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When The Night Comes Out

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Blurb

Un gran documental. Un fatal destino.

Cuando un grupo de investigadores privados se infiltra dentro de las instalaciones de un centro médico abandonado para filmar lo que sería su catapulta al estrellato, suceden cosas inexplicables. Será su mayor deseo salir con vida.

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Capítulo Uno: Pesadillas.
21.10.2012  10:37 A.M. Torre Warforth  Ofic. de Investigaciones Nacionales "Sylvia's Diamond" La sala estaba sola, a excepción del señor Cowells, quien era el superintendente de dicha compañía, por lo cual era su obligación designar las labores ejercidas por sus subordinados, empezando desde periodistas y entrevistadores hasta camarógrafos y asistentes. En su escritorio de madera oscura pulida, leyendo uno de los más recientes informes, se encontraba el hombre de cabellos cortos, perfectamente alineados y canosos, en algún traje barato, con una taza de café instantáneo a medio batir yaciendo a su alcance; tan solo leer unas cuantas líneas le bastó para pensar en las jugosas ganancias de dicho caso, por supuesto, el entusiasmo e interés le vino tan rápido como a un depredador hambriento, de inmediato decidió solicitar a su mejor equipo en el despacho lo más pronto posible, ya no podía borrar su sonrisa torcida del escuálido y ojeroso rostro que poseía. Un sonido sordo se escuchó detrás de las puertas, las cuales se abrieron de par en par momentos después. Se trataba del grupo G23, el cual estaba conformado por seis jóvenes menores de veintisiete años, su mejor grupo de investigadores.  Cowells los invitó a tomar asiento frente a él, acción que ejecutaron sin objeciones.  En el acto y en seco, Raechel formuló: —Díganos ya ¿Para qué nos citó? Tiene que ser algo de suma importancia al habernos llamado en pleno desarrollo de una reunión de carácter estrictamente confidencial—. —¡Oh, mi querida Rae Rae! Ya deberías saber que nada es lo suficientemente confidencial aquí como para yo no estar al tanto. Y sí, esto es mucho más que importante ¡Les he asignado el caso del año!— habló emocionado el hombre mostrando gran parte su sucia dentadura de oro. —¿Caso del año?— pregunta con confusión esta vez, Zaryn. —¡Sí! Verán... Sucede que estuve revisando papeleo y me he encontrado de frente con la oportunidad misma, el conocido caso del centro clínico Oxfour a las afueras de Clevelant, por eso los he convocado—.  —¿Usted quiere un reportaje de ese lugar? ¿Por qué después de tantos años?— inquirió Demian con cierta curiosidad. —Exactamente, muchacho, y lo quiero justo porque nadie más ha logrado resolverlo. Además, la recompensa será buena, lo prometo—.  —Bien... El único inconveniente es que ya no tenemos alguien que se encargue de la cámara, ya que Jason renunció hace poco—.  —No hay problema, yo mismo me encargaré de eso— hizo saber con la misma sonrisa retorcida del principio y una mirada tan densa como el hielo que empezaba a cubrir la ciudad, saliendo del despacho.  ... El día veintitrés de octubre del dos mil doce, a las nueve y seis de la mañana, se encontraban todos en el despacho del jefe. Cowells había vuelto a citar al grupo a su oficina, esta vez con una sorpresa entre manos, la sorpresa tenía pies y cabeza, y llevaba por nombre Finneas Dawson. El chico sería el nuevo director de vídeo, y por ende, camarógrafo.  Cada uno tuvo una reacción distinta, pasando desde la sorpresa hasta el inconformismo. Cada uno le extendió la mano de forma cordial.  Finneas era un chico escuálido y de tez morena, cabellos rizados y ojos aceituna. Parecía bastante agradable, por lo que congeniaron bastante bien entre todos.  Durante toda la conferencia, en donde firmaron un nuevo contrato y hablaron de pagos, del traslado, de la estadía y la manutención, todos habían quedado solo un tanto conformes con lo dicho.  Si bien, no eran millonarios, amaban su trabajo, y es cierto que tenían el sueldo más alto de la compañía, que seguía sin ser mucho, pero estaban allí por amor al arte.  Durante los primeros años de investigaciones, solamente estuvieron dos personas en el grupo, Raechel y Saebin, luego uniéndose Zaryn, Nina y Jake.  Raechel, una chica alta y delgada con largos cabellos negros, había conocido a Saebin, un chico de apariencia asiática en la universidad, haciendo buena amistad desde el día uno. Ambos estudiaron periodismo, por lo que pasar tiempo juntos no era extraño. Se ayudaban entre sí para presentar cada proyecto, siendo apasionados del tema, podían hablar por horas de la ejecución de una buena entrevista, de lo crucial que era la lectura de gestos en una investigación, de lo necesario que era grabar voces, tener video y edición de calidad. La taquigrafía era su fuerte y disfrutaban haciendo competencias de escritura sin ver en los teclados de las computadoras de la biblioteca. Un equipo diferente y altamente funcional.  