El Deseo de Olvidarla

2269 Words
Hasta el momento del encuentro con Rubí, el empresario y CEO Ariel, a pesar de mencionar o dejar en claro que no era una persona fácil de convencer o de hacer que cambiara de ideales, hasta este momento su manera de actuar desde que conoció a Rubí, sin lugar a duda ya ella consiguió que Ariel cambiara en algunas circunstancias sin que directamente se percatara de esa situación como tal, esos pequeños cambios como salirse de su rutina diaria, aventurarse con una desconocida, así como mantener el pensamiento puesto en esa persona que no considero llegar a enamorase. ¡Ahora Ariel Montes comenzó a actuar como una persona normal! Como un ser humano y no continuar convirtiéndose en un androide por su manera recta y llena de prejuicios o moralidades en las cuales fue inculcado y que se trataba casi que, de un asunto religioso, que Ariel Montes trabajara y actuara conforme a su ley y deseo en la vida. Ahora con el deseo de alguna manera de intentar arrancarse de sus pensamientos a Rubí, acepto reunirse con Chelsea para llevar a cabo el deseo de su piel e intentar que la Psicóloga se encargara de borrar ese tipo de sentimientos o deseos que comenzaban a consumir su tiempo y manera de conducirse por la vida, para Ariel se convirtió en una medida de escape repentina y oportuna, aunque para Chelsea eso significara su despedida de Ariel, al encontrarse en circunstancias en las cuales deseaba cambiar de vida y Ariel siempre la empujo a buscar esos nuevos horizontes en su vida como profesional. Sin meditarlo tanto tiempo y mientras Rubí se dirigía a encontrarse con su hermana en esa motocicleta en la cual Ariel se condujo por Massachusetts y dejando su esencia en la misma, esta hermosa y bella pelirroja mujer Rubí, manejaba la motocicleta como si se tratara del cuerpo de Ariel, recordando como montaba por encima del abdomen de Ariel durante esas dos oportunidades en las que se entregó con todo el fuego y pasión que jamás nunca antes entrego en otro cuerpo. Saliendo a toda prisa de la mansión de David para dirigirse hacia el sur pegado a la frontera con México, Rubí, tomaba la carretera como si se tratara de su vida, a toda velocidad y recordando cada beso y caricia que Ariel dejó plasmado en su piel, el viento tocaba cada parte de su cuerpo y ella recordaba esas manos grandes y gruesas de Ariel acariciando su cuerpo hasta estacionarse en sus zonas íntimas. A la hermosa Rubí le excitó el momento en el que aceleraba y sentía como su hermosa motocicleta, vibraba de la velocidad y provocaba esos impulsos eléctricos en su interior. ¡Como queriendo experimentar un orgasmo en la carretera con los recuerdos de Ariel en su cuerpo! Todo ello mientras Ariel despegaba del aeropuerto en su avión privado para dirigirse hacia New York para encontrarse con Chelsea. —¡Pero que sorpresa Ariel! Si mal no recuerdo mencionaste que vendrías en veinticuatro horas y apenas han pasado unas cuantas horas desde que hablamos. —¿Entonces Chelsea? He venido a charlar contigo o me has llamado para algo más interesante, porque sinceramente no deseo perder mi vuelo exprés por una sola conversación con tu vida solitaria. El CEO de alguna manera se estaba comportando de la misma manera que debió comportarse con Rubí, la diferencia entre una y otra persona, era que Ariel se enamoró de Rubí, mientras que a Chelsea la veía como una solución a sus pensamientos oscuros, a sus deseos más bajos y deprimentes a su infortunio de padecer eso que le llamaban. “Falta de sociabilidad con los seres humanos” por lo que su frialdad se hizo presente nuevamente frente a Chelsea que estaba más que acostumbrada a su frialdad y manera cortante de actuar. —Es más que obvio que no, Ariel, ciertamente te he llamado porque creo que esta es la última vez que podremos encontrarnos, he decidido abandonar América y marcharme hacia Holanda, creo que es momento de dejar atrás todo lo que conoces de mi hasta ahora. —Entonces en vista que has decidido marcharte de aquí, creo que esta última vez será aún más que interesante entre nosotros, espero dejar un buen recuerdo en ti, mi psicóloga Chelsea. La puerta de ese departamento se cerró por durante las próximas horas hasta que la moral y los prejuicios retomaran su conciencia. Chelsea no era precisamente una mujer recatada en la