La mesa frente a Angelo estaba cubierta con mapas y documentos, cada uno de ellos detallando los movimientos recientes de Simone Greco en Catania y los alrededores. Angelo estaba de pie, observando en silencio, con las manos firmemente apoyadas sobre el borde de la mesa. Su rostro, que solía ser sereno y controlado, ahora tenía una dureza que hacía que sus hombres lo miraran con respeto y un toque de miedo. La transformación de Angelo era evidente. El fiscal que una vez había luchado por la justicia estaba enterrado junto a Luna. Ahora, ante ellos, estaba el underboss de la familia Rizzo, un hombre decidido a no mostrar debilidad, ni ante sus aliados ni ante sus enemigos. Y Simone Greco, con su nuevo poder tras su matrimonio con Greta Salvo, estaba rápidamente convirtiéndose en uno de