Zaryn, un chico de apariencia fornida y alta, con cabellos castaños y ojos grises, se unió meses después de que Raechel y Saebin lograran entrar en la agencia. Al principio fue algo shockeante tener a un aficionado del misterio y el crimen, que era escritor de profesión, sin embargo, lograron hacer que funcionara.  Como siguiente integrante, fue Nina quien llegó, una chica pequeña y con unos kilos demás, rubia y de orbes verdes, todo esto por órdenes del jefe, quien quería crear el grupo de investigación perfecto. Nina se dedicaba a investigar casos criminales, llegando a resolver varios, había estudiado leyes.  Por último había llegado Jake, quien era un chico pálido y no muy alto, en el hueso, pero con un cerebro de oro, pues tenía un coeficiente intelectual muy por encima del promedio. Había estudiado programación y era un az con la tecnología.  Les informaron que el viaje hasta el instituto médico sería de doce horas en coche, ya que que el presupuesto con el que contaban no era el mejor. Estaba bastante ajustado. Saldrían pasados dos días por la tarde.  Cuando salieron de la oficina, se reunieron en la biblioteca a terminar de pulir los planes, cómo iban a abordar el tema, que sabían sobre el lugar, los planos que querían tomar del lugar, entre otras cosas. Solo quedaba esperar. ... Para el día veinticinco de octubre, todo estaba bien planificado, los seis estaban esperando la llegada del transporte fuera de la torre de investigaciones, tenían su poco equipaje con ellos, en su mayor parte consistía en mochilas de camping.  Cuando hizo acto de presencia el camión militar, los cargó a todos, asegurándose de cerrarlo bien para que nadie supiera qué había dentro, solamente podían ver el cielo por medio de la lona transparente del techo del transporte.  Comenzaron la travesía y algunos se recostaron para dormir un poco. Aunque era de tarde, habían pasado los días anteriores estudiando las posibilidades de lo que pudieran encontrar allí, incluyendo el cómo pasear por lugares en peligro de derrumbe, ya que era un tanto obvio que el edificio estaría húmedo y en un estado de abandono bastante grande. También llevarían tapabocas especiales y gafas de protección, guantes e impermeable. Linternas, comida en lata y varias cuerdas.  Les recibirían en una posada cercana a la construcción, desde donde irían y regresarían todos los días durante dos semanas. Ese era el plan original. Pasadas seis horas de camino, el equipo comenzó a desperezarse y el camión hizo una parada en un restaurante de carretera. En donde se refrescaron y estiraron las piernas, comprando alguna que otra cosa.  De vuelta al camión, este inició de nuevo su recorrido, y el atardecer ya pintaba rosa con tonos morados y amarillos, lo que indicaba que la noche estaba cerca y lo poco que podían divisar era vegetación y más vegetación junta, cada vez más espesa y más estrecho el camino.  En la última hora, se dieron cuenta de que el asfalto se había tornado en tierra, ya no habían vías hasta allí. Así de antiguo era el lugar que iban a visitar a continuación. También el frío comenzaba a sentirse, por lo que se abrigaron con lo que tenían. Finalmente llegaron pasadas las ocho de la noche. Bajaron todas sus cosas del transporte y este se fue, dejándolos a la intemperie, fuera de lo que se veía como una posada de estilo colonial.  Caminaron hasta ella, y en la entrada se toparon con un señor mayor. —Ascher Martin, a su servicio. Les guiaré a su destino, por favor, su equipaje— habló fríamente aquél hombre de edad avanzada y voz neutra.  —Gusto en conocerlo. Si me permite, quisiera saber algo, si no le molesta ¿Desde cuándo trabaja aquí? Es decir... en este lug...— Saebin no pudo terminar la oración, ya que fue interrumpido abruptamente por el extraño. —Le agradecería mantener al margen cualquier pregunta personal y abstenerse exclusiva y únicamente a prestar atención al paisaje en el camino restante a sus habitaciones. Lo mismo va para ustedes. Ya sabrán porqué han venido— suelta rotundamente mirando al grupo de personas frente a él —Por ahora, con permiso, el equipaje no se arregla solo—.  Tras esa bienvenida, todos quedaron fuera de lugar, sin embargo, siguieron al tal Ascher hacia dentro de la construcción. La edificación era antigua y estaba pintada de un blanco desvaído, tenía tejas por techo y podía verse el rastro de humedad en las paredes, lo que seguramente quedaba marcado cuando llovía.  Se preguntaron si era común que lloviera en ese lugar, o la humedad se debía a otros factores, ya que era abundante en cada rincón y penetraba en sus fosas nasales. Si así era la posada, no querían imaginar cómo sería el instituto clínico. Lo cierto era que debían tener cuidado a cada paso que daban.  Los guiaron hasta sus habitaciones, Saebin se iba a quedar con Jake, Finneas con Zaryn y Nina con Raechel. Cada quien entró en su habitación, eligiendo cama. Ordenaron sus cosas y bajaron las pequeñas escaleras de nuevo para dirigirse al compacto comedor que tenía la posada.  Allí les brindaron la cena a todos, habían llenado hasta el tope la mesa de diez plazas. Habían conocido también a la cocinera de allí, esposa de Ascher, su nombre era Larine y era una señora bajita de aspecto amigable, toda una mamá. Les contó que había tenido siete hijos, pero que todos se fueron de ahí buscando expandir sus horizontes, que los extrañaba mucho a cada momento, pero que sabía que estaban bien. Todos asintieron a lo conversado, empatizando con la señora mayor. También todos ellos extrañaban a sus familiares, ya que para poder estar de servicio en la compañía, debían estar siempre viajando, siempre en conferencias, siempre ocupados como para tener tiempo de ocio para compartir con sus seres queridos. Un precio bastante alto por hacer lo que les gustaba.  Esa noche, luego de la agradable charla que tuvieron junto al fuego de la chimenea, todos se retiraron a sus habitaciones, intentando conciliar el sueño. Preparándose mentalmente para lo que les sobrevendría al día siguiente. ... Ocho horas más tarde, volvieron a bajar, todos listos para desayunar, saludando alegremente a los encargados del lugar. De nuevo conversaron con ánimo.  Al tener todo listo, salieron a primera hora del día. Se respiraba un aire tenso fuera de la posada, pero se lo aguantaron, tenían que ser valientes y lograr completar el documental. Habían visto cientos de historias en donde salían muy mal los documentales en lugares abandonados, puesto que siempre había riesgo de derrumbe, de animales salvajes, de contagiarse de alguna enfermedad o virus, de daño psicológico e incluso la muerte.  A pesar de todo, allí estaban ellos, dispuestos a todo por documentar en vídeo uno de los lugares más tenebrosos y olvidados de todo el mundo. Apenas llegaron a lo que parecía ser la entrada principal, observaron un gran portón cerrado con candados, por lo que tuvieron que burlar la seguridad trepando. Al estar dentro, caminaron por el patio hasta la parte delantera del edificio, tenía unas inscripciones en latín, junto con el nombre del instituto en letras casi inteligibles.  Discutieron los planos que harían desde allí, las tomas imponentes y el intro, tendrían grabadoras de sonido mientras la cámara captaba el vídeo. Finneas se puso en ello de inmediato, teniendo un manejo casi perfecto de las herramientas. Estaban seguros de que sería una gran producción.  Quien logró abrir la puerta principal fue Zaryn, destapando una nube de polvo enorme, esto fue captado por la lente. Encendieron las linternas y se encaminaron todos juntos, pero procurando pasar de uno en uno, fijándose en el suelo desgastado.  Todo estaba en un silencio sobrecogedor y abismal. El recibidor se asemejaba al lobby de un hotel, lo cual les había parecido extraño desde ese momento, pero no se quejaron. Continuaron con el recorrido, haciendo cameos por doquier, el lugar estaba abandonado desde hacía décadas atrás, entonces ¿Por qué lucía de siglos anteriores?  El primero de muchos misterios que encontraron.  Investigando con los planos que tenían del edificio, sabiendo que guardaba cientos de habitaciones en su interior, habían decidido examinar primero el área de camillas y el crematorio, donde iniciarían la grabación formal con el guion que tenían preparado. Mientras subían dos pisos hacia los lugares antes mencionados, se podía observar la humedad en las alfombras y las paredes, haciendo de las escaleras una trampa mortal. Cada uno tuvo que subir cuidadosamente, alumbrando cada paso.  Raechel parecía ser la más emocionada, y era quien llevaba los planos consigo, señalando cada detalle de los pasillos, que eran color crema, aunque la pintura ya estaba bastante gastada y cayéndose a pedazos. Las lámparas estaban oxidadas y repletas de telarañas. Se habían topado con más de diez murciélagos a lo largo del recorrido y recién habían visto un ratón enorme pasar a su lado, con una araña enorme en la boca. Dos de ellos eran aracnofóbicos, así que les tocó aguantarse los mini ataques de pánico, obligándose a continuar. El lugar olía a una mezcla horrorosa de abandono, tierra, óxido y moho.  