Mi Confesión

2196 Words
El día del reencuentro con Ariel, sin lugar a duda fue de lo más esperado y deseado que había anhelado hasta ese momento. Ariel en todo momento no dejó de mostrar su interés y su deseo por estar a mi lado y era una de las cosas por las cuales me llegaba a sentir completamente enamorada con ese deseo incontrolable de estar entre sus brazos. Mientras nos encontrábamos en la oficina antes de salir a la propuesta que le realice en cuanto a cenar ese día para posteriormente llegar a un hotel, no existía manera de soportar la lujuria, de alguna manera el deseo y las ganas de estar juntos. Obviamente no era el lugar y momento adecuado, pero tras unos coqueteos y besos apasionados me detuve para no continuar en esa situación y no provocar que más de algunos de los empleados que se encontraban presentes nos encontraran en esa situación, por lo que inmediatamente después de detener el impulso y el deseo que era casi insostenible entre nosotros, nos marchamos inmediatamente del lugar. Sus miradas no dejaban de provocarme deseo y más que marcharnos directamente a cenar, nuestros cuerpos lo que pedían a gritos era estar desnudos uno frente al otro y comernos vivos sin parar de ser posible hasta el final de la vida, definitivamente estar entre los brazos y el deseo de Ariel era lo más hermoso y exquisito posible que mi cuerpo podría experimentar en la vida. ¡Nunca llegue a experimentar ese tipo de satisfacciones como esas ocasiones en las que comenzamos a estar entre nosotros dejándonos llevar por nuestro deseo y la lujuria que nos rodeaba y nos apasionaba con sólo una mirada! Ese era el amor que estaba reinando en nuestras vidas, era el amor que con ansias y deseo se apoderaba de nuestros cuerpos y nos envolvía en un fuego envolvente que no nos soltaba hasta que encontráramos la plena satisfacción de entregarnos a la pasión. Después de esa cena, que por cierto Ariel insistió hasta el cansancio en pagar la cuenta, también le insistí que era mi propuesta y mi deseo invitar en esa ocasión, deseaba que sintiera también la emoción de sentirse invitado por una mujer así se tratara de una vez en la vida, porque después de esa ocasión nunca más me volvió a aceptar una sola salida donde me tocara pagar. A la larga era un joven testarudo, pero no machista. Ariel más bien era todo un caballero y un príncipe dorado, porque nunca permitía que me encargara de pagar cualquier deseo que se me cruzara en la mente. Ariel es de los hombres que sabe tratar a una dama, incluso a una mujer de la mafia, como si en verdad se tratara de una reina. Ariel definitivamente se ganaba en cada pequeño y gran detalle grandes pedazos de mi corazón y de mi alma, podría afirmar y asegurar que Ariel era el hombre más perfecto en lo personal en la vida y en lo que podría existir, porque estaba constantemente reinventando el amor no sólo para su propia complacencia sino literalmente solo para complacerme a cada instante en el cual el fuego y la pasión nos consumía en donde quiera que nos encontramos. Simplemente era necesario o suficiente cruzar nuestras miradas para caer envueltos en ese fuego que prácticamente no encontraba sosiego y que no lograba consumirse hasta horas después de haber iniciado ese encuentro pasional entre dos cuerpos desnudos amantes de la luna que se amaban y deseaban como si no existiera un futuro que vivir o como si no hubiese un cielo que alcanzar o una Tierra en la cual aterrizar, el amor con Ariel era realmente ¡Hacer el amor! Al salir de ese restaurante nuestra última parada de esa noche era el hotel más cercano, pero de igual manera uno de los más excéntricos y lujosos del área, mismo lugar qué se inundó con los gritos de desesperación, de placer, que se llenaron de marcas de mi piel sobre las fundas y sábanas de ese colchón. Las paredes quedaron manchadas con las marcas de mis manos y de mis pechos mientras Ariel con su cuerpo y su deseo acariciaba cada centímetro de mi cuerpo mientras su enorme deseo y su grueso amor se introducían en mi cuerpo. En ese instante no recordaba cuándo fue