionada. Nos miramos y salimos corriendo a brincar en el sillón, como dos niñas chiquitas, que no hicieron eso en su infancia, un sentimiento de tristeza me abruma de vez en cuando. Sobre todo cuando se trata de cosas que no recuerdo. Nos quitamos la ropa y nos ponemos pijamas, Rose saca las mascarillas mientras yo ordeno la comida, Rose me pone la mascarilla y después se la pone ella. —¿Dónde quedaron los esmaltes?— me pregunta. —La bolsa roja. —¡Ya los encontré!. Termino de ordenar y me siento a su lado, mirando como pinta sus uñas de un color durazno, que va a bien con su tono de piel. —¿Aún vive Maciel contigo?. —Tiene su departamento, pero sigue viviendo cuando quiere. —¿Siguen con Verónica?. —Sí, son buena pareja, estresantes para mi vida liberal. —Sigues siendo una rompe corazones— dice riéndose. —Pero eso te encanta, ¿No es asi?— me acerco a ella —Tal vez— me dice y muerde su labio. Me acerco y la beso, primero es lento y seguro, después se convierte en un beso hambriento, ella me recuesta sobre el sillón, para tener el control de la situación y después besa mi cuello. Tocan la puerta y le digo que pasen. Las mascarillas se vuelven un desastre, pero que importa cuando el desastre besa mejor y se mueve mejor, no puedes hacer nada para detenerte, solo seguir. Mi sentido del olfato se activa al percibir el aroma del perfume de Elijah, recordándome de aquel beso tan embriagador que me dio, casi como los de ella. —¿Comemos? — le digo. —Puedo comerte ahora— me dice. —¿Rose?— dice una voz. Se levanta sorprendida y se quita de encima, me levanto y miro a Elijah con un hombre, si mi investigación no me falla creo que su nombre es Ben. —¿Qué haces aquí con ella?.— le dice Elijah —¿Qué estabas haciendo Rose?. Los dos se dirigen a Rose, que me mira como aquel día cuando su padre se enteró de porque estábamos detenidas. —Hacemos una pijamada— le digo sonriendo —A ti no te conozco, has de ser Ben— me levanto y le doy la mano. —En realidad soy Jasón. —Tienes cara de Ben— le digo escudándome —Pero ustedes no son los de la comida. —Robaste mis tarjetas— me dice molesto. —¿Cómo conoces a ellos dos?.— le digo a Rose ignorándolos. —¿Cómo conoces a Elijah?.— me pregunta. —Me secuestro, daño, mi auto, mis zapatillas y tiro, mi celular por la ventana. —Jasón es mi hermano y el otro es su mejor amigo y socio. —¡Qué pequeño es el mundo!— le digo y me acomodo en el sillón, ella hace lo mismo —Mi empresa está sobre su oficina. —¡Mientes!— me dice —Es el mejor piso de la torre K, ¿Cómo es su vista?. —Perfecta, me encanta como la luz atraviesa. —¡Keres!— grita Elijah. Me quito la mascarilla y se la lanzo, cayéndole justo en la cara, nos soltamos riendo de el y la verdad me gusta hacerle maldades. —No es gracioso— dice molesto. —Si lo es— le digo. —¿Puedo pedirte un autógrafo? Soy tu fan— dice Jasón —¿Pero como se conocen?. —Yo también quiero saber— dice Elijah. Me mira unos segundos y después me dice que sí, con un movimiento de cabeza. —Nos conocimos hace unos años— la miro —Nos fuimos de viaje y después terminamos en la cárcel. —Espera es…— dice Jasón. —Después de eso, mi papá me alejo de ella y ya saben el resto. —Yo no.— le digo mientras toco su cabello. Nos vemos como dos bobas sonriendo una a la otra, mientras dos hombres nos miran tratando de descifrar lo que tienen frente a ellos. —Entrega para la Señora Monroe.— dice el botones después de tocar la puerta. —Pase— le digo. —La tienda le manda su producto y la comida señora Monroe. —Gracias.— le digo mientras le doy un billete. Acerco el carrito con la comida en la sala, Elijah me mira con una ceja levantada. —Asi que señora Monroe.— me dice. —¿Están casados?— pregunta Rose. —No. —Sí— dice Elijah al mismo tiempo. —¿Kers?— me dice Rose. —No, en serio que no. —Porque si es asi, acabo de ser amante de alguien a quien conozco de siempre y a la persona que… —Rose— me dice mi hermano —Vámonos a papá, no le gustará este encuentro, sabes bien como se pone sobre estos temas. —Al menos deja que coma— le digo a Jasón. Levanta y se lleva a Rose casi arrastrando, esa escena mueve sentimientos en mí, su padre sacándola a rastras de la cárcel, ella gritando, yo tras las rejas intentando salir para ayudarla, porque ni los guardias lo hacían. Se la llevo sin saber donde dejaba su corazón y sin saber a donde llevaba el mío. Por un momento fugas fue tan hermoso, sus ojos mientras se la llevaban decían lo siento, una y otra vez, acompañados de un te amo. —Nos merecíamos un adiós, maldita sea.
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