El avión privado aterrizó suavemente en el aeródromo de París, y Angelo se relajó brevemente en el asiento de cuero, observando cómo la ciudad se desplegaba bajo un cielo gris. A su lado, Renata estaba radiante, con su cabello n***o perfectamente peinado y una sonrisa que iluminaba su rostro. Desde que subieron al avión, no había parado de hablar sobre las joyas que verían en la subasta. —¡Estoy tan emocionada! —dijo, mientras bajaba las escaleras del avión—. No tienes idea de lo especiales que son estas piezas, Angelo. La colección Montpensier es de las más raras del mundo. ¡Y estamos a punto de verlas! Angelo solo asintió, mostrando una leve sonrisa mientras avanzaban hacia el coche que los esperaba. Renata siempre tenía una energía contagiosa, pero en ese momento, él estaba más centra