4. DESPUÉS DE

1438 Words
JAMES Los primeros rayos de sol anuncian el inicio del día, abro mis ojos y observo a la mujer dormida sobre mi pecho. No fue un sueño, es real. Sin pensarlo sonrío y mis manos acarician su rostro, sus mejillas, sus labios. Quito un mechón de cabello que cubre sus ojos y la observo, quiero grabar cada detalle. Noto lo que estoy haciendo y me quedo en shock, presa del pánico. Trato de no hacer ningún movimiento brusco para no despertarla, mientras planifico qué haré. Es una total extraña, ¡cómo pude ser tan descuidado! - No debió ser enviada por nadie, o ya estaría muerto – pienso. - Ok, puedo solucionarlo – analizo la situación en mi cabeza. - Debo ser sigiloso como una gacela para no despertarla, empacar mis cosas e irme de aquí. Estoy registrado con un nombre falso, no hay forma de que pueda rastrearme. Suspiro y cierro los ojos, quisiera poder quedarme un momento más así. Por qué no puedo quedarme un momento más así, la sostengo y beso su cabeza. - ¡Qué me pasa! – me cacheteo mentalmente. – Estar tanto tiempo con los Bolton me afectó. No estoy aquí de vacaciones, vine con un objetivo y debo cumplirlo. La aparto de mi pecho con delicadeza, ¡estoy libre! La primera parte de mi misión de huída es un éxito. Salgo de la cama, analizando la forma más rápida de irme cuando golpean la puerta, ¡mierda! Intento regresar a acostarme antes de que note me fui, pero tropiezo con mis propios pies y caigo. Muy tarde, se ha despertado. - ¡El desayuno! – grita del otro lado la anciana que nos recibió anoche. - ¿Qué haces en el suelo? – pregunta. - ¡Y cien! – digo, fingiendo terminar una serie de abdominales. – Hola, yo ejercitaba. - ¡El desayuno dije! – vuelve a decir la anciana, gritando más alto. - ¡Ya va! – respondo de mala gana, no puedo creer actúo así. He enloquecido. - Voy a recibirlo – digo. Abro la puerta y tomo la bandeja. - Que bueno que no avanzó a vestirse – dice con picardía la anciana mirando mi torso desnudo, provocando la vea con mi ceño fruncido. Lo nota, así que se retira sin decir más. Volteo y la veo taparse el rostro con las cobijas riéndose de mí, la ignoro. Coloco la bandeja en una pequeña mesita junto al sillón, invitándola a comer. Me sirvo una taza de café y lo bebo observando la vista, aunque en realidad solo intento evitar mirarla. Odio admitirlo, pero me pone nervioso. - Este pan está delicioso – comenta. – Con la mantequilla y la mermelada aún más, ¿quieres? - No, gracias. Solo bebo café en las mañanas. - El desayuno es la comida más importante del día, morirás joven si no te alimentas bien – no puedo evitar una sonrisa irónica. - Es más probable que muera por un disparo – murmuro. - ¿Qué? – pregunta, regreso a verla. - Que está bien, te acompañaré con un pan para no preocuparte por mi inminente muerte precoz. - Gracias – sonríe. - Tenías razón, está muy rico. Comemos en silencio, evitando hablar los temas que nos incomodan a ambos. Lo que pasó anoche y la respectiva despedida. - Tengo que ir a trabajar – digo. No sé cómo se actúa en estas situaciones, usualmente las mujeres con las que me involucro no esperan nada de mí, solo me levanto y me voy. Quizás me gane una cachetada o dos, pero aquí, no sé cuál es el protocolo en estos casos. - Sí, yo también debería irme… - nuevamente hay silencio. - ¿Te molesta si me baño primero? – pregunto. – No puedo llegar tarde. - Es tu habitación, yo soy quien la invadió. Así que ve por favor. Entro a la ducha, esperando el agua fría me ayude a despejar mi mente y otra parte de mí. Debo salir, decirle que no soy del tipo que busca una relación, así que es un gusto, pero debe irse. Eso es, muy simple, cualquier idiota puede hacerlo. Salgo decidido a hablarle, pero ingresa inmediatamente al baño atrás de mí. Está bien, puede esperar. Aprovecho para arreglarme y colocar mi arma en mi espalda. La escucho cantar otra