A Helena le sudaban las manos por sostener el teléfono. A cada timbrazo que daba el celular sentía como su corazón se aceleraba. Estaba a tan solo un paso de saber quién era su futuro marido. Por fin sus dudas se disiparían. No podía negar que en esos eternos segundos de espera tuvo sentimientos encontrados. Por una parte si resultaba que era Máximo, el bibliotecario, su futuro esposo, sabía que era un hombre noble e inteligente con el cual se sentiría cómoda en cuanto pudieran entablar una mejor amistad. Aunque por otro lado el actuar de Max Bax malvado estaba mejorando y comenzaba a ser una persona diferente con ella. Sin embargo no podía hacer caso al corazón, tenía que cumplir el trato por el bien de sus hermanos del orfanato. — Vamos Leonora contesta —decía Helena moviendo las pie