Ya era normal en ella estar mirando por encima de sus hombros, caminando de prisa y buscando entre la gente su rostro… el rostro de su captor. La primera vez que intentó escapar había fallado, y la cita en la clínica de fertilidad tuvo que ser cancelada. Habían reprogramado la entrevista para dos semanas después, dándole un segundo respiro. Y ahora, por fin, estaba aquí, con dos días de antelación, lista para afrontar lo que sería su única oportunidad de rehacer su vida. Pero algo la atormentaba. Con ese dinero podría huir, irse lejos… y esperar que Simone no tome represalias contra sus padres. Pero ese era su único pase a la libertad. Desde que había huido, Ginevra había pasado cada día en un pequeño motel, barato y apartado de las zonas más transitadas de la ciudad. La habitación e