Era un día más y él solo agradecía a la sensación en su pecho… ese pequeño bocado de motivación. Las palabras de sus capos resonaban en la sala, hablando de los últimos movimientos, los ataques en Catania. Lo único que lo mantenía en pie era la adrenalina, la violencia que lo hacía sentir algo, aunque fuera efímero. Había aplastado a Simone Greco en todos los aspectos posibles. Cerró sus rutas, lo acorraló, lo asfixió. Y cuando al fin Simone bajó la guardia, Angelo fue directo a por su cabeza. Pero Simone había sido más rápido de lo que esperaba. Sus hombres no consiguieron matarlo, no ese día. Pero eso solo hizo que el fuego en su interior ardiera con más fuerza. No era la victoria lo que buscaba. Era la sensación, la lucha. Necesitaba esa adrenalina para seguir adelante, para no h