—¿De quiénes son esos zapatos?.— me pregunta Maciel cuando los ve en la barra.
—Me los robé— le contesto.
—Cogiste— me dice sonriendo —Siempre te robas los zapatos si te gusto.
—No estuvo tan mal— confieso —Amarre y domine a Elijah Monroe.
—¿Y?— se sienta ami lado —Dame detalles, ¿Lo tiene grande? ¿Sabe moverse? ¿Coge rico?.
—Grande y grueso— muerdo mis labios —Movía bien sus caderas, fue bueno me gusto, aunque me prendió amarrarlo y ver como luchaba para desamarrarse y quererme tocar.
—Del 1 al 10.
—8.— le digo —Rose volvió.
—No te acerques a ella, Keres, sabes bien que de lejos es mejor.
—Es hermana del mejor amigo de Elijah y trabajará en la empresa de él.— suspiro —No pude decirle adiós, se la llevaron arrastrando.
—Ya lo hablamos muchas veces, estar con ella es peligroso, para las dos.
—El tenerla y tocarla fue tan hermoso, pero ahora es un recuerdo del ayer.
—Cogiste ¿Antes o después?.
—Después, fue una cogida de duelo.
—Ah— pone su mano en el pecho —Menos mal.
—Elijah me pidió matrimonio.
—¡No!— comienza a toser —Bromeas.
—Le iba a decir que sí, pero le dije que me conquistara.
—¿Pero en serio te casarás con él?.
—Tiene poder— le digo —Tiene algo que me atrae como un imán a él, casi tan parecido como con Rose.
—¿Y si te enamoras de verdad?.
—Entonces abre perdido el juego.
—Keres…
—Está sonando mi celular— le digo.
Me levanto y voy por él a mi habitación, buen momento.
—Mila.
—Amm, Keres, creo que necesitas venir a la empresa— me dice nerviosa.
—¿Qué pasa?— pregunto alarmada.
—Creo que es el papa de Rose, tiene muchos hombres con él y Rose no se ve bien.
—Llego en cinco.
Grito, por lo molesta que estoy, me cambio lo más rápido que puedo, Maciel entra a mi habitación confundida.
—Hey, hey, hey— me dice —¿A dónde piensas que vas con esa arma?.
—A tener mi venganza— le digo.
Agarro las llaves de mi carro y arranco lo más rápido que puedo, las imágenes del pasado de él, humillándome, amenazándome de que no volviera a mirar a su hija, en ese entonces no tenía el valor que ahora tengo y se va a atener a las consecuencias.
—Buenas…
Camino rápido, ignorando a todos, la espera por llegar a mi piso se hace larga, pasan los pisos y siento que cada uno está a una hora de diferencia, cuando por fin se abre, encuentro el pasillo lleno de hombres que no me dejan pasar.
—Lo siento el señor Montes no permite que nadie entre.
—El señor Montes no tiene ninguna autoridad en mi propiedad— le digo con voz seria y lo más fría que puedo —Y cualquiera que no trabaje conmigo será llevado a la comisaria por invasión a propiedad privada.
Se hacen a un lado y me dejan pasar, ahí está el hombre que me quito de la persona que más he amado, ahí está la mujer que más he amado con los ojos rojos, reflejando un miedo en ellos, aún más que en el pasado.
—Keres— me dice Mila.
—Todos tienen el día libre, recojan sus cosas y salgan— les digo a los empleados —¡Ahora joder!— les grito.
Se mueven más rápido y los veo salir por el elevador y las escaleras de emergencia, el hombre no me quita la mirada de encima, mirándome con arrogancia.
—Tardo un día en enterarse de que Rose y yo nos miramos— lo reto con arrogancia —Se está haciendo viejo en controlar a su hija, ¿No ha pensado retirarse?.
—Teníamos un trato— me dice —No te verías con ella y yo te perdonaba la vida.
—No— le digo —Fue una amenaza— le contesto —Ahora, hagamos un trato como usted lo llama— sonrió con arrogancia —Deje a Rose libre, lárguese de mi propiedad y le perdonaré la vida.
—Keres— escucho, al girarme, veo a Elijah.
—¿Tu perdonarme la vida?, no eres más que una puta que se quiere aprovechar de mi hija lavándole el cerebro.
—Escuche mis advertencias, no haga oídos sordos señor Montes las …
Mis palabras se quedan en el aire cuando recibo el primer golpe de ese estúpido hombre, tan fuerte que me hace caer al piso, me suelto riendo y lo miro a los ojos.
—Es la última oportunidad— le digo mientras me levanto.
—Parece que no…
Ahora son sus palabras las que se quedan en el aire cuando siente la pistola en su frente, enseguida sus guardias me rodean y me apuntan.
—A que el cobarde no puede solo— le digo.
—¡Disparen!— grita furioso —¡Maten a esa Puta!
Rose está temblando, Mila la abraza asustada y Elijah parece en shock, no se mueve, no pestañea y nada.
—Ustedes deciden van la cárcel por apuntar a una ciudadana, invadir propiedad privada, entre otras cosas, oh les p**o el doble y trabajan para mí, siempre necesitaré personal para que me cuiden.
Los miro, cuando uno baja el arma y se retira los demás lo hacen poniéndose detrás de mí
—Tienen el día libre, mañana a las 12.
—¿¡Que hacen!?— grita furioso —¡¡Mátenla!! Les ordeno que la maten.
—Cuando hay dinero, el poder no sirve de nada— le quito el seguro —Tienes una tercera oportunidad, te largas y nos dejas en paz o te disparo en la frente, puedo alegar que fue por defensa propia— sonrió —Tictac, tictac, el tiempo se acaba.
—¡Deja a mi hija en paz!.
—No quiero— le digo —Diez, nueve…
—Papá, te lo dije, no somos nada más que amigas que necesitamos cerrar un ciclo.
—Seis, cinco…
—Toca a tu hija y a mi esposa una vez, más, y me encargaré de que nunca te encuentre.
—Cuatro, tres.
—Te aseguro que si no aceptas ella va a jalar ese gatillo— le dice Mila.
—Dos.
—¡Papa!.
—Uno.
—¡ESTÁ BIEN!— grita al mismo tiempo que digo uno.
—No te costaba nada Montes— le digo —Mis amenazas no son en vano— sonrió y le doy un golpe en la frente con la pistola.
—¡Eres una…!.
—Recuerda bien estos momentos Montes, sé buen padre, trata bien a Rose y a Jasón.
—Solo no quiero que estés con ella.
—Es mi esposa— dice Elijah
—Es y será mi Rose, pero no, ya no seremos ni somos nada de lo que te imaginas.
—Lo entendimos antes de que nos diéramos cuenta papa, eres el único que no lo entiendes y vives en el pasado, ella tiene a Elijah, yo tengo a alguien que me gusta.
—Vete y no vengas a buscarme más porque si no me detendré y tendrás una bala en tu cráneo y para eso no hay cura.
Rose lo ayuda a levantarse y este se quita de su ayuda, camina hasta el elevador, todos los seguimos con la mirada hasta que desaparece en el elevador.
—¡Eso se sintió tan bien!— digo y siento que el aire al fin entra en mis pulmones —Sin ofender Rose.
—Keres escúchame y guarda esa arma— me dice Elijah.
—Sí, Keres baja el arma.— me dice Rose,
—Es falsa— les digo —Es una réplica, pero esta lanza agua— le aviento un chorro a Elijah.
—¡Oh maldita sea, pudiste salir herida!— me grita Elijah.
—Calla, calla— le digo lanzándole agua
—Mierda Keres, para.
—Ayer no me decías eso— le digo sonriendo.
—Entonces es cierto, se casaron— me dice Rose.
—No.
—Sí.
—Le dije que me conquistara, pero no se aplica.
—Eli, yo te puedo dar consejos— le dice Rose —También sé lo que le gusta y como le gusta.
Nos volteamos a ver, sabe como molestarlo, pero también sabe que me encanta molestarlo y me encanta, porque al fin aceptamos el final de la historia y volvimos a ser amigas.
—Yo también— dice Mila para molestarlo.
—¿Con quién más?— me dice Elijah.
—Con quien me acosté no te interesa.
—Uh Eli se puso celoso, te ves tan tierno.
—Rose, porque no vas con tu hermano que no deja de llamarme.
—Lo olvide, le marque llorando— dice sorprendida —Me tengo que ir.
—Ten— le entrego mi tarjeta —Es el número de la oficina y el de negocios, aún no me aprendo mi nuevo número, si pasa algo márcame siempre estaré para ti.
—Kers, te agradezco lo que hiciste por mi hoy, espero y mi padre cumpla con su parte— me da un beso —Te hablo, para salir un día.
—Tienes que hablarme de quién te gusta— me dice que si y va al elevador.
—Tengo el día libre, asi que nos vemos— dice Mila alcanzando a Rose.
Cuando se abre el elevador, camino a mi oficina y Elijah me sigue, pongo el arma en el escritorio, mi bolso y me siento en la silla.
—Keres— me dice y mi cuerpo sintió un sentimiento algo extraño.
—Abre esa puerta y saca una bolsa de hielo, por favor.
—¿Te pasa algo?— me pregunta mientras se dirige a donde le indique.
—Crees que lo que olvide a alguien que me haya hecho daño— le digo.
—¿Por qué?— me entrega la bolsa y me la pongo en la mejilla.
—Siento algo extraño, miedo, rencor, pero mi cuerpo registro el dolor como algo humillante, como si estuviera acostumbrado.— Elijah, me mira raro —Es complicado explicar como me siento.
—Keres yo…
—Olvídalo, estoy loca— lo interrumpo —Solo fueron muchas emociones encontradas.
—Debió de ser eso— me dice —No siempre te enfrentas asi a las personas, no imagino la presión que debiste de sentir.
—Se sintió bien, muy bien.
—¿Hubieras disparado? Claro, si fuera de verdad.
—Sí, mis advertencias siempre se cumplen, yo no hago advertencias en vano.
—¿Y si los guardias no hubieran aceptado? Pudieron dispararte.
—Existía la posibilidad, pero no todos se niegan cuando propongo una oferta, era claro que ganaría— le digo —Cambiemos de tema.
Me levanta de mi silla y se sienta él para después sentarme en sus piernas.
—Sobre lo de ayer.
—¿Qué tiene?.
—No nos cuidamos.
—Tome la pastilla del día siguiente— le miento —No quiero bebes.
—Aun si existiera la posibilidad que no funcionara, yo me haría responsable.
—No lo dudo.
—Bien, conmigo siempre estarás segura.
—Conmigo también estarás seguro.
—Salvo que sea mi cartera, reloj, zapatos, celular, llantas— me dice riéndose.
—Me gusta la venganza— le digo —Y mucho.
—Si tu plan era humillarme, créeme que pase por mucha vergüenza.
—Pero también pasaste con mucho placer.
—Cierto, también pase por mucho placer.
—Dijiste que era tu esposa— le digo —Estás decidido.
—Lo estoy, como no tengas idea.— me recuesto en su hombro —¿Quieres ir a una fiesta pasado mañana?.
—No me gusta salir, a veces mucha gente me da ansiedad.
—Es la fiesta de un taxista que conocí, su nieto cumplirá años.
—No sabía que tomabas taxis y que eras tan amigable.
—Me dejaste sin nada en el hotel, hice lo que pude, hasta me salió gratis el viaje.
—Le diste lástima— le digo riéndome.
—Es probable, ¿Tienes algo que hacer?.
—Ir a mi casa, descansar.
—¿Quieres ir a mi casa?.
—Está muy lejos.
—Me cambié de casa.— me dice —Quería estar cercas de ti.
—¿Dónde vives?.
—En el mismo edificio que tú, en el Penthouse.
—Asi que tú eres el dueño, vaya destino.
—Si— me da un beso —Y si ya tienes todo, porque no tienes la tarjeta— la pone en el escritorio.
—Esa propuesta me gusta— le digo.
—Quédate con mi cartera, solo necesito mi identificación y mi reloj.
—¿Entonces ya no tengo nada de valor?.
—La pura cartera vale unos 2000 dólares— me dice —Pero no, mi asistente tramito, otras para mí, te dije, eres mi esposa y lo tuyo es mío.
—Ahora si hablas mi idioma.— le digo —Vamos que tengo sueño.
Me levanto y lo jalo para que se levante, para después caminar al elevador.
—Tu rostro se está tornando morado— maldice —Debí de matarlo cuando te toco.
—Debí de matarlo en cuanto piso mi lugar
Me mira mientras bajamos, las puertas del elevador se abren, Elijah toma mi mano y salimos del elevador, me sentí como Cassie cuando iba entrando a la escuela de la mano con Nate haciendo su relación pública, esa sensación de poder y extravagancia estaban en mí caminar.