CONDENADA

Joder.

No me importan sus advertencias, el solo hecho de que haya aceptado que la conquistara es suficiente para mí.

Esta segunda oportunidad, la haré feliz, la amararé y la protegeré como no lo hice antes de que la perdiera, esta es una oportunidad que no desaprovecharé.

—¿Quieres ir a comer algo?— le pregunto mientras está en el baño.

—Solo cogimos, no tienes ningún compromiso conmigo— me dice.

Me levanto y la veo en la tina del baño, el agua le resbala por su cuerpo, me le quedo mirando, siempre soñé tenerla, mirarla feliz, tocar su cuerpo y ahora lo tengo, me volví esclavo de ella desde el primer instante en que la vi.

—Hola— se gira y me mira —Hola de nuevo— dice bajando su mirada a mi m*****o que se encuentra erecto —Te invitaría a unirte, pero me gusta disfrutar mi baño sola.

—Lástima a mí me gusta compartirlo— le digo y me meto.

—¡Elijah!— me grita.

—Para mí no fue solamente coger— le digo poniéndola sobre mí —Para mí fue…

—Cierto— me interrumpe —Te cogí, no tu ami— se levanta y comienza a bajar por mi m*****o —Y esas marcas lo demuestran.

—Joder— pongo mis manos en su cintura —¡Oh Keres!— gimo cuando se empieza a mover

—¿Qué pasa Elijah?— me dice —Me gusta tu clavícula.

Toca mi clavícula con sus uñas y traza una línea con fuerza ellas, al punto en el que siento que me arde, pero mierda, sabe como moverse, sabe llevarme al límite tan rápido que me siento un adolescente que se corre al segundo.

Sujeto sus caderas fuertemente, guiando sus movimientos y penetrándola más profundo, curva su espalda y me voy a su cuello, la beso y el sabor de su piel, me excita aún más.

El sonido que produce cuando gime es una especie de arte, sus manos apretando mis hombros, sus uñas marcando mi piel, sus pezones rozando mi pecho, sus pechos saltando con nuestros movimientos, la forma en la que sus ojos muestran el deseo.

Todo lo que ella hace es una obra de arte que quiero grabar en mi mente, porque esta es la primera vez que toco su cuerpo sin hacerle daño, es la primera vez que me deja tocarla sin sujetarme, es la primera vez, que deseo que el tiempo se detenga y no retroceda.

Sus mejillas se vuelven coloradas y no tengo idea si es por el calor o la excitación del momento, pero en estos momentos parece una maldita diosa. Termino eyaculando dentro de ella por segunda vez, termino gimiendo mil veces más su nombre, ese que llevo plasmado en mi piel.

—Lamento las marcas— me dice sonriendo.

—No, no lo haces— le digo y la beso

—No— se ríe, esa maldita risa joder —Pero tengo modeles y como dicen, los modales hacen a la mujer.

—Creo que es al hombre.

—¿Pero no soy un hombre, asi como lo voy a decir?.

—Cuando…— me le quedo mirando —¿Te pones a pensar en esas cosas?— le pregunto.

—¿Tú no?— me dice —Son frases, si las voy a usar las quiero que sean adaptadas a mi persona.

—Eres única Keres.

—Soy lo mejor que te pasara en la vida.

—Créeme que lo sé.

—Pero también seré lo peor que te pasara.

—Para mí siempre serás lo mejor.

—Dilo dentro de un año— me dice y sale de la tina —Fue un gusto cogerte

Se va, dejándome solo otra vez, no me muevo del lugar, no creo lo que paso, es como si lo que hice y dijo fuera un sueño que me deja en shock, sin palabras y sin la puta idea de que hacer.

Cuando salgo del baño, sus cosas no están, ni tampoco las mías, solamente mi ropa, se llevó la cartera, mis llaves, mierda, se llevó mis zapatos, ¿Por qué se llevó mis zapatos?.

—Joder, joder, ¡Keres!— digo en voz alta.