la última vez que me sentí tan deseada como en ese instante, porque cada noche o cada momento junto a Ariel era una nueva oportunidad de sentirme plena y llena de deseo, cada segundo que pasaba enredada entre sus piernas y recibiendo cada centímetro de su deseo por dentro de mi vientre, era una experiencia completamente placentera que no llegaba a compararse con ningún otro hombre con el que llegué a estar en la intimidad anteriormente. Parecía de alguna manera que incluso no era la misma que se encontraba con Ariel en la intimidad en cada instante que me aferraba a su deseo y lo único que deseaba al final de ello, era recibir la descarga de su elixir. ¡No sabría decir con exactitud cómo me llegaba a sentir en su cuerpo! lo cierto es que me dejaba sentir como su excitación crecía conforme avanzaba ese encuentro íntimo entre dos almas que llegaron a encontrarse y amarse como únicos en un sistema universal del cual literalmente el amor sale de lo más profundo del ser humano para encontrarse con su otra mitad. Afortunadamente esa noche era yo, Rubí Echeverri la que se encontraba dentro de esa habitación enredándose en las piernas y en el deseo de Ariel. Afortunadamente aproveché cada gota de su elixir y no cualquier otra que buscaba enredarse en el deseo de mi hombre, con toda certeza ¡Eso jamás llegaría a suceder otra vez! Nadie me arrebataría al CEO hermoso y exquisito de mi existencia. Tras haber ingresado al hotel de los más lujosos que he conocido y que algo me hizo dudar en cuanto que no era la primera vez que Ariel se encontraba justo en ese lugar, con un tono de incertidumbre y de broma me acerque a su oído antes de bajar del auto para preguntar muy delicadamente mientras su ser se estremecía al sentirme tan cerca. —¿Es la primera vez que vienes a este lugar mi vida? pareciera que conoces muy bien el camino. Ariel sonrió mientras ocultaba su mirada y bajaba su cabeza, lo que me hizo creer que en verdad no era la primera vez que ingresaba a este lugar de amantes caminantes. —¡Creo que me has atrapado! —Respondió con la sonrisa en su rostro. Entonces luego de un respiro profundo el amor de mi vida exclamó. —Desearía ocultarte la verdad, pero lo cierto es que no es la primera vez que me encuentro en este sitio, la última vez que lo visité, fue precisamente cuando regresaba de Inglaterra de cerrar un negocio. ¿Ahora que si tu pregunta es si he estado con otra mujer aquí? Déjame decirte que eres la única y la primera en venir conmigo a un hotel. Extrañamente respire muy profundamente al escuchar sus palabras. No hay nada en el mundo que me haga desconfiar de las palabras de Ariel, por lo que estaba más que convencida que era la verdad, a lo que me tome el tiempo para besar y acariciar sus labios antes de llegar a la parte de arriba del hotel, tomada de su mano y con el deseo saliendo de mi cuerpo en ese momento de calor y de nerviosismo, porque sabía que era la noche, el momento para darle a conocer mi verdadero presente y la vida que estaba llevando. Me acerqué aún más a su cuerpo y susurré a su oído con extremo deseo. —Realmente me halagas con esas palabras, me haces sentir muy especial y única, ¡Nunca imagine vivir esta experiencia tan maravillosa a tu lado! Tras mis palabras no dejó de hacerme saber. —¡Espero que no sea solo una experiencia Rubí, deseo que sea para toda la vida! Siempre encontraba la manera para mejorar lo que tenía para decir, era como si mis palabras servían como trampolín para que expresara lo que en mi interior deseaba hacer saber, pero que no me salían las palabras exactas para expresarlo de esa manera, por lo que era definitivamente mi complemento. El camino hacia la habitación fue prácticamente el camino a la felicidad, desde minutos antes de ingresar, me saboreaba en el interior lo que en ese momento nos esperaba, era sin duda el deseo que me hacía estremecer del amor que derrochaba abrazada a su espalda y a su pecho. ¿Para que las palabras? Si nuestros cuerpos deseaban conversar de lo mucho que se extrañaron durante el tiempo que permanecimos separados, ¿Para que