9. MADISON

1645 Words
MADISON Me escabullo de regreso a mi habitación. Al llegar, grito de frustración. Jamás podré huir de aquí, jamás seré libre. Veo la inmensidad de la noche, suspiro. Tengo 21 años y nunca he salido sola por la puerta principal, siempre me ha tocado huir, escapar, regresando en contra de mi voluntad. Cuando tenía 6 años nos secuestraron con mamá, veníamos de un día en el parque, nos subieron a un carro donde vendaron nuestros ojos y ataron nuestras manos. Pasamos un par de días así, con hambre, con miedo. Nos separaron, hasta que finalmente nos condujeron a otro lado juntas, desde ahí todo es confuso. Disparos, sonidos de carros, gritos de mi madre, los brazos de papá. Desperté en el hospital días después, estaba herida, mi madre muerta y mi padre nunca volvió a ser el mismo. Me sacaron de la escuela para estudiar en casa, así lo hice hasta terminar el colegio, con vigilancia 24/7, motivo por el cual rehusé ir a la universidad. ¿Para qué? No voy a fingir puedo elegir un camino, cuando es claro que haré lo que ordene papá. ¿Con quién me escapo? Sola, lo hago para intentar fingir que puedo soñar con explorar el mundo, que puedo tener una vida lejos de estas rejas, donde mi máxima compañía es mi nana, quien se crió junto a mamá. Ay, mi madre. Ella fue la mujer más dulce y tranquila del mundo, una señorita de la alta sociedad que lideraba obras de caridad, siendo amada por todos a su alrededor. Eso me dicen, porque yo la recuerdo poco. Mi papá, bueno él… digamos que tuvo una juventud complicada, con una dudosa reputación, provocando que aún su nombre genere temor entre la gente a nuestro alrededor. No sé bien cuál era su “trabajo”, porque a veces es mejor no preguntar o te arriesgas a saber más de lo que puedes manejar, solo sé que no era nada bueno. Papá lleva años en la senda del bien, desde que conoció a mi mamá para ser exactos. Tomó de ella no solo una nueva oportunidad de vivir, también lo hizo con su apellido y el negocio familiar que pasó de estar en quiebra, a convertirse en uno de los principales distribuidores de tabaco del continente… por lo menos eso me ha dicho y espero que sea así. Dirige todo con mi tío Víctor, primo de mi madre. Y con Héctor, hijo de la esposa de mi tío Patricio, su hermano, que falleció durante nuestro secuestro cuando intentaba negociar nuestra liberación. Héctor es mi novio, siendo 4 años mayor que yo trabaja con ellos desde que inició la universidad, tratando de convencerme que haga lo mismo. ¿Es extraño que mi casi primo sea mi novio? Quizás, pero mi circulo social no es tan extenso. Nos criamos juntos siendo mi mejor amigo, bueno, mi único amigo, mi actual novio y mi futuro esposo, el único hombre al que he amado desde que tengo conciencia... O eso creía, hasta el día que terminamos nuestro compromiso. Ese día que lo cambió todo. NARRACIÓN – MESES ATRÁS - ¿Estás terminando conmigo? – pregunta Madison en el jardín. Héctor la observa, cierra los ojos y respira profundo. - Creo que debemos tomarnos un tiempo separados para pensar. - Se supone que me llevarías contigo en este viaje, que me pedirías matrimonio. Hablaste con papá y el tío, dijeron que sí. Al regreso hablarías con ellos para encargarte de la oficina de Europa y mudarnos allá. - Lo sé – respira profundo. – Lo sé, pero hablé con ellos y tuvimos que cambiar los planes. - ¿Por qué siempre haces lo que te dicen? Nunca puedes mantenerte con las decisiones que tomamos juntos. - Es diferente… es que… - Diferente, ¿cómo? Igual que las veces que prometiste saldríamos los dos, que luego apareciste con todo el equipo de seguridad y terminamos en otro lugar distinto. - Entiende Madi. - No me amas, lo sabía. - Te amo, pero no puedo con tus locuras, simplemente no puedo. Saltas las rejas de la casa para salir sin escolta, huyes de los guardias que te custodian, pones en ridículo a tu padre frente a otros en cuanto tienes la oportunidad. Vamos a terminar en grandes problemas por tu comportamiento. - Quiero vivir un poco. - Te comportas como si fueras una adolescente, pero quieres comprometerte. Necesitas madurar, prepararte para ayudar a tu papá y al tío – su voz demuestra cansancio. - Y por eso prefieres irte de viaje con la… - respira profundo, no quiere ofender a otra mujer por celos, aunque sienta lo merece – secretaria esa que contrataste. La cual no te pasa mis mensajes, ni me deja verte. - Madi, yo solo me dedico a trabajar, nada más. ¿Crees que te engañaría? Encima cerca de la oficina de tu padre, comparto el piso con él. - O sea – cruza los brazos - no lo haces solo por eso. - No puedo contigo – masajea su frente - simplemente no puedo. Necesito tomemos un descanso hasta que demuestres que maduraste y estás lista para tomar responsabilidades. Mientras, yo estaré un tiempo en Europa haciendo lo que tú no haces, TRABAJAR. - Si eso crees de mí, entonces que sea como quieras. ¡Terminamos! - se retira molesta. Héctor hace el intento de seguirla, cierra los ojos y decide ir a la oficina de Arnaldo, donde también se encuentra Víctor. - Veo que tomaste una decisión – dice su suegro al verlo. - La amo y si esto es lo mejor para ella, cumpliré con lo que quedamos – se sienta, su tío le sirve un trago. - ¿Seguro no deberíamos avisarle lo que está pasando? Es su vida la que está en peligro. - La conoces, sabes lo rebelde que es, pero también que no podría defenderse por sí misma. Si va contigo hará alguna cosa, se meterá en problemas y no sabrá cómo salir de ellos. Aquí por lo menos tengo una oportunidad de cuidarla, hasta que tenga un lugar seguro donde mandarla. - Las amenazas siguen llegando entonces… - pregunta Víctor, sirviéndose un trago para él. - Sí. - ¿Consiguió quién se encargue? – Héctor luce preocupado. - Me reuniré pronto con él. - No aceptará más seguridad, peor que la envíe lejos. - Déjamelo a mí, yo puedo con ella – coloca su mano en el hombro de su yerno. - ¿Él podrá con ella? - Es el mejor que conozco, así que espero que sí. - ¿Es confiable? – Víctor se nota preocupado. - Lo más confiable que un asesino de su nivel puede ser. - ¿Estás seguro que esto es lo correcto? – el hombre luce más preocupado. – Puede ir con Héctor, hospedarse en un lugar más seguro. Quizás si allá vemos más personal... Estaba tan ilusionada, tan feliz. Su vida ha sido tan dura – su voz se quiebra. - La última vez intentaron entrar a su cuarto de hotel Víctor, mientras ella dormía, en ese lugar que parecía seguro. Si no fuera Héctor que subió a verla, no sé qué hubiera pasado. Por el momento lo más seguro es que esté aquí, pero si las cosas suben de nivel, necesitaré refuerzos. - Pero, ¿podemos confiar en ese hombre? Después de todo es… - guarda silencio antes de terminar la frase. - Es un profesional, como lo fui yo. - No quise ofenderte, sabes que no solo eres parte de mi familia, eres mi amigo. - No me ofendes. Entiendo la desconfianza, después de todo conozco mi pasado. - Confío en ti, si crees esto es lo correcto lo es. - También confío en usted – completa Héctor. – Será mejor que me retire, si estoy presente cuando llegue el nuevo personal se pondrá peor. - Ve y encárgate de los negocios en Europa. Necesitamos mantener las cosas funcionando, yo me encargaré de mi hija. - Se la encargo demasiado, por favor. - Yo te acompaño hijo. - Vayan tranquilos… y Víctor, Héctor. - ¿Sí? – preguntan. - No confíen en nadie. Ambos hombres salen del lugar, Héctor da un último vistazo a la enorme mansión antes de subir al carro y marcharse. En su habitación, Madison llora abrazando sus piernas. Durante los últimos años de su vida, cada vez que se ilusiona con la idea de tener un momento normal, solo para ella, algo lo detiene. Tocan la puerta. - ¿Puedo pasar? – pregunta su padre. - No sé por qué preguntas – se seca las lágrimas con el cuello de su blusa. - Es tu casa, todos hacen lo que digas – ingresa y se sienta en el suelo junto a ella. - Mi princesa guerrera – busca acariciarla, pero ella lo rechaza. – Te amo tanto, todo lo que hago es por tu bien. - Sí, claro. - Algún día lo entenderás. - No, no lo haré – lo ve molesta. – Ponme todos los guardias que quieras, huiré otra vez – este se molesta, poniéndose de pie. - Enójate todo lo que quieras, pero seguirás aquí hasta que... - ¿Hasta qué? - Hasta que yo lo diga. - Eso lo veremos – lo enfrenta. - ¿Por qué no puedes parecerte a tu madre? - Perdón si no saqué su perfección, perdón si te recuerdo la parte de ti que odias. ¡Ojalá no fuera tu hija! – su padre respira profundo, mordiéndose los labios. - Pues ¡lo eres! – la mira directo a los ojos. – Y lo serás toda la vida, así te cambien la sangre entera. ¡Acostúmbrate! – sale del lugar lanzando la puerta. No importa lo que pase, protegerá a su hija y la mantendrá con vida, aunque eso implique ganarse su odio.
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