16. ¿DÓNDE ESTAMOS?

1511 Words
NARRACIÓN Recorren una larga trayectoria que para Madison se siente una eternidad, entre caminos poco transitados, llenos de polvo, bajo el sol que asomó con fuerza. Le da toques en el hombro a James para pedirle hablar, este se detiene a un lado de la carretera. - ¿Qué pasó? – pregunta quitándose el casco. - ¿Crees que soy camello para cruzar semejante desierto sin agua? – este pone los ojos en blanco. – Tengo sed, quiero ir al baño, tengo hambre, mis piernas están acalambradas, ya no siento mi trasero y con este sol me siento en un sauna – se huele – ¡apesto! - hace un puchero. - Está bien, cerca de aquí hay un río. Podemos descansar ahí un momento. - ¿Un río? También piensas agarrar una lanza o algo así, para alimentarme. Quiero un baño decente, quiero un restaurante, quiero una camita. - Cuando lleguemos, mientras tanto hay que conformarse con lo que está cerca. - Qué horrible secuestrador eres. - No soy un secuestrador. - Me secuestraste. - Claro que no. - Llevarme contra mi voluntad, así sea por orden de mi padre es secuestrar – James cierra los ojos y respira profundo. - Ok, lo hice. ¿Contenta? - No, porque es un secuestro – responde con fastidio. - ¿Dónde es el río ese? Conducen hasta el río, donde aprovechan para refrescarse un poco y comer las cosas que adquirieron en la tienda anterior. James utiliza todo su poder de convencimiento para que Madison acepte teñirse el cabello de n***o, además de cortarlo un poco. - ¿Estás loco? – se queja. – Digamos que acepto dejarme cortar mi hermoso cabello por ti, en lugar de con mi estilista de toda la vida que sabe exactamente cómo me gusta. Pero, ¿teñirlo? ¿de n***o? No tienes idea lo que significa hacer eso, es imposible quitarse ese color sin lastimarlo. Podemos hacer una cita en un salón, quizás aclararlo. - No podemos hacer una cita en un salón. - Olvídalo entonces – busca alejarse. – Ya bastante tengo con seguirle la corriente a mi papá con todo este drama de la protección, no dañaré mi cabello. - Solo… considéralo. - Jamás – lo ve. – Sobre mi c*****r dañaré mi color natural, con pequeñas iluminaciones en zonas perfectas para que se vea así de bello. - ¿Podemos cortarlo al menos? - Porque no te cortas el… - ¡Ey! – la regaña, cubriéndose su parte más preciada. - Nadie toca mi cabello. Rindiéndose ante una batalla que no ganará, continuan el viaje. Tras unas cuantas horas más y una parada en una gasolinera clandestina llegan a una recóndita cabaña en las montañas. Es un sitio bastante pequeño, con una chimenea frente a la cual se hubica un sofá, la cocina conectada por una barra con dos bancos y una pequeña mesa con dos sillas. Hay dos puertas más, que parecen ser habitaciones. James es el primero en entrar, quitando las sábanas que cubren los pocos muebles del sitio, provocando una nube de polvo que hace a Madison toser. - ¿Qué es este lugar? – se queja, mientras continúa tosiendo. - ¿Contigo? El infierno – la mira, esta le sonríe con sarcasmo. - Mi papá como que te pagó poco. - Por qué dices eso. - Pues se nota que entre tanto cambio de carros y motos, no te alcanzó para un lugar decente. - Es un lugar seguro – dice encendiendo las luces, está anocheciendo ya. - Seguro que puede caerme tétano, o darme una infección si me pincho con alguna cosa de esta casa vieja. - Hablas mucho de ser aventurera por el mundo – señala el lugar. - Bien, imagina eres mochilera y si quieres acampa en una carpa en el patio – lo ve indignada. - Muy gracioso, me gustaba más cuando eras callado. - Entonces te gustaba – sonríe con algo de burla. - Del verbo pasado, hace mucho. Cuando eras serio, frío y misterioso. No un hombre odioso, que me mueve de sitios contra mi voluntad. - Qué bueno, no sabes lo bueno de eso. Para ver si así, me dejas hacer mi trabajo correctamente. - Ok – camina por el lugar. - ¿La chimenea funciona? – este la ve con cara de no entenderla. – Hace mucho frío, supongo se necesita leña o algo. - Si quieres leña, ve a buscarla. - Tú eres mi captor, tú debes garantizar esté bien. - Entonces