las miradas al viento? Si nuestros corazones deseaban observarse de frente durante el tiempo que necesitaran para admirarse hasta que el cielo mismo se cansara de observarnos. Me desprendí del vestido que prepare para la ocasión, me desprendí de los pensamientos y pendientes que se quedaron en la puerta del hotel, me entregue a lo único que en verdad importaba en ese momento, sentir el amor y el placer que Ariel comenzaba a entregarme con sus labios y caricias profundas. —¡No puedes imaginar la falta que me hacía adherirme a tu piel Rubí! —Exclamó con el fuego de sus labios, exclamó con el fuego de su corazón, a lo que con un aliento sofocante le respondí. —Solo deseo adherirme a tu piel y a tu corazón mi cielo estrellado. Inmediatamente me tomó entre tus manos gruesas y delicadas, me llevo a la pared más cercana a nuestros cuerpos, mi espalda se encontró con la pared y mi vientre con su abdomen, dejo que su ser ingresara en mi cuerpo como el deseo de los Dioses, me lleno de su entero deseo sin dejar un solo espacio a la imaginación, me empujaba hacia el espacio cercano al infinito, haciéndome ver algo más que las estrellas. Me aferré a su espalda como si no existiera un futuro en nuestras vidas, me aferré a sus labios como aferrándome a la vida misma con el deseo de sobrevivir al desastre de mi existencia. ¡Eso provocó que me llevara justo a la cama! Mientras eso aconteció, me dio la vuelta y su ser ingreso hacia mi desde la parte de atrás, lo veía por el reflejo del espejo frente de la cama y como sus expresiones de placer me transmitían algo más que solo amor. Sujetó con delicadeza, pero deseaba que me tomara como a una mujer mala, pero para no intervenir en su deseo, permití que me tomara como su deseo lo permitía, tomándome de la cabellera para curvar un poco mi espalda y hacer sentir esa parte apretada y fuerte en mi entre pierna, ¡Fue el apocalipsis del deseo! Sus movimientos eran sublimes, no permitió que me saliera de su herramienta, tras darme la vuelta y montarme en su abdomen, mientras se recostaba en la cama y me dedique a cabalgar su hermoso y exquisito cuerpo de hombre fuerte y poderoso en todos los sentidos posibles y necesarios. Sujetando mis caderas con una de sus manos, mientras que la otra acariciaba mis senos sin parar, eso me encendió al ritmo de casi saltar de placer por encima de su poderosa herramienta gruesa y venosa que sedienta de derramar cada gota de líquido que inundara el espacio en mi interior que necesitaba recibir esa descarga de placer. Me encontraba al punto de no retorno, me encontraba en ese punto exacto donde mis múltiples orgasmos se encontraban a punto de estallar, aunque no me encontraba muy segura si Ariel de igual manera estaría preparado para acabar dentro de mi ser, no era para presumir, pero nuestros encuentros no duraban menos de tres horas donde el espacio y tiempo parecía no terminar y sinceramente era todo lo que deseaba en la vida a su lado. Mi ser comenzó a convulsionar de tanto placer que no soportaba más dejar escapar su sonrisa en su rostro, era la evidencia de la satisfacción que le provocaba observarme retorcerme de ese extremo placer de nuestro encuentro, pero ¿Quién no podría sentirse de esa manera? Me resistía a no acabar así de repente, pero fue imposible, el exceso de placer me hizo la jugada de dejarme correr hasta que las palpitaciones de mi corazón se comenzaron a exaltar como si se tratara de un ataque al corazón por el amor y el placer provocado. Mis gritos fueron absorbidos por el grito de placer que Ariel dejo que escapara al momento que me escucho correrme y temblando de placer encima de su abdomen, fue la experiencia más extraordinaria que viví al lado de Ariel, cada encuentro era una experiencia más que divina, ¡No siendo esta la excepción! Pero el placer me gano y la excitación me enloqueció en el momento, lo que provocó que le mencionara en ese momento que me escucho acabar. —¡Deseaba confesarte que trabajo para la mafia y por eso casi siempre estoy lejos de ti!
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