intimidad, a pesar que provenía de familia empoderada y de la alta sociedad, ella siempre se catalogó como una mujer con un trastorno psicológico incontrolable, llamado híper sexualidad o ninfómana, situación que aparte de Ariel y de un amor antiguo en su vida, nadie más que ellos eran capaces de complacer sus más bajos deseos de satisfacción en la intimidad. No era de alguna manera costumbre que Ariel llegara a mostrase como un ser dominante, en cambio deseaba que Chelsea en sus encuentros casuales, tomara precisamente ese rol de dominatriz, por lo que tomo completamente por sorpresa que Ariel en esta ocasión se atreviera a arrancar de su piel esas vestiduras de seda y lino fino que vestía Chelsea en su alcoba, los labios de Ariel se dirigieron directamente hacia sus pechos y con deseo ardiente de acabar con todo lo que estaba por dentro de sus labios, beso y mordía con ansiedad cada parte redonda y excitada de Chelsea al sentir ese fuego ardiendo de parte de Ariel. Chelsea se sorprendió en la manera en la que Ariel desde el inicio se postuló como el dominante en la relación, pareciera ser que Ariel estaba intentando llegar a lo profundo de su cuerpo y no precisamente a lo profundo de sus pensamientos, por lo que Chelsea al sentirse un tanto excitada pero extrañada por la situación, exclamo con el aliento ardiendo en su interior al oído de Ariel, mientras se retorcía del placer recibido en sus pechos. —¿Quién se atrevió a utilizarte y luego abandonarte Ariel? —Chelsea inmediatamente como toda una psicóloga profesional, percibió que lo que estaba sucediendo en esa habitación y con el deseo incesante de Ariel, era precisamente provocado por algún tipo de desilusión amorosa del que Ariel podría haber sido la víctima, ¿Quizás no estaba equivocada? Pero más bien Ariel deseaba olvidar a Rubí entrando con todo el deseo y violencia en la piel de Chelsea. Al escuchar esas palabras de parte de Chelsea, el deseo de Ariel se incrementó y abandono esos pechos de mediana circunferencia pero que eran más que necesarios para el deseo y pensamiento de Ariel. Abandono ese lugar y tras dejar caer a Chelsea sobre la alfombra del departamento, desvistiéndose por completo y dejando a la vista que su deseo no era espontaneo, menciono con la altivez y el orgullo característico de un hombre que parecía ser que no contaba con sentimientos. —¡Aun no existe la mujer que se atreva a utilizarme para luego desparecer como lo provoco Rubí! Chelsea escucho ese nombre de los labios de Ariel y su sospecha cambio entonces a que Ariel no estaba atravesando una situación de dolor por haber sido utilizado, sino más bien el sentimiento de intentar olvidar a alguien que seguramente amaba más que desear con su cuerpo. No le provocó importancia a Chelsea en ese momento, dejando que entonces Ariel entrara en acción sin dejar un solo pensamiento lo que dos cuerpos naturales y sedientos de excitación, estaban a punto de hacer entre ellos. La temperatura cambio considerablemente de lugar y esa fiebre de verano se convirtió en un infierno en los cuerpos amándose incansablemente hasta que cualquiera de los dos comenzara a dejar de responder por el placer de ambos en la alfombra y llegando hasta la misma ventana de su habitación, con esa luz que provenía del exterior y sus cuerpos pegados a la ventana transparente de la habitación, el cuerpo de Chelsea se retorcía del placer y la locura provocada por esa herramienta por dentro de su deseo, por dentro de esa flor de loto que enloquecía al resto de hombres con los que hasta entonces ella experimento lo que era el deseo y la necesidad de ser amada y seducida hasta el cansancio. Parecía ser que Ariel no alcanzaba ese punto exacto en el que, con su desesperación por arrancarse las caricias de Rubí en su cuerpo, entonces le solicito a Chelsea recrear todas aquellas posiciones en las que amó y se desenfrenó con Rubí en ese hotel en Boston y aquella noche en la que fue la última que alcanzo a observarla con la herida en su pecho. Ciertamente Chelsea deseaba continuar con la relación que servía como su despedida definitiva de la vida de Ariel, pero desde ese momento en el que se percató que eran imágenes que provenían de sus recuerdos con esa mujer que menciono antes de adentrarse a su interior con toda su herramienta dispuesta a destrozar