Me cambio y busco el teléfono de la habitación y parece estar sin cable, ¿Es una maldita broma? ¿Qué es lo que pasa con ella?.

Voy a tener que salir a recepción a que me presten el teléfono para llamar a mi chofer, chofer que no recuerdo su maldito número, mi celular está roto, ¿Quiere que haga la caminata de la vergüenza o qué mierda?.

Salgo de la habitación, deseando que no me encuentre a ningún socio o conocido, porque si no me mato.

—Buenas tardes— le digo a la recepcionista.

—¿Elijah Monroe?.

¡Mierda!.

—Sí— me giro y veo a mi última exnovia.

—¡Sabía que eras tú!—se acerca y me abraza —¿Necesitas ayuda?.

—No gracias.— me giro a la recepcionista —Llama a un taxi, por favor.

—Parece que una de tus putas te robo, hasta los zapatos, vamos, deja que te ayude.

Me levanto el saco para mirar la hora y contengo las ganas de gritarle, también se llevó mi reloj.

—No gracias— le vuelvo a repetir —Y ten más respeto que la que llamas puta, es mi esposa.

—¿Esposa?, ¿sabe que va a tener que competir con un fantasma? ¿Le dijiste que tienes a tus amantes viviendo en tu casa?.

—Vete a la mierda, lárgate hacer lo que sea que viniste a hacer.

—No llevas anillos de casado, aún tengo esperanza.

—Nunca la tuviste— le digo y me voy al elevador.

Maldito sea el día en que estuve con ella, solo estuve con ella para tratar de olvidarme de Keres y para firmar un acuerdo comercial.

La relación con nuestro socio y ella eran buenas, asi que la necesitaba, pero ahora no la necesito ya no más y parece que no logra comprender.

Los ojos de todos se posan en mí, algunos ríen, pero callan en cuanto me les quedo mirando, podré parecer duro por fuera, pero por dentro estoy que me muero de vergüenza, ¿Cómo se le ocurre hacer eso?. “Todavía falta más” la escucho decir.

—Torre K— le digo al taxista.

—¿Una mala cita?.

—No es posible llamarla mala, una terrible, se llevó todo incluyendo mis zapatos.

—Oh amigo, eso si no tiene nombre.

No sé por qué ni como, pero el taxista y yo terminamos hablando de todo, hasta termine invitado a la fiesta de su nieto, no iré, pero sin duda le mandaré un regalo, no me cobro el viaje y me dio consejos, casi me dan ganas de contratarlo.

—¡Señor Monroe!— grita mi asistente.

—Consígueme unos zapatos— le ordeno.

—¿Quién lo ataco? ¿Llamo a la policía?.

—¿Qué te hace pensar que me atacaron?— me mira de arriba a abajo —Sabes que consígueme los zapatos y trae a Jasón aquí.— azotó la puerta.

Me voy directamente al baño para mirar porque suponen que me atacaron.

—Pero qué mierda…— digo en voz alta —¿Keres me hizo esto?.

Mordidas en el cuello, asi como marcas, rasguños en la clavícula que llenaron de sangre, mi camisa, muñecas con marcas y sin malditos zapatos, ahora entiendo por qué tanta amabilidad.

—¿¡Qué mierda te paso!?.

—Si te dijera, no me lo creerías.

—Pruébame.

—Keres— le digo sonriendo.

—¿¡Te la cogiste!?— me grita.

—Más bien, ella lo hizo.— le digo —Por eso tu hermana…

—No hablemos de eso, no quiero imaginar a mi hermana en esa situación.

—Por eso tu hermana quiere regresar con mi esposa, sabe lo que hace, lo que deseas.

—Para saber debió hacerlo muchas veces— recalca las dos últimas palabras.

—Incluyendo a tu hermana.

—¡Eso fue un golpe bajo!— me grita.

—Tú empezaste— le digo.

—Ya la llamas tu esposa, a mi hermana no le gustará esto.

