5. ILUSIÓN

1828 Words
NARRACIÓN James camina de regreso al hostal, se detiene frente a una tienda donde observa un maniquí con un conjunto sport de short y blusa. Recuerda la extraña que lo espera en su habitación no tiene equipaje, una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios. Lo están esperando en su habitación, una frase nada común en su vida personal. Entra a la tienda y observa la ropa en los armadores, busca algo en la talla que le calcula a ella. Está por acercarse a pagar cuando recuerda que también necesitará ropa interior, quizás una pijama, ropa adicional para el día de mañana. - ¿Mañana seguirá conmigo? – susurra para sí mismo, absorto en sus pensamiento. - ¿Puedo ayudarle? – una vendedora interrumpe sus pensamientos. - Necesito ropa interior de mujer – susurra, la señorita se sonroja. - Ah… tenemos cosas muy lindas en su talla… estoy segura – James abre los ojos. - No, no, no – mueve la cabeza. – Es para una chica como usted. Bueno, como usted exactamente no, pero de su contextura. ¿Cuánto pesa? Perdón, sé que eso no se pregunta. Creo que necesitará pijama, algo para vestirse mañana, quizás algo extra para pasado mañana – se queda pensando. – Aunque no sé si estaremos pasado mañana, es complicado esto – suspira, la mujer parpadea tratando de asimilar toda la información que recibió. - Claro – sonríe algo avergonzada. - ¿Cuál es su estilo? - ¿Mi estilo? Me gustan las mujeres que sonríe creo, no estoy seguro. No he salido con nadie, tampoco era virgen, solo… es complicado – la mujer sigue procesando todo, es el tipo más raro que ha ido a comprar. - Eh… yo decía el estilo de ella – un pequeño color rojizo se coloca en las mejillas de James. - Ah… su estilo. Bueno – medita sobre eso, recordando que a penas la ha visto unas horas anoche. No puede explicar esa parte. – Es que… no sé. Es… - ¿Complicado? – sonríe un poco nerviosa, carraspea y vuelve a poner su rostro de vendedora. - Podemos buscar algo – se mueve por la tienda – vamos a encontrar algo lindo para su novia. - Novia… - se queda en silencio, realmente esto se está complicando demasiado. Camina pensativo, debe pedirle que se vaya, no puede enredar así sus asuntos cuando está por llegar al final de todo. Cuando por fin tiene la oportunidad de cerrar el capítulo de su vida en este mundo e iniciar uno nuevo, Emmet le ha pedido trabaje con él en la seguridad de su familia, liderando un equipo, lo que implica no salir a la luz, pero tener una vida normal. - Sí, al llegar le pediré que se vaya – dice para sí mismo. – Eso haré, es fácil. Yo no me encariño con nadie, solo estoy aturdido porque fue una noche muy fría. Debe ser eso, hacía demasiado frío y el cuerpo hace lo necesario para sobrevivir. Llega al hostal y avanza a su habitación, abre con su llave. Cierra la puerta tras de sí, observando a la mujer en bata de baño que sostiene el libro que compró la noche anterior, sonríe al verlo. - Hola – dice algo nerviosa sin perder su sonrisa, dejando su libro y poniéndose de pie. – Bienvenido de regreso, me puse a leer para esperarte, no sabía cuánto ibas a tardar. ¿Tuviste una buena reunión de trabajo? – lo mira. - ¡Mierda que hace frío! – cierra los ojos, suspira profundo, suelta las fundas que trae en sus manos, se acerca a ella y la besa con pasión. Se preocupara de los detalles luego, ahora solo va a disfrutar la complicación y su calor. Ambos repiten su noche de pasión, esta vez disfrutando más el momento. Besa, muerde, acaricia cada parte de su cuerpo, cada lunar, es su adicción. Se pregunta qué tiene esta mujer que lo hace perder el control, su trabajo lo ha llevado a conocer mujeres hermosas, reconocidas en el mundo por su belleza. Encima de todo han sido amables, dulce, pero ninguna ha roto todo dentro de sí como ella. Tras una pausa para almorzar, continuan disfrutando de su calor, de su pasión. Está claro que tienen una química única. Al llegar la noche, algo agotados se encuentran en la tina del baño compartiendo un baño de burbujas que ella sugirió y él termino aceptando. Madison se sienta entre las piernas de él, dándole la espalda mientras juega con las manos de este y la espuma. - Me sorprendió anoche ver tan vacío el evento – le pregunta él, mientras acaricia su espalda. – Si yo no me quedaba seguirías ahí intentando conseguir un taxi – ella ríe. - Es porque era un pequeño autor, de reseñas de viajes a sitios poco conocidos. - ¿Ya no encuentras en redes todo? - Puede ser, pero la magia del papel tiene alma – suspira. - ¿Has viajado mucho? - Por mi trabajo lo hago, claro que no puedo conocer lugares. Pero lo hago, siempre estoy preparado para moverme de lugar. ¿Tú? - También he viajado muchísimo, pero nunca salgo de la “zona segura” o por mi cuenta – suspira. - Así que he visto monumentos, museos, mas no la vida. Solo el turismo que sale en fotos, por eso supongo me gusta este autor. Él