Las náuseas no se hicieron esperar por parte de las chicas, pero todo eso se esfumó cuando llegaron a las habitaciones que buscaban. Estaban tan intactas, con una belleza tétrica bailando en su interior. Quedaron anonadados ante la cantidad de objetos antiguos que habían ahí respecto a la medicina. Se encontraron con tomos bastante gruesos acerca de la anatomía y en especial del funcionamiento del cerebro humano. Habían muchas imágenes ya decoloradas por el tiempo de varias enfermedades y trastornos que tenían que ver con la salud mental, muchos juegos didácticos y algunas fotos del personal que llegó a operar allí. Dentro había una puerta que llevaba hacia el área de morgue y cremación. Estaban emocionados sobre todo por llegar hasta ahí. Sin embargo, debían hacer varias tomas y el principio del guion en el área de recuperación o camillas.  Nina comenzó hablando acerca de la historia del lugar, señalando algunos objetos curiosos hallados allí. Saebin continuó evaluando la situación de la construcción, animando a la gente a no hacer ese tipo de prácticas, ya que el peligro de muerte que se corría era extremo en lugares así. Finalmente, luego de unos pasos cuidadosos y solo las luces de las linternas, que, a pesar de haber luz del día, no era suficiente para atravesar las gruesas capas de polvo y humedad de las ventanas, entraron al área de morgue y cremación, hallando varios cuerpos en descomposición, con un hedor tremendo, sin embargo, solo quedaban prácticamente los esqueletos, ya que los gusanos habían hecho su trabajo de descomposición. La imagen les revolvió el estómago, pero también los emocionó a partes iguales, pensando en qué más podrían hallar. Grabaron también ahí parte del guion, en perspectiva de las personas que una vez hicieron vida en el lugar. Soltaron también una reflexión sobre el valor de la vida, que pretendía hacer ver que no somos nada frente a la grandeza de la naturaleza en sí misma. En esa habitación no había ventanas, pero la decoración seguía siendo la misma. En un lado de la misma habitación habían diferentes contenedores con nombres de personas y fechas de deceso, es decir, que contenían sus cenizas.  También tomaron evidencia de ellos con calma, leyendo sus nombres a modo de memoria. Fue un acto bastante emotivo para todos. Cuando terminaron con esa área en general, se dirigieron de nuevo al pasillo, mientras pensaban a dónde ir a continuación. El lugar elegido fue el área común de los enfermos, la cual estaba en el centro del edificio, a modo de patio interno.  Caminaron con cuidado por el piso de madera alfombrado, observando que allí había al menos una tenue luz proveniente del techo, aunque seguían necesitando la ayuda de las linternas para guiarse al cien por ciento.  Llegados allí, observaron sillas de ruedas, muletas, vendas, todo en un estado deplorable, lo que les daba una belleza única. Continuó Zaryn informando acerca de las enfermedades que se trataban allí según la historia y los informes encontrados. Al parecer, era un hospital psiquiátrico, que trataba desde migrañas hasta la esquizofrenia en estado crónico. Desde ese patio podían verse distintas habitaciones que seguramente en su tiempo albergaron muchos gritos desesperados y llantos irrefrenables.  La siguiente parada fueron las escaleras que no aparecían en los planos que Finneas logró divisar desde su lugar. Jake fue el primero en bajar, diciendo que les informaría lo que encontrase. Jake era un chico bastante valiente para la contextura que poseía, y eso todos lo admiraban. Le dejaron ir sin dudarlo. Ellos se quedaron inspeccionando más objetos y planeando más cameos, sin embargo, pasado un buen rato, Jake no volvía.  Decidieron esperar un poco más por él, seguramente había encontrado algo gordo. Todos estaban expectantes a su llegada.  Pasado un tiempo más, escucharon varios gritos ahogados por el eco de las escaleras, lo que les confundió más. Gritaron de vuelta si necesitaba ayuda con algo, pero solo se escuchó otro grito de dolor.  Se miraron entre todos extremamente preocupados, por lo que iban a bajar a investigar, pero no fue necesario, claro que no. Al alumbrar las escaleras, se encontraron con una escena tan grotesca que sabían que nunca podrían olvidarla. Se trataba de Jake, quien yacía sin vida, ensangrentado, clavado en lo que parecía ser una estaca al final de las escaleras. Solamente pudieron ver a una criatura gigante y peluda con colmillos amarillentos y ojos amarillos mirarles rabiosa desde allí, como una promesa de que también les pasaría a ellos. En medio del pánico, nada importó, echaron a correr, todos por sitios diferentes a esconderse en tanto que la bestia subía escalón por escalón a modo de asecho. Cada quien en su lugar no podían creer que lo que acababan de presenciar era real, no cabía en sus mentes cómo podían acabar con la vida de alguien tan fríamente.  ¡¿Qué mierda era eso?! ¿Acaso estaban locos? Fuera cual fuera la respuesta, ya estaban ahí, y era muy difícil devolverse sin ser vistos o heridos por esa máquina de matar. Estaban muy jodidos. Entonces surge la pregunta de siempre. ¿Y ahora qué?    

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