—Dijo que se casaría conmigo si la conquistaba— lo miro —Amo a Rose, pero Keres joder Keres— pongo mis manos detrás de mi cuello —Es todo para mí, es una diosa.

—¿Seguro que el sexo no fundió las pocas neuronas que tienes?.

—Si estuvieras con ella, lo sabrías.

—Entonces me la cogeré.

—Si le pones una mano o piensas indecorosamente de ella, terminarás tres metros bajo tierra y nunca hallarán tu cuerpo.

—¿Aún le interesa mi hermana?— me pregunta serio —¿Le interesa o solo está jugando con ella?.

—Desearía decirte que no Jasón, pero lo hace, creo que tu hermana la marco en lo bueno y en lo malo.

—Mi papá aún no perdona a mi hermana y tengo miedo que si se entera de que se vieron o está en la ciudad le haga algo a las dos.

—Debo presentarla como mi prometida, asi me aseguraré que no le haga daño a las dos y si las toca tendrá que soportar las consecuencias.

—Yo no sé por qué se arriesgó tanto, sabe como es papa y aun asi…

—Al parecer era una despedida, iban a cerrar su ciclo o algo asi.

—Y yo le impedí hacerlo.

—Lo impedimos— le digo —Rose le dio la oportunidad de amar a Keres y estoy tan agradecido, pero también la odio porque, l cerro al amor o tal vez lo hice yo, porque estoy seguro de que es la misma Keres.

—¿Sigues con lo mismo?— me dice molesto —Se disparó frente a ti, ¡Elijah razona!.

—No lo entiendes, cuando estuve con ella mire su cuerpo, y todo me gritaba que era ella.

—Se parecen lo admito, pero no es ella, Elijah terminarás perdiendo la cabeza.

—Conozco sus cicatrices, pero conozco una en particular y ella la tiene, le pregunté y no recuerda donde y como se la hizo.

—Es una lástima que pienses que ella es Keres a la que le jodiste la vida, cuando ella merece no ser comparada, no la veas como la Keres que jodiste, mírala como la Keres que es, ¡Otra persona!.

—Claro que la miro como la antigua Keres, porque es ella.

—Elijah, Ana era una joven rota, llena de traumas y con heridas que no sanaran, era alguien a quien torturaban, abusaban, era alguien a la que tu antigua esposa la metió a la cárcel porque la amaste. Perdón, pero incluso si fuera ella, no creo que estuviera cuerda, no sería como la Keres que conocí, porque nadie supera esas mierdas.

—Ana— digo su nombre —Se siente tan irreal llamarla por ese nombre— le digo a Jasón —Si, solamente, esa puta no la hubiera puesto una trampa y su jodida madre me hubiera dicho algo, no tendría que superar ningún trauma.

—Tu exesposa está muerta y sus restos quién sabe donde, la madre de Ana sigue viviendo y tú, estás loco, el maldito Karma te llego.

—¿Lo hizo?— le pregunto —Porque ahora estoy con Keres a punto de ser mi prometida, cogido y más feliz que nunca.

—Sabes que creo, que Keres va a ser tu Karma, ya empezó, ya está haciendo pagar poco a poco, primero el piso, el elevador, tu lugar de estacionamiento, tu camioneta, cartera…

—No lo pienso.

—¡Negación!— grita —Creí que habíamos pasado las etapas del duelo, que estábamos en aceptación.

—No con su regreso.

—¿Qué te hizo?— me dice —Estás irreconocible, cuando hubieras permitido que te hiciera alguien eso, no traes ni zapatos, o eres un idiota o te embrujaron— me rio —¿Cuándo el dominador resulto siendo el sumiso?.

—En eso tienes razón, se llevó todo otra vez— confieso—Siempre he sido el dominador, hasta tenía mis sumisas en casa, pero ahora… me gusto que me amarrara y me montara, que me dominara y tuviera el control de mi cuerpo, mientras yo disfrutaba sus caricias.

—Juro que tengo que conocer más esa mujer, no sé qué les hace que los vuelve locos.