habla del mundo fuera de la zona turística para fotos. - No puedes salir de esa zona por tu papá paranoico. - Por mi papá paranoico – asiente y suspira. – Después de que murió mi mamá, él siempre tiene miedo – sus ojos se entristecen, él coloca su barbilla sobre su espalda, a modo de hacerle sentir reconfortada. – Para él corro riesgos en todos lados, como si alguien estuviera persiguiéndonos… persiguiéndome – sacude su cabeza. – Bueno, eso cree él, porque toda estadística que ve en las noticias soy yo. Mira esta chica, salió a bailar y no regresó. Mira esta otra, caminando sola se la llevaron. Te juro que he llegado a esconder periódicos y dañar antenas para que no vea noticias, pero desde que aprendió a usar internet, ya no puedo – él ríe, puede imaginarla por su casa escondiendo diarios. - Los papás son así, eso me han dicho. - ¿Tu papá era así? – James se pone serio, sus ojos fríos. Todo él es un bloque de hielo, al punto de ella sentir un escalofrío. - No tengo padres, nunca los tuve – dice con una voz seca. - Lo siento – se siente triste, es obvio tocó algo sensible. Él lo nota y cambia en automático su postura, volviendo a su tono de antes. - Tampoco es que se lleva un letrero, o se asume. Así que no hay problema. - Ya anocheció – busca desviar el tema - podríamos salir a caminar. - Vaya – suelta una pequeña sonrisa. - ¿Qué? – se regresa para verlo. - Creí era el único que prefería la noche y la soledad para salir a la calle. - Somos muchas las criaturas – le sonríe guiñándole un ojo. - Interesante, ¿a qué le huyes? - Al ruido excesivo que no te permite escuchar, ¿tú? - No le huyo a nada, usualmente huyen de mí – dibuja una pequeña sonrisa algo macabra, que contrario a lo que esperaría a ella la hace sonreír más. Salen a caminar tomados de la mano, algo que la principio le cuesta acostumbrarse a James, pero termina disfrutando. Ella baila en los faroles, en las calles, camina haciendo paso de danza que lo hacen sonreír. Regresan al hostal y esta vez duermen acurrucados, llegando incluso él a soñar, algo que no hacía desde niño. Al día siguiente amanecen comiéndose a besos, a caricias, disfrutando de su química. Terminando en el suelo acurrucados con el cobertor. - Ok – respira agitada ella, riendo un poco – este es por mucho el mejor fin de semana del mundo - sonríe. - ¿En qué piensas? – lo abraza, él se cuentra absorto en sus pensamientos. - En qué pasará mañana al despedirnos, cuando se acabe esta magia y volvamos al mundo real. - No tiene que acabar. - Lo hará, algún momento yo… - se detiene. – No puedo darte más que días como estos, no puedo ofrecerte nada más… - No me importa. - Hay mucho que no sabes de mí – la mira. - Ni tú de mí – le da un beso. - Es que esto es una locura – sonríe, apoyando su cabeza sobre su otro brazo y observando el techo. - ¿Por qué? Solo porque nos conocimos anoche, no sabemos nuestro nombre, o cómo contactarnos. - No – su mirada se vuelve fría. – Porque no soy una buena persona… yo… no soy un hombre con el que podrías vivir una historia de amor. Soy una persona terrible – cierra los ojos y suspira. – Mi corazón es un océano de oscuridad, naufrágios… muerte. - Quizás, pero cuando tu corazón se calma – coloca su mano sobre su pecho - tus ojos no dicen eso. - ¿Qué te dicen? – la observa intrigado, ¿estará jugando con él? - Gritan que hay dolor, soledad… miedo. Aunque buscas cambiarlo – un destello de lo que parece una sonrisa se refleja en James. No, ella no está jugando. - ¿Siempre buscas lo mejor de las personas? - Mentiría si dijera que lo intento, es solo que… no sé – se queda pensando unos segundos viendo a la nada, antes de responder. - Contigo me siento segura – acaricia su rostro. - Una sensación que no suelo tener. Hace mucho tiempo que no lograba sentir paz en la noche, sin monstruos asechando. - Yo tampoco – la acerca más, sosteniéndola con fuerza. Como si ella fuera el salvavidas de su vida, de su alma. - Debo arreglar un par de cosas antes de poder cambiar de trabajo. Uno más tranquilo, más… seguro. Después de eso podría quedarme aquí, o en otro lugar. Podrías quedarte conmigo si lo quieres – la observa, mientras acaricia sus labios con su pulgar. - ¿Esperarías? - Yo también debo arreglar un par de cosas con… mis clases. Así que esperaríamos juntos – ambos sonríen viéndose fijamente. - Los 23. - ¿Qué? - Vendré por ti, cada dos meses los 23 – sonríe. - Los 23 – ella sonríe de regreso. – Hombre misterioso. - Los 23, mujer fugitiva. Mientras tanto – se pone de pie cargándola en su hombro, quedando con su cabeza hacia abajo, lo que provoca esta ría. – Podemos divertirnos. - ¿Sí? – pregunta riendo, mientras es lanzada sobre la cama, las risas se multiplican. - Sí – se coloca sobre ella y la besa, iniciando nuevamente una escena de pasión, una que solo ellos saben cómo hacer.
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