A ésta altura, el viento golpeaba con fuerza en mi rostro, logrando incluso que perdiera el equilibrio hasta hacerme casi resbalar y caer. Me reí como maniática mientras abría mis manos para buscar equilibrio y así caminar por el borde del Chicago Place. «Uno, dos, tres pasos, da la vuelta, uno, dos, tres pasos» No pretendía saltar al vacío para acabar con mi estúpida vida. Pero admitía el hecho de que estar ahí arriba, me provocaba una enorme descarga de adrenalina. Además de que quería probar mi suerte, pues si resbala y caía, no tenía nada que perder, y si no caía en las próximas veinte vueltas que iba a dar, pues entonces bajaría y me iría a casa para encerrarme en mi habitación y romper a llorar. Ya había transcurrido dos meses desde que Thiago se había ido. Dos meses donde tuve q