vez en la ducha, lo hace fatal, creo que los dueños del hostal pueden creer estamos bañando un gato o algo así. - El agua estuvo deliciosa – dice al salir. - ¡Quédate! - ¿quédate? Lo primero que me sale al verla es ¿quédate? Quién carajos tomo el control de mí. - ¿Ah? – luce confundida. - Solo tengo una reunión, no tardaré todo el día. Puedes quedarte si quieres… a menos que tengas clases, o algo. - ¿por qué estoy nervioso? ¿será que la anciana le puso algo al café para conquistarme y le salió mal? - ¡No! – grita, provocándome un microinfarto. – Digo – mueve los ojos mirando hacia arriba - no tengo planes hoy. O sea, tengo, pero nada importante y hace frío – sonríe y sin darme cuenta hago lo mismo. - Bien – carraspeo. – Entonces, volveré para almorzar. - Sí, es algo bueno. Tengo que salvarte de una inminente muerte precoz, ¿recuerdas? Tomo mi mochila, no puedo confiar del todo en ella. Camino a la puerta y la escucho llamarme. - ¡Ey! – dice, regreso a verla - ¿Sí? Camina con rapidez hasta mí, pegando un salto y sujetando mi cuello para besarme. La sostengo y le devuelvo el beso. - Que te vaya bien en tu reunión – se aparta. - Nos vemos pronto – digo, saliendo de ahí sintiéndome un ganador. NARRACIÓN James camina unas calles hasta un viejo parqueadero, donde tiene una moto lista para salir. Conduce llegando ante una mansión, rodeada de un enorme cerramiento con cámaras y guardias ubicados en todas partes. Se somete a un cateo antes de permitirle ingresar, camina por el lugar hasta una enorme puerta donde le dan la orden de entrar. Frente a él se encuentra una leyenda, conocido en su mundo por las grandes y terroríficas hazañas que ha realizado antes de retirarse. Luce más joven de lo que esperaba, fornido y con una mirada oscura, la misma que haría temblar de temor a cualquier hombre, pero James no es cualquier hombre. - Veo que mi seguridad no es tan buena después de todo, o quizás es cierto que me encuentro ante el mejor. - Usted lo decide. - Puedes dejar tus armar – lo mira fijamente. - Solo quiero conversar. - Si usted deja las suyas – tienen un duelo de miradas. Finalmente ambos se desarman, dejando 3 pistolas y 2 cuchillas sobre el escritorio. - Me informaron los Harris que había solicitado mi presencia para una misión diferente a las usuales. - Necesito que te encargues de desaparecer a una mujer muy especial, una maestra del engaño. Voy a firmar un importante contrato y ella está en la mitad de la negociación, demasiadas cosas dependen de que salga del radar. - Los Harris debieron decirle trabajo a la antigua. No me encargo de mujeres, o de niños, tampoco de animales. - ¿Piden encargarse de animales? – James asiente. - Veo que han cambiado muchas cosas desde que me fui. - Me retiro – intenta ponerse de pie. - Espera – se detiene. - Creo que entendiste mal. No quiero que la mates, necesito que la retengas en un lugar apartado, donde nadie la ubique, hasta que yo lo decida. - Los secuestros no son lo mío tampoco. - No sería un secuestro, porque no pediré dinero. Sería un rapto. - Otro más con esa historia, al menos ahora no es un perro – murmura. - ¿Qué? - Nada, disculpe. He trabajado demasiado tiempo con alguien. Está bien, ¿necesito tener más información? - Por ahora no. Requiero solamente que organices todo, debe ser un lugar lo suficientemente apartado y solitario para que nadie la encuentre, o huya. Es bastante buena en ello, la coartada debe ser perfecta, por eso requiero que desde ya te encargues del plan. - Tendré todo listo para cuando lo requiera. - Este será el caso más importante, de él depende que yo gestione tu libertad con el grupo. Tienes el apoyo de Emmet Harris, pero necesitas a alguien como yo para que funcione y lo sabes. - Sé lo que está en juego y no fallaré señor. - Bien, porque si lo haces. Yo mismo te mataré.
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