enciende la calefacción – señala la pared. - Oh… - se sorprende. – Pensé era una cabaña pobre. - Es sencilla, pero cuenta con todas las comodidades básicas. - Eso está bien. - Hay cámaras en todo el perímetro – señala – sensores de movimiento. Como te dije, es un sitio seguro. - Ok, será aceptable… por ahora. ¿Dónde dormiré? - Su habitación señorita – señala la puerta de la derecha. Madison ingresa a la habitación, James la sigue, mientras esta recorre cada centímetro revisando detalle a detalle. En el armario hay ropa, el baño tiene implementos femeninos, es una habitación lista para usar. Frunce el ceño, lanzándole una almohada a James. - ¿Qué te pasa? ¿Estás loca acaso? - No pienso quedarme en la habitación de otra persona – camina a la salida. - ¿De qué hablas? – lo ve indignada, continuando con su camino por el exterior, este la sigue. - Es obvio que en esa habitación dormía contigo una mujer, tiene todo. - Claro que tiene todo, la preparé para ti – se detiene, da media vuelta y lo observa aún más molesta. - ¿Para mí? esa ropa no es mi estilo, ni de mis colores. - Lo sé, tu padre me dio una guía básica. ¿Crees que le iba a preguntar qué estilo tenías? Ya me imagino, disculpe señor Ferrer, ¿su hija qué marcas usa? ¿cuáles colores le favorecen? Obviamente que iba a hacer eso – el rostro de ella cambia, tiene lógica lo que dice. Mira a su alrededor, a penas ha caminado unos pasos y ese lugar ya le da miedo. - Está bien – camina de regreso. – Voy a creerte, solo porque está anocheciendo y no pienso huir a esta hora. Pero, voy a escapar de ti. Estás avisado. - James – dice este, respirando profundo - recuerda lo que vale. Mantenla con vida y pronto podrás dejar todo esto atrás. - ¿Te estás burlando? - ¿Burlando? Llevo menos de 24 horas a solas contigo y estoy empezando a creer que cualquiera querría matarte. Es más, de conocerte así, como ahora, antes de aceptar el trabajo con tu padre, yo mismo hubiera aceptado hacerlo… ¡Gratis! - Idiota. - Caprichosa, consentida e histérica. - Secuestrador de cuarta. Caminan de regreso, mentalizando lo difícil que será la convivencia los días que duren en este lugar. Cenan sin dirigirse la palabra, Madison se retira a descansar y James le advierte el sistema de alarmas se encenderá, así que escapar será complicado al sumarle que están en medio de la nada, en un terreno desconocido para ella y rodeado de animales salvajes. En medio de la noche, cuando todo está a oscuras, Madison abraza su cobija observando todo a su alrededor. Las sombras de los árboles forman figuras que la asustan, sumado a los sonidos propios de los animales y el estar en un lugar extraño, todo se vuelve aterrador. James siente unos pasos acercarse, moviendo su mano con suavidad para tomar el arma junto a su cama cuando reconoce el olor de ella. - ¿Qué te pasa? – le pregunta, al observarla en su habitación. - Es que… mmmm - balbucea algo. - ¿Qué? - Que tengo miedo, ¿puedes dormir en mi cuarto? - No. - Por favor. - No. - Es un lugar nuevo y todo está muy oscuro, no me siento cómoda en lugares nuevos y muy oscuros. - ¿Es enserio? – la mira. - No tenías mucho problema antes, cuando… - Lo sé, porque estabas tú. - Pero, siempre huyes – no logra entenderla. - Sí, pero conozco mi casa a oscuras. Además, a la hora de dormir busco lugares iluminados. - No te entiendo. - Prometo limpiar y cocinar. - Créeme que así no me convences, comer de tu manos sería envenenarme. - Aprenderé, pero por fis. - ¿Segura no es una trampa? – niega con la cabeza. – Acepto con una condición. - ¿Cuál? – lo mira con el ceño fruncido, desconfiando. - Me darás al menos una semana de tregua, sin intentar huir. - Eso no es justo – se queja. - Entonces – se acomoda en su cama. – Buena suerte durmiendo, hay una leyenda sobre un fantasma aquí… - No oigo, no oigo – se tapa los oídos. – Tú ganas, una semana de tregua – extiende su mano, este se incorpora y la toma. - Trato. La sigue hasta su habitación, esperando no arrepentirse de esta tregua.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD