When The Night Comes Out

Capítulo Doce: Lejos.

La manera en la que Nina y Zaryn lograron salir huyendo, quizá solo fue cuestión de suerte, debido a que aquella especie de lobo les perdonó la vida, como si se tratase de un milagro o de un ser omnipotente.

Ambos pensaban que de no haber sido así, su destino sería muy parecido al del mismo Jake, al que vieron clavado en una estaca sin siquiera una pizca de consideración. 

Lo cierto, era que no podían seguir perdiendo el tiempo, ahora sus propias vidas estaban en riesgo de una forma en la que antes no lo sintieron. 

La chica seguía llorando desconsolada, siendo envuelta entre los brazos del más alto, se hallaban en una esquina del pasillo más cercano a la terraza del edificio, donde se colaba un poco más de luz, pero asimismo, el frío que les envolvía era bestial.

La humedad del frío lo hacía casi insoportable, de modo que tenían que buscar una forma de entrar en calor, y lo único que se les ocurría era un abrazo, algo inofensivo pero eficaz.

De los dos, el más alto no se quejaba, no podía, pues estaba compartiendo tiempo de calidad con quien fuera la persona de la que gustaba, aunque fuera en secreto. Muchas veces intentó decirle sus sentimientos, pero ellos no salían de su boca, pues pensaba que de algún modo quedaría en ridículo.

Su familia siempre fue tan escandalosa que él no quería ser nunca así, no quería parecerse a quienes lo engendraron, quienes a pesar de no tener los recursos suficientes, aún tuvieron varios hijos.

La casa en la que creció fue una campestre, y de eso no se quejaba en absoluto, pero a veces deseaba a que se pudiera hacer algo más que solo pastar, ordeñar vacas y sembrar; él quería más emoción en la vida, y eso fue a buscar a la ciudad, siendo que con lo primero que se encontró fue con la civilización tan distinta a él, incluso en cuanto a dialecto, pero fue capaz de cambiarlo con rapidez, se ajustó también a la manera de vestir y de actuar de sus congéneres, siendo sencillo el proceso de adaptación.

Claro estaba que no podía ocultar sus orígenes, y tampoco quería hacerlo del todo, pero tuvo que hacerlo cuando comenzó a estudiar, mintiendo a los demás sobre su origen para no ser molestado, ya que tenía entendido que las personas solían ser muy groseras con los sembradores o "campesinos" como les llamaban.

A él nunca le gustó que lo rebajaran de ese modo, y cada vez que alguien se enteraba de su verdadero origen, solo le causaba tristeza, pues sabía que irían con el chisme a los demás, como si se tratase de un fugitivo, en vez de una persona decente.

Zaryn nunca fue de las personas a las que les gustara burlarse de los demás, era muy decente en cambio, tenía una sonrisa en los labios para recibir a las personas y una manera educada de tratarlas, era por eso que se sentía excluido, como si jamás pudiera encajar perfectamente.

Logró culminar su bachillerato de manera exitosa a una edad algo tardía, pero nada demasiado preocupante, lo justo. De ahí en más, le empezó a apasionar la escritura de misterio y los casos policiales sin resolver.

Se convirtió en un estudioso e investigador por su propia cuenta, comenzando a abrir su propio departamento de detectives para cuando cumpliera los veinticuatro años, tras años al servicio de distintas agencias, solo hasta que finalmente se topó con la Torre Warforth, la cual le ofreció el doble de lo que ganaba en su propio trabajo, y aparte de eso prestigio y fama. No pudo negarse ante la oferta, de todos modos, así que mientras trabajaba y mantenía a flote el departamento de investigaciones, también dirigía al equipo G23 en compañía de Raechel, quien era una chica sumamente inteligente, y Nina, la que fuera no solo su interés académico, sino también romántico luego.

Apenas tuvo la oportunidad de conocer a las personas con las que trabajaría, se le hacía imposible siquiera imaginarse en otro lugar que no fuera su propio empleo y ese lugar. Las oficinas y las instalaciones eran en extremo cómodas, un punto positivo en el que cualquiera se fijaría para decidir quedarse o no.

En su caso, quedó prendado de la forma de trabajar que tenían sus compañeros, la pasión por su área de desenvolverse se veía a leguas, y esa es una gran cualidad que no todo el mundo posee, por desgracia.

Recuerda que la primera conversación que tuvo con Nina fue acerca de uno de los más famosos casos sin resolver de la historia, y casualmente ambos eran fanáticos de este mismo, siendo una mujer asesinada dramáticamente y dejada en un jardín colocada en posiciones extrañas, habiendo sido desmembrada en varias partes con cortes premeditados, siendo drenada de todo fluido y vaciada por dentro. Muchos especulaban que en realidad se trataba más que de un asesinato, de una obra de arte hecha de muerte.

El arte surrealista era una de las tantas posibilidades que podían ser parte de tan atroz acto, ya que la manera en la que estaba dispuesto el c*****r tenía cierta parte estética y maquiavélica digna de un artista frustrado y trastornado a partes iguales. Un aficionado más del asesinato a sangre fría y muy premeditado, casi con un propósito.

