Dorothea dio varios golpes en la puerta, pero la princesa no le respondió. —Princesa Sabina, ¿se encuentra bien? Los nervios ya estaban afectando a la señora, y los guardias que custodiaban la puerta de la habitación no supieron qué decirle. Uno de ellos abrió la puerta, y encontraron a la princesa en el suelo, inconsciente. Uno de los hombres ayudó a Dorotea cargando con la princesa, recostándola en la cama. El otro guardia corrió a informarle al príncipe Dante. Ella tocó la frente de Sabina, que estaba sudada y muy caliente. Parecía tener fiebre. —Trae un poco de agua y unos paños, y ve si pueden buscar un doctor —ordenó la señora, tomando el control de la situación. El guardia salió con prisa de la habitación, y Dorotea observó con detenimiento a la princesa. Se veía más pálida de