sus deseos; Chelsea se llegó sentir un tanto incomoda por la manera en la que Ariel comenzó a tomar su cuerpo en manera de servir solo como un objeto y no como la mujer que era ella. Aun así no mencionó nada en ese momento, porque le pareció interesante descubrir la manera en la que un hombre dispuesto a intentar olvidar otra piel con otro cuerpo, era capaz de utilizar sus recuerdos para sustituirlos con sus acciones momentáneas, como buena psicóloga no dejaba de estudiar la mente del ser humano y Ariel para ella se convirtió en todo un experimento y con ello terminó por comprender como actuaba una persona arrogante en no ser capaz de admitir que no le era fácil de olvidar la piel que fue capaz de enamorar su corazón. El tiempo comenzó a consumirse entre ellos, el desorden en el departamento fue más que evidente, las estrellas comenzaron a esconderse en el firmamento de sus cuerpos saciados y exhaustos del placer rebosante que cada uno de ellos experimento como sus pensamientos se los permitieron, para esa hora de la madrugada en la que Ariel dejo el cuerpo de Chelsea al borde de la locura y la desesperación por conocer cada detalle de lo que ocurrió con Rubí, fue entonces que Chelsea no se abstuvo más de la situación y pregunto mientras esa hermosa y blanda flor de loto respiraba agitada y deseando ser regada por el rocío de la madrugada. —No puedo ni imaginarme lo que esa mujer de nombre Rubí, te ha de haber hecho sentir en la intimidad, como para que todo ese deseo se desbordara conmigo esta noche. Ariel supo entonces por donde es que Chelsea deseaba encaminar la conversación, a lo que no queriendo directamente provocarlo de esa manera, menciono con el sabor de la piel de Chelsea en sus labios. —¿Si lo que deseas preguntar es si me enamore de Rubí? La respuesta es que si Chelsea, no imaginé ese escenario en el que llegara a enamorarme de una mujer como ella, tan diferente a todo lo que siempre esperé de una mujer. —Seguramente Ariel, casi nunca los seres humanos nos enamoramos de aquellas personas que comparten nuestros gustos y deseos por la vida, casi siempre es lo opuesto a lo que somos, lo que nos atrae de las demás personas, de lo contrario no me tuvieras entre tus piernas cada vez que te he llamado. —Seguramente Chelsea, solo que en su momento considere por unos breves instantes que podrías ser esa mujer que ocupara un lugar en mi corazón, porque aunque para ti puedo ser un hombre diferente a lo que podrías considerar en tu vida, en cambio te consideré la mujer que cuadraba con mi estilo de vida, pero después de conocer a Rubí, me di cuenta que entre tú y yo, nos une el único sentimiento del deseo, que al parecer esta es y fue nuestra última oportunidad para encontrar el deseo y ahogar nuestra pasión en un grito de deseo. —Entonces deseo Ariel que esa mujer, te valore cuando vuelva a cruzarse en tu camino, porque hay algo en mi interior que me hace sentir que la historia entre Rubí y tu persona, ¡Aun no ha terminado! Ve y busca a la persona que seguramente también está pensando en ti como tú en ella ahora mismo. Al quedarse profundamente dormida en el pecho de Ariel como era costumbre de alguna manera de Chelsea, el cielo despertó y marcaba precisamente el camino hacia un nuevo comienzo ¿Posiblemente diferente? Pero el destino marcaba un nuevo comienzo con los mismos seres que se encontraron para amarse. Chelsea despertó al no sentir el cuerpo de Ariel entre sus sabanas, suspirando profundamente y sabiendo que sería la última vez que entonces lo habría visto, el destino como tal de Chelsea también estaba marcado, pero al voltear la mirada, sobre su mesa se encontraba una nota con un sobre por debajo que rezaba… —Muy posiblemente no te vuelvas a cruzar en mi vida, no consideres esto como un pago a tu increíble servicio durante estos años como mi psicóloga personal, considera este regalo como un agradecimiento de mi parte por haberme hecho entender que la vida es una y debo vivir como me sea posible, ¡Gasta lo que desees, solo no exageres mi Psicóloga Chelsea! Chelsea sonrió tras colocar la nota sobre sus pechos y el sobre que contenía una tarjeta de crédito en su interior, para simplemente exclamar. —¡Típico de ti Ariel Montes! Mi eterno Ariel. Nunca me olvidaré de ti.
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