8. LA HIJA DE

1489 Words
NARRACIÓN James mantiene su calma habitual, aunque su mente es un laberinto donde la compostura se ha perdido. No entiende qué está pasando, ¿es un juego? ¿una prueba? Observa al hombre frente a él, no hay ni un pequeña señal que delate él sospecha lo que paso entre amos. La mejor prueba de esto es que ha pasado más de un minutos y James sigue ahí, completo, ¡VIVO! Tampoco hubiera permitido siga con el trabajo, es imposible. Un hombre como Arnaldo Ferrer no da segundas oportunidades. - Señorita Ferrer – saluda con educación a la mujer frente a él, haciendo una pequeña inclinación. No piensa arriesgarse a ser quien de señales de que se conocen de antes. - ¿Lo he visto antes? – responde, observándolo con una mirada un poco molesta, él se mantiene con la misma compostura, no podrá con un experto. Al poco tiempo sonríe divertida. – Era broma, nunca hubiera olvidado tener una mascota como tú. - Madison, por favor. Por lo menos finge educación – su padre la regaña con la mirada. - Déjame adivinar, ¿un nuevo guardaespaldas? – habla con ironía. - Después de lo que pasó con el último, no voy a arriesgarme más contigo. James va a encargarse de tu seguridad y esta vez, tiene toda la potestad para mantenerte dentro las zonas seguras, aún contra tu voluntad. - James… – pronuncia su nombre con molestia. – Qué lindo nombre, digno de un personaje… no sé. Arrogante, mentiroso, manipulador. Un tipo sin sentimientos cuyo único propósito sea dañar a otros – lo mira fijamente buscando una reacción de su parte, pero no se la dará. No le dará ese gusto. - Señor – observa a Arnaldo. - ¿Necesita algo más de mí? - No, eso es todo. Puedes retirarte para que acomodes tus cosas, mañana inicia tu día. - A las 5 de la mañana querido James – lo mira. – Espero no sea muy temprano para ti. - Estaré listo a las 4 señorita – dice con cortesía, alejándose de ahí. Madison llega a su habitación y lanza la puerta, inmediatamente le da golpes a su almohada. - Estúpido mentiroso – desahoga su coraje, mientras plumas vuelan por todos lados. – Mi papá debió decirle que se encargaría de mí y aprovechó eso para tramar un plan, claro. Quería conquistarme para mantenerme dócil, ¡idiota! Pero, ¿por qué? – levanta su cabeza, escupiendo una pluma que entró a su boca. James camina por su habitación buscando calmarse, es un lobo en una jaula, esperando el momento de su ejecución o huída. Decide darse una ducha fría para despejar su mente. Al salir, coloca una toalla alrededor de su cintura, cuando siente algo no está bien. Toma su arma, se ubica cerca de la puerta del baño, sale y apunta al intruso. - ¿Qué te pasa? - escucha la voz de Madison. - ¿A mí? Es usted quien entró a mi habitación. - Primero, sal del papel de guachiman, que mi papá no está aquí. Segundo, deja de apuntarme – nota sigue apuntando la cabeza de ella. Baja su arma, camina hasta el armario buscando ropa. - ¿Sabes el peligro en el que me estás metiendo por estar aquí? – se ve molesto, resentido. - Ay, ¡por favor! – lo ve con fastidio. – Conozco esta casa mejor que nadie, sé dónde esconderme, sé por dónde llegar a cualquier área sin ser vista. Además, papá creería vine a intimidarte y ya. - Ja – suelta con sarcasmo. – Debe ser normal entonces que andes acosando hombres – se indigna más. - Por favor, sal de mi habitación – habla sin mirarla. - ¿Perdón? Yo no acoso a nadie. Además, esta es MI CASA – enfatiza las dos últimas palabras. – Y puedo ir donde quiera, así que si me da la gana de estar en un lugar – se sienta en el filo de la cama – me quedo ahí. - Ok – su mirada es profunda, retándola. - Entonces que así sea – se quita la toalla, quedando desnudo. Madison se sonroja y voltea el rostro. - ¡¿Qué haces?! – dice tapándose los ojos, pero abriendo un poco sus dedos para ver algo. - Cambiándome – se coloca el bóxer y un pantalón de pijama largo. – Esta es la habitación que me asignaron y acabo de bañarme, acaso ¿te intimidé? - Jamás – lo mira, aunque sigue algo sonrojada. - ¿Qué haces aquí? – se miran con intensidad, sintiendo su respiración. - Vine a que me expliques, por qué me engañaste. Por qué me ocultaste quién eras. - ¿Yo? - Sí, tú – se pone de pie, colocándose frente a él. – Me contaste una historia completamente falsa de tu vida. - Una historia falsa de mi vida.. – ríe con sarcasmo. - ¿Este no es el papá que ve peligro en todas partes? – señala a la puerta. - Pues sí, yo no mentí. Ve peligros en todas partes y el que te haya contratado es prueba de eso. A ti, en cambio, te faltó decirme que no trabajabas porque era tu día libre como asesino, te recuerdo. - Siguiendo tu lógica, salvo la palabra con S dije la verdad. Era mi día libre, me dedico a la seguridad. - Y yo le huí a mi papá que ve peligros. - ¡Tu papá es un peligro! No podías advertirme en lo que me estaba metiendo. - Ay, ¡por favor! además, no me lo preguntaste - alza sus hombros. - ¿Enserio esa es tu excusa? No lo preguntaste - la imita. - No es excusa, es la verdad. - No crees que debías decir algo, ¿como al estar en mi cama? - Uy, perdón. Como te obligué. - Te me lanzaste encima. - No pues – cruza los brazos. – James el súper virgen te voy a decir. James se agarra el cabello, caminando de un lado al otros, mientras respira profundo. Esta mujer tiene el súper poder de sacarlo de su estado de calma, empujarlo a un momento de descontrol en el que no se siente cómodo. Se acerca a ella nuevamente. - Eres la hija del puto jefe de… - empuña su mano, respirando más. - ¿Tú sabes a qué se dedicaba tu padre? - Me lo han comentado – habla con un tono buscando minimizar lo que habla. - ¿Te lo comentaron? – apreta la madíbula, cerrando los ojos. Esta mujer está loca. - Nunca he querido indagar – voltea los ojos. - Aprendí que no debes preguntar, sobre lo que no quieres saber. - ¿Sabes el peligro que corro si él se entera? - Pero no va a pasar, soy excelente huyendo y mintiendo. - ¿Te sientes orgullosa de eso? - Oh, perdona. ¿A qué te dedicas tú? Porque en tu trabajo no huyes, ni mientes supongo. ¿O solo disparas? - Eso no tiene nada que ver. - Hipócrita. - Hipócrita no, solo pienso en lo que puede pasarme. - ¿Por qué tienes este trabajo si te asusta morir? – James, empuña sus manos y cierra sus ojos. Ha conocido a gente extraña, bastante loca, que le importa nada el peligro y reacciona sin pensar, pero Madison es otro nivel. - Créeme, morir no es el problema. La forma en la que mueres es lo que debes buscar que sea con el menor dolor posible. - Mira, solo vine aquí a preguntarte qué está pasando. Conozco a mi padre, sé que está planificando algo contra mí, solo que aún no descubro qué es. Pero, no dejaré controle más mi vida, voy a huir de aquí y ni él, ni tú, ni cien guardias podrán evitarlo. - No discuto los asuntos de mis clientes, con personas extrañas – Madison sonríe dolida. - Entonces, llegado el momento, espero te hagas a un lado para no estorbarme. - Para eso era el dinero… – murmura, sonriendo con algo de dolor. - ¿Qué? – ella no logró escucharlo. - Por eso me usaste para conseguir todo ese dinero, el día que desapareciste – lo ve, sonriendo igual que él. - Hipócrita... - Prefiero ser hipócrita, que desleal – tienen un cruce de miradas. - Ya te dije lo que tenía que decir, sigue fingiendo que no me conoces, que yo seguiré con muchísimo gusto con tu jueguito. - Buenas noches, señorita Ferrer – hace una pequeña inclinación, regresando a su mirada sin emociones. - Buenas noches, James – la suya es de molestia pura. Madison utiliza una de las ventanas para salir, mientras James la observa. Coloca sus manos sobre su escritorio con fuerza, provocando el ruido de un golpe. No puede creer que la única vez que se permitió bajar la guardia, haya tenido que joderla tan en grande.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD