Con ansiedad desató el lazo y sacó la carta del sobre. La caligrafía era elegante, y el papel de la carta olía a jazmines. “Querido Dante: Espero no ser inoportuna, pero el tiempo para que decidas se ha acabado. Sabes que un niño sin su padre es un niño bastardo. ¿Querrás que tu hijo crezca como un bastardo de Fiora? Si aún sigo siendo tu prioridad, ven hoy cuando el sol salga por el este. Te estaré esperando bajo nuestro árbol, aquel que nos vio consumar nuestro amor. Siempre tuya, Chiara Roswell de Fiora” —La duquesa Chiara… La carta resbaló, las manos de Sabina comenzaron a temblar y a sudar frío. ¿Cómo era posible que la estuviese engañando? ¿Se marchó prefiriéndola a ella…? —No. No es… No es real. Las lágrimas cayeron como cataratas, y el shock no la dejó pensar. Todo en su