—¡Hija de puta! —murmuró Ginevra entre dientes, golpeando la puerta de su habitación con frustración. Se suponía que ese día sería su oportunidad de escapar, pero ahora, todo su plan se estaba desmoronando. Ya tenía el dinero, no podía quedarse allí, quería pensar en los padres del bebé que ella esperaba, pero… ellos no eran los padres, eran quienes querían robárselo y ella no iba a entregarle un bebé a esas personas que, a pesar de que sabían lo que hacían, seguían adelante con ello, ella no podía, no era así. Y ya tampoco podía continuar con esa mentira. Sofia había enviado a una mujer a "acompañarla" durante las tareas que tenía que hacer ese día. Según la excusa, era para que le hiciera compañía y la ayudara con las compras. Pero Ginevra no era estúpida. Sabía perfectamente que