11. SOPORTAR

1613 Words
NARRACIÓN Los siguientes días de las semanas posteriores no fueron muy diferentes entre sí. Madison intentó escaparse por una ruta ubicada en el sótano, saliendo entre la ropa de la lavandería, para descubrir James estaba en el lugar esperándola. Empleó sus dotes de escaladora para descender por una cuerda desde una ventana del ático, pero al llegar al suelo, totalmente sudada, James estaba sentado observándola con una sonrisa ganadora. Se lanzó a un río para cruzarlo a ando, y sí, él llegó nadando más rápido. Sin importar la ruta de escape que utilizaba, James parecía adivinar exactamente por dónde atacaría, devolviéndola a casa o acompañándola en la tarea que se le ocurriera a ella. Desde ir de compras a tiendas exclusivas, donde le preguntaba una y otra vez sobre qué elegiría para optar por la prenda contraría, mientras pedía apaguen el aire acondicionado para verlo sudar. Llevarlo a una competencia de un juego muy extraño, con fichas, cartas y narrado en otro idioma, que ni siquiera Madison podía entender, al punto de prácticamente dormir las 8 horas que duró. Un musical de teatro alternativo con los peores actores y guión que pudo encontrar, donde James se sintió torturado durante los alaridos de cada número musical, mientras Madison sonreía son sus audífonos puestos. Cambios de look, saunas, competencias de todo tipo, probar la comida más horrorosa que encontraba en internet. Lo llevó a los peores eventos, con la peor música, la peor actuación, los peores diálogos y ni hablar de las lecturas de libros o debates, donde hasta los moderadores cabeceaban del aburrimiento. Berrinches públicos, con gente viéndolos mientras murmuraban. Madison intentó cada tetra para agotar su paciencia y que se rinda. ¿Fingir que él era su novio y la estaba abandonando embarazada? Lo hizo. Actuar una separación en medio de un restaurante, con lanzamiento de jugo incluido, lo hizo. Decirle a hombres y mujeres al azar que él les estaba coqueteando, provocando situaciones incómodas, embarazosas e incluso peleas con las parejas, lo hizo. Meter sus trajes a lavar con cloro, cambiar su shampoo por un tinte rosa para cabello, sustituir su ropa por trajes con estampados florales, lanzarle globos con agua. Madison se encontró cada día tramando una nueva forma de molestarlo, mientras empezaba a disfrutar de verlo salir de su papel serio, así sea entrando en un papel de querer ahorcarla con sus propias manos. Un viernes, como cualquier otro, James despierta temprano. Después de ejercitar en su habitación, revisa con cuidado el shampoo y los utensilios de aseo antes de usarlos. Llega a desayunar, huele y prueba de a poco la comida, recordando el día que ella vació todo un frasco de sal, provocándole una tos fatal. Llega hasta su habitación para descubrir se Madison se ha ido, sonríe. Mira la hora en su reloj, como lo esperaba, utilizó el transporte del personal de mantenimiento de la piscina para este escape. Madison va a desayunar a su restaurante favorito, pide una mesa en la terraza y toma asiento victoriosa. Ordena un desayuno especial, acomoda una servilleta en su regazo y prueba el café, es una hermosa mañana. - Buenos días, señorita Ferrer – dice una voz familiar, haciéndola escupir el café. – Veo que está muy feliz hoy – el hombre sentado en la mesa de atrás le habla en el hombro. La sonrisa se ella se borra. - Eres detestable – lo ve molesta, él sonríe. James se pone de pie, avanza a la mesa de ella y toma asiento. Pronto llega la mesera sirviéndole a Madison su desayuno y a él un café. - No se moleste en pedir algo para mí – dice en tono de burla. – Ya vine desayunando, pero por favor, come tranquila. - Dime qué quieres para dejarme en paz. - Nada que usted me pueda ofrecer – da un sorbo a su café, suspira. – Qué delicioso, así, sin sal – ella le brinda una sonrisa sarcástica, entiende la referencia. – cuénteme, ¿cómo piensa torturarme hoy? - Te crees muy invencible, ¿no? – cruza sus manos sobre la mesa, retándolo. - Bastante – la imita. – Así que dispare. ¿Más compras que no necesita? ¿eventos horribles para tomar una sienta? ¿hacer que me muestren vestidos porque según usted participaré en un show travesti? Adelante. - Ok – responde, una sonrisa maliciosa se dibuja en su rostro. James borra su sonrisa, puede adivinar se le ocurrió algo malo. – Vamos a ver si puedes con lo que sigue – da un sorbo a su café y lo ve tragar saliva. Al finalizar su