Actos a los que nos condenamos.

1761 Words
El sonido de un celular me despierta, unos brazos están al rededor de mi cintura, me muevo un poco, pero su agarre se vuelve más fuerte. —No te vayas. Su voz sonó tan clara, que temí que fuera mentira y mi mente me jugara una mala pasada. Pero estaba ahí, dormido, aferrado a mi cuerpo, las sabanas se sintieron de pronto tan pesadas, la habitación se sintió chica y con poco oxígeno, tal vez mi mente no recuerda, pero ahora que sé la verdad de lo que paso en esta casa, me da miedo estar aquí. No son sus brazos los que me atormentan, ni el calor que su cuerpo desprende, tampoco es su aroma, es el lugar frente a su cama, esas puertas de aquella habitación, en donde caí tratando de morir, en donde me canse de todo. Ana y la Keres del pasado me perdonarán que me esté enamorando de quien las tomo como prisioneras y por el que pasaron tantas cosas. ¿Perdonarán que esté acosada, en la cama donde posiblemente el abuso de ellas?. ¿Me perdonarán por olvidar aquello y seguir con mi vida?. Las respuestas a esas preguntas me provocan un miedo, tal vez nunca debí de saber quién era en mi pasado, debí de seguir siendo ignorante como lo he hecho estos años. —¿Por qué no duermes?. —¿Aquí paso todo?.— pregunto. —¿Paso todo de qué?. —Aquí en esta cama fue donde tú… —No, fue en la habitación de frente. —¿Por qué conservas la habitación?. —Como castigo a mí mismo— me dice sincero —No merezco olvidar aquel daño que le hice. —Aunque no sea ella— miento —¿Siguen pensando que soy Ana?. —No— miente lo sé. —Me miras y la vez a ella, verdad. —Al principio— me pongo de lado para mirarlo a los ojos —Creía y a veces siento que eres ella, pero me di cuenta de que es imposible, cuando se disparó quede lleno de ella. —¿Me pediste matrimonio por ella?. —No, lo hice porque me enamore de ti al segundo que te vi. —¿Si te pido algo lo harías?. —Siempre— me dice al mismo tiempo que pone su mano en mi mejilla. —Quiero desacerarme de esa habitación, dona, vende, lo que está ahí, no quiero ser la sombra de alguien. Pude ver la lucha en su mirada y cuanto le costaba darme una respuesta, pero al final me dijo que sí moviendo su cabeza. —Lo haré por ti y por ella, es hora de que la deje ir. —Es hora de quitar aquel lugar que se convirtió en una condena para ti y para ella. —Lo es ¿verdad?. —Te aseguro que estará agradecida y estoy segura de que sea donde este su alma, sabe la verdad, que ambos fueron víctimas de una persona o de otra. —Espero y algún día me perdoné, siempre estaré en deuda— suspira —¿Por qué despertaste?. —Escuche un celular. —Debió de ser uno de mis guardias. —Gracias por recogerme.— me acuesto en su pecho. —Perdón por no defenderte. —Elijah— lo miro —A veces no sé quién soy, me pierdo tanto en mi locura, que hago cosas que nunca pensé hacer, pero cada una de ellas me ha llevado a lugares, personas y experiencias diferentes que valen la pena. —Pero. —Creí que la locura más grande que hice fue amar a Rose, pero ahora me doy cuenta de que la locura más grande fue aceptar, casarme con una persona conocí hace nada. —Keres tú… —No me arrepiento, porque esta locura me está gustando tanto que quiero que sea eterna. Pude escuchar y sentir como su corazón se volvía loco al igual que el mío. —Porque temerle a la locura, si de ella provienen las cosas más hermosas y las mentes más perfectas— me dice. —Joder. Me subo sobre su regazo y lo beso, con hambre, con deseo, sus brazos van de inmediato a tocar mi cuerpo, paso mis manos repasando su rostro, memorizando aquello que fue y será mío hasta que decida que no. Su cuerpo queda frente a mí y ahora es él, el que detalla mi rostro, encontrando las diferencias que Ana y yo tenemos. Vuelve a besarme, vuelve a tocarme, vuelvo a sentir su tacto en mi piel, aspiro ese aroma que me llevo a la locura y me fundo en él, entregándome en cuerpo y tal vez en alma. Su boca desciende hasta mis pechos y los devora tan deliciosamente que me es imposible no gemir, continua su recorrido besando mi vientre, pasando por el monte de venus, deteniéndose a verme por unos segundos antes de seguir su camino. Sus gruesos labios besan el punto más sensible, dos de sus dedos entran en mí en el momento más justo, atrayéndolos hacia el frente tocando ese segundo punto de placer… Su lengua parecía moverse al ritmo con el que mis gemidos salían de mi boca, terminando conmigo en un abrazador orgasmo. Me sentía viva. Me sentía satisfecha. Me sentía