Capítulo Once: Descubrimientos.

1839 Words
Había un ruido enorme y constante que hizo que Finneas abriera los ojos lentamente, ya que se hallaban pesados por alguna razón. Apenas pudo divisar algo con claridad, fue una figura humanoide yendo de aquí para allá sin control, acercándose y alejándose. Creyó haber perdido la cabeza, ya que no recordaba nada de lo ocurrido, su mente estaba en total blanco, como cuando despiertas luego de una noche de tragos, la mente difusa y una sed irrevocable, quizá dolor de cabeza y el cuerpo indispuesto. Intentó incorporarse, pero el mareo que se apoderaba de su cuerpo era tan fuerte que le hizo caer de nuevo boca arriba, de una manera patética. ─¡Finneas!─ gritó una voz, pero no pudo identificar de quién se trataba. Estaba en muy malas condiciones, y no comprendía el porqué, hacía nada se encontraba documentando en cámara lo que observaba, y luego todo se disipa en su mente. Todo perdía sentido a los pocos segundos de intentar recordar. De repente pudo comenzar a observar con claridad a su alrededor, incluso sin la necesidad de alguna luz, cosa que era completamente extraña, debido a que el lugar era muy oscuro. Pudo ver el rostro de la que fuera su nueva compañero de equipo, la de nombre Raechel, esta lucía en extremo preocupada, pero tenía a su alrededor un montón de papeles escritos a máquina. ─H-Hola...─ fue lo que pudo decir, pero entonces, la chica busco la manera de colocar de nuevo su mascarilla en el rostro, debido a que se había abierto por alguna razón. No le agradaba para nada el hecho de que tuviera que respirar con ese artefacto en la cara, pero era por medidas de seguridad, no podía renunciar a la salud solo porque quisiera. Siguió con su inspección ardua del lugar hasta que la chica le zarandeó un par de veces más. Al volver a respirar el oxígeno puro, comenzó a ver cada vez menos en tanta penumbra, empezando a sentirse cada vez más frío, tanto que comenzó a temblar como si estuviera en plena nieve, cuando apenas había humedad y un frío aguantable, no como el invierno, aunque fuera algo fuerte. ─¡Finneas! ¡Reacciona! ¡Mírame!─ repetía la chica incansable, mientras él solo podía concentrarse en un detalle a la vez. Solo fueron unos diez minutos más tarde que él pudo comenzar a retomar su consciencia. Se incorporó como era debido, queriendo buscar sus cosas, pero solo llevaba consigo la cámara, ya que la mantenía firme entre sus dedos. Señaló hacia ella y la chica pareció comprender al fin lo que quería decir, esta tomó el artefacto que hacía posible captar escenas en modo negativo. Colocó el último fragmento grabado, pero solo ella podía verlo, él no estaba bien dispuesto aún para prestar la suficiente atención a nada, su cabeza dolía, pero mucho menos que antes, era un gran avance, teniendo en cuenta la situación en la que se hallaban. Raechel tenía un rostro concentrado, pero a la vez asustado, como si sus ojos no pudieran creer lo que vieran, y eso era algo extraño, ya que ella no solía inmutarse con casi nada. ─Mi Dios ¿En dónde te metiste, Finneas?─ quiso saber ella, como si el lugar el que estuviera mirando fuera un inhóspito, y reconocía que donde había estado no era lo más bonito de todo el edificio, pero todo tenía el mismo nivel de abandono. ─Solo quise captar las verdaderas condiciones en las que se encuentra el edificio, es todo... No es para tanto...─ comentó él, intentando levantarse a donde se hallaba la chica para poder ver con ella el vídeo. Cuando intentó acercarse, esta solo escondió la cámara detrás de ella, sin querer dejarlo ver nada de lo que su cámara grabó. ─No... Justo ahora no puedes verlo, te harás daño, créeme, mejor ayúdame a leer lo que dice en este escrito ¿Sí? Hay demasiada información regada aquí, tenemos que hallar una conexión, una explicación lógica para todo esto─ se defendió ella. Finneas no quiso insistir más, ya que en serio no estaba muy católico que se dijera, así que tomó en sus manos las hojas que le extendió la chica, comenzando a pasear su mirada por encima de estos con ayuda de la linterna de Raechel. ─He encontrado cosas por mi cuenta también, aunque en su mayoría están en esos vídeos─ dijo el pelirrojo. ─Cuéntame ¿Ha habido algo extraño? Digo, más que todo esto─ expresó ella, separándose de la cámara por un momento. ─Forzaban a los enfermos, este lugar es de verdad horrible, los abusos de los que tuve oportunidad de leer son poco más que inhumanos─. Mientras hablaba, la voz de Finneas comenzaba a quebrarse, como si se le hiciera imposible completar todo lo que había visto, incluso siendo alguien de carácter fuerte. Como todo pelirrojo, diría su abuela materna "significaba problemas y rebeldía" era alguien a quien no se le podía molestar demasiado, pues siempre encontraba la manera de hacer que te sintieras el doble de mal. Era majestuoso para mantenerse callado, eso sí, pero cuando hablaba, podía soltar muchas cosas que parecía tener retenidas de algún modo. Pasaba algunos días en casa de su abuela Barb, quien tenía siempre un chocolate espeso y caliente para servirle con galletas, reconocía que estaba desnutrido para ser un chico que trabajara tanto, incluso de pequeño decía que la escuela lo tenía consumido como a una vela. Finneas siempre reía ante los comentarios únicos de la mujer, pues esta era muy divertida y muy buena, ayudaba a veces a su madre con la crianza, y por su parte, no se quejaba de tener que pasar vacaciones con ella, pero por mucho que quisiera visitarla más seguido, el viaje era algo que no se podían costear con tanta frecuencia, de modo que solo iba una vez al año. Su propia madre solo le había acompañado en dos ocasiones, solo hasta que pudo ser capaz de irse por sí mismo, a la edad de diez años. Desde esa vez, Barb se quedó sorprendida de cómo un niño tan pequeño podía tener la libertad de moverse como quisiera por el mundo, le dijo que lo admiraba y besó sus mejillas con orgullo. Aún así, luego escuchó la gran pelea por la línea telefónica que tuviera ella con su hija debido a las acciones que tenía, ya que no veía correcto que un menor andase solo de un estado al otro como si fuera un simple paquete o un sin techo. Ese día, el chico de rizos se dio cuenta de que no siempre podría estar con su madre, tenía que darle su espacio, y eso se dedicó a hacer desde el momento en que comenzó a estudiar más por sí mismo que por los demás. Le comentó