desayuno se dirigen a un nuevo complejo de tiendas, caminan entre el lugar hasta llegar a una tienda de ropa interior. - ¿Qué tal te verías con tanga? – le pregunta, él luce tranquilo. - Ya me tocó usar una por culpa de un cliente – Madison frunce el ceño. - ¿Ah? - Como diría él, no puedo hablar de eso – James cierra los ojos, recordando un vergonzoso momento que solo Emmet puede ocasionar. - Bueno, esta tanga será diferente – vuelve a sonreír de forma maliciosa. Camina unos paso más y James frunce el ceño, han llegado a una tienda de ropa interior y juguetes para adultos. - Oh, creo que no te lo dije – Madison habla con voz inocente. – Mi novio llega hoy de viaje, así que me ayudarás a elegir algo especial para esperarlo – la mirada de James se vuelve fría. No va a admitirlo, pero le ha dolido, es un golpe bajo. - ¿O no puedes? Porque renunciar es una opción – la mira. - Estoy aquí para acompañarla hasta que su papá diga lo contrario – responde con frialdad, abriendo la puerta para ella. Ni bien ingresan se dirige a una percha donde elige diferentes modelos, para luego ir hasta el probador. James se encuentra de pie vigilante, cuando la cortina del probador se abre y una muy sexi Madison se deja ver. Lleva lencería de encaje oscura, tanga, brasier, liguero y medias a juego, él traga saliva sin poder dejar de verla. - ¿Qué tal este? – pregunta divertida. – hello, no me digas que una bala te atravesó – ríe. Este busca mantener su actitud fría. - Mmm… si le gusta lo típico – lanza en tono de quemeinportismo, lo que provoca ella frunza el ceño. - Ok, intentaré con otro. Pasados unos minutos, que él sintió eternos, ella sale con otro conjunto. Este es un body blanco, tipo corsé, de encajes que dan transparencia en todo, cubriendo a penas las zonas más privadas. - ¿Será que se ve bien de atrás? Voltea. Mostrando el modelo es la parte posterior es un hilo dental, que marca de forma fenomenal su trasero, un atributo que sabe él disfrutaba. Este cierra los ojos tratando de mantener no solo su calma, sino la de otra parte de él que no copera mucho. Con la mayor serenidad la mira, usando toda su energía para transmitir lo que ve no lo afecta. - Claro, es una elección obvia, bastante típica – nota que su respuesta la molesta. - Así que supongo está bien para una relación como la suya. - Idiota – responde esta, cerrando la cortina enfurecida. Cuando Madison se aparta de su vista James bota todo el aire, agradece haber entrenado su fuerza mental. Ella sale del vestidor, paga y camina visiblemente enojada. Él agradece no notara todo lo que provocó, ha sobrevivido a la bala más difícil. De regreso, James camina directo a su habitación a darse una ducha fría, tratando de calmar sus ganas de correr hasta la habitación de ella. Se pregunta si podrá seguir manteniendo la calma en situaciones así. Llegada la hora de la cena, Madison recibe en la puerta a su novio. Usualmente se siente muy emocionada al verlo, pero esta vez, para su sorpresa, la emoción es diferente. Héctor besa con ternura sus labios, le entrega un obsequio, un libro con destinos exóticos el cual ella no había podido conseguir. Lo ve conmovida, sintiendo no lo merece. - Mi pequeña consentida – Víctor entra también. - ¿Cómo te portaste? - Muy bien tío – se dirigen al comedor. - Te creeré. - ¿Qué le creerás? – Arnaldo se une, tomando su lugar a la cabeza de la mesa. - Que me he portado bien – le lanza un beso a su padre. - No le creas – ríen. – Debo subirle el sueldo al pobre James. - Tampoco soy tan mala – voltea los ojos. – Además, no me deja en paz. - Es su trabajo – su papá la regaña. – Y ya vi lo que gastaste este mes. - ¿Y? - ¿Acaso no entiendes lo que cuesta el dinero? - Tenemos mucho, ¿no? - Madi – Héctor la mira. – Ya hablamos del presupuesto mi amor, tener dinero no significa gastarlo sin pensar. - Deberías escucharlo y aprender – Arnaldo la regaña, ella voltea los ojos. - Tú no escuchas cuando pido privacidad, ¿por qué debería escucharte yo? - Porque yo lo hago por tu bien. - Vamos – Víctor busca calmarlos. – Cenemos en paz. Además, mi pequeña es una princesa, necesita verse así – le guiña un ojo, ella le sonríe. - Tío, tú me entiende. Anda, dile qué harías si fueras mi papá – este ríe y niega con la cabeza. - ¿Si yo fuera tu papá? - Ajá. - Te pediría le hagas caso al tío Arnaldo – ríen, Madison frunce el ceño. - No puedo con ustedes – siguen riendo.
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