Varias horas después… Habitación de Sabina. En cuanto Dante pronunció aquella pregunta, Sabina palideció. ¿Era el momento de contarle sobre el embarazo? ¿Él respondería bien o llevaría la situación al extremo? El sólo hecho de pensar que Dante podría convertir sus días en un verdadero infierno trajo su peor pesadilla al presente. ¿Cuánto dolor podría seguir soportando cada día? Incluso su corazón tenía un límite, aunque ella cedió por él en todos esos meses como prisionera, manteniendo su amor intacto. —El doctor me dijo que estoy bien, que sólo necesito reposo —intentó sonreír y parecer convincente, pero el rostro serio e inescrutable de su esposo le puso los nervios de punta. —¿Por qué no quieres decirme sobre el embarazo? Sabina se sobresaltó, trató de replicar pero de su boca no