Tanto Zaryn como Nina eran tan fanáticos de este tipo de cosas que ambos poseían recortes reales de periódicos en álbumes en perfecto estado, con un orden que solo ellos conocían, con posibles explicaciones y teorías sobre la verdadera causa de la muerte, y por supuesto, quien la perpetró.

Los dos quedaron hablando por horas acerca de los mismo mientras hacían su trabajo, pero desde allí, quedó más que claro que se llevarían muy bien los dos. Varios de los demás a veces se les unían para debatir acerca del tema, pero ninguno se sentía tan preparado para competir entre ellos dos, quienes parecían llevar años en la misma investigación, sabiendo cada detalle de este como si fuera cercano. Los dos eran igual de apasionados en lo que hacían, de modo que su trabajo siempre fue de admirar.

Cada vez que necesitaban a alguien que se encargara de cubrir alguna investigación que tuviera que ver con el pasado, esos dos eran la pareja perfectas, en más de un solo sentido, pero tal parece que ninguno se daba cuenta, pero las personas a su alrededor sí que lo hacían.

La mayoría defendía que debían de estar juntos, pero ellos siempre hallaban la manera de hacerse los locos. En cambio, Zaryn observaba cómo Jake era feliz con su pareja, un chico de origen occidental más rubio que el sol, con un carácter precioso, siempre amable y con un sentido del humor admirable.

Hacían una pareja preciosa, sin embargo, estaban pasando por problemas debido a la distancia que los separaba de una nación a otra, y con este viaje solo se estaban distanciando más y más... Cuando se enterara de que falleció seguro sería un golpe muy duro, y esperaban que quien estuviera a su lado fuera empático y lograra apoyarlo de la manera adecuada.

Ninguno de ellos quería ser el ave de mal agüero, ser quien portara las malas nuevas, pero alguien tenía que encargarse de ello. 

A pesar de que todos estaban emocionados a partes iguales por el simple hecho de poder ser los primeros en llevar a la luz un documental de tamaña envergadura, en momentos como esos, no podía importar menos el crédito que se les diera por algo como eso. El instinto de supervivencia subía de puesto en el rango de las cosas más importantes, ocupando el primer puesto con sumo orgullo.

─¿Qué haremos ahora?─ preguntó Nina, viéndose como una niña pequeña entre los brazos del fortachón.

─Buscar a los demás, tenemos que salir de aquí─ respondió este, pero ambos temblaban por la brisa nocturna que se colaba entre las rendijas y las ventanas rotas.

La de menor estatura sabía que tenían que huir, ella quería volver con su familia, no podría con la carga de haber sido grosera en su último encuentro.

─Prométeme que si volvemos con vida... Nos daremos una oportunidad...─ pidió ella, tomando por sorpresa al mayor.

Zaryn tragó con fuerza, sin saber muy bien qué contestar ante eso.

─No puedo prometerte nada, cariño, por más que quisiera...─ dijo, haciendo que la chica se sintiera muy triste, y sobre todo rechazada.

─Yo... Pensé q-que me amabas...─ expresó ella, con la voz un tanto rota.

El abrazo cada vez se sentía más frío, como si en vez de una persona, se estuviera sosteniendo a una roca gigante hecha de hielo por completo.

─Lo hago, no hay cosa en el mundo que más quisiera que volver a la vida real e intentarlo contigo, pero sabemos que justo ahora es muy poco probable, por favor, no insistas...─ suplicó él, acariciando el cabello de la chica, sintiendo en su pecho un dolor indescriptible.

No quería hacer que la chica se sintiera mal, pero era cierto que no podía prometerle nada en el fin del mundo, y ese era un fin muy horrible si en realidad terminaban todos sin vida. Incluso si volvieran tal cual, aún faltaría Jake, y ese ya era un vacío que nadie podría llenar nunca.

─¿Qué es lo que te da tanto miedo?─ quiso saber ella, harta de que nunca llegaran a nada.

─No le temo a nada más que a perderte, Nina, ni siquiera a la muerte, pues es algo natural, incluso si no sucediera bajo causas comunes─.

─Entonces ¿Por qué no me besas?─ pidió de nuevo la de menor estatura, comenzando a voltearse para quedar frente a frente.

El aliento de ambos se mezclaba, ya que el frío hacía que botaran humo por la boca, siendo el momento ideal para un primer beso, pero no pudo ser.

De inmediato, volvieron a escuchar esas pisadas amenazantes no muy lejos de donde ellos se encontraban, así que, de nuevo, tuvieron que irse de allí.

Subieron hacia el tejado, que al ser un invernadero, tenía por techo ventanales, algo frágil, pero no les quedaba mayor opción que quedarse allí hasta que pasaran aquellos seres de la oscuridad, esperando que no lograran divisarlos.

Los dos se encontraban acostados en el techo, sobre las partes de hierro que sostenían a los ventanales, ya que en caso de que los cristales se rompieran, no querían caer.

Sus manos estaban entrelazadas sin descanso, dándose todo el apoyo que pudieran, de modo que la vida misma era peligrosa, y estando en ese lugar, lo era el triple.

El mayor emuló con sus labios una frase de cinco letras que a la chica reconfortó, dejando que sus preocupaciones se fueran lejos de allí.

Le respondió con un "Yo más" mudo.