suya. Sus labios regresaron a los míos y nos devoramos como si los siglos los hubieran separado, pero no era todo lo que quería que regresara a mí, con un movimiento sutil entro en mí, moviéndose con calma. Elijah repetía que era suya, que le pertenecía, que era perfecta, no podía protestar a eso, porque con cada movimiento yo lo tomaba como mío, él me pertenecía y no solo de la forma carnal en la que uno le puede pertenecer a alguien. Él lo sabía, ambos lo sabíamos, sabíamos que éramos el uno para el otro y que ese era el momento de reclamarnos como nuestros. En ese acto tan satisfactorio y tan energético en el que nos habíamos condenado, por el resto de nuestras vidas, ese acto que llamamos hacer el amor. El día nos alcanzó y desearía que no lo hiciera, quería quedarme en sus brazos para siempre. —Keres— susurro mi nombre —Keres, Keres— amaba la forma en que lo decía. —Elijah, Elijah, Elijah. —Casémonos la siguiente semana. —No podemos. —Claro que podemos, tienes una empresa que lo puede hacer de un día a otro. —Lo sé. —¿Entonces?. —Es el lanzamiento de la colaboración. —Podemos aplazarlo. —Esa era la única fecha que podía Eres. —Cierto. —Además, no me has dado anillo y nadie sabe, quiero que todos se enteren de que Keres Thompson se casara con el conquistador Elijah Monroe. —Para mí ya eres la señora Monroe. —Thompson Monroe— le aclaro. —Thompson Monroe— repite —Comprometámonos en el evento y casémonos la siguiente semana. —Bien. —¿En serio?. —Sí— le doy un beso —Además, te tengo una sorpresa que sabrás el sábado. —Ya quiero que sea sábado. —Yo también. Cuando dieron las 12, llegamos al trabajo juntos, al parecer alguien entrego una maleta con mi ropa (Maciel) al guardaespaldas de Elijah. —Odio que no trabajemos juntos. —Esta mujer tiene que hacerse cargo de su empresa. —¿Nos vemos a la salida?. —Saldré tarde— le digo —Nos vemos en tu departamento. —Perfecto. Me da un beso y sale del elevador. Las puertas se abren en mi piso y empiezo a dar órdenes para el evento, tiene que salir a la perfección. —Ok— miro a las chicas —Las tengo aquí reunidas para anunciar que me caso en dos semanas. —No pierdes el tiempo— me dice Mila. —¿Cómo te ayudamos?.— me dice Maciel sonriendo. —Amor tiene una empresa que puede hacer eso por ella— dice Vero. —Puede, pero no— las miro —Anunciaremos el compromiso el mismo día del evento. —Anotado— dice Mila. —Vayan pidiendo permiso, porque desde ahora hasta el día de mi matrimonio las quiero conmigo, Maciel quiero que me entregues al altar, Mila y Vero, sean mis damas, no las tres, sean mis damas, además de que me entregues. Me les quedo mirando esperando una respuesta que me parece eterna, se voltean a ver entre ellas y al mismo tiempo gritan que sí. —Sería un honor entregarte al altar— me dice Maciel sonriendo. —Me vería hermosa como dama de honor— sonríe Vero. —No podría estar más feliz de ser tu dama— dice Mila. —No puedo creer que me vaya a casar— les digo —¿Cuándo escogemos los vestidos? ¿En dónde los compraremos? ¿Dónde me casaré?. —Yo me encargo de los vestidos, una ventaja de ser modelo es que conoces a diseñadores que lo pueden hacer en ese tiempo— me dice Vero. —Ok, eso me parece bien, has la cita y que prepare diseños basados en la imagen de nosotras cuatro, cuando tengas las fechas me dices para agregarla a la agenda.— le dice Mila. —Seguro, seguro, serán azul hielo— le dice Maciel —Dile que prepare varias muestras de tela en esos colores y para diferentes escenarios, ya sea en jardín, playa, yate no sé. —Cierto— dice Mila. —Listo— dice Vero —En un rato me tendrá la fecha. —En cuanto al lugar— les digo —Eso lo debo de escoger con Elijah, ¿Verdad?. —Sí, como ambos son empresarios, tienen que invitar a accionistas y esas cosas— dice Mila. —Argollas, no creo que Elijah quiera que las diseñe otra empresa, asi que Rose puede diseñarlas y que se hagan en su empresa.— les digo. —Exacto.— dice Mila —Háblalo con Elijah y después comunícame para ponerme de acuerdo con Rose. —Ok— dice Maciel —Ahora viene lo más importante. —¿Qué?.— le pregunto. —¡La despedida de soltera!.— me dice —No te preocupes, será inolvidable, yo me encargo de todo. —La reunión está terminada, chicas, tenemos mucho en que trabajar.— les dice Mila y salen de la oficina. Parece que tomaron el control y eso me gusta, no sé si yo pudiera hacer esto sin su ayuda, son mi familia y más que nunca las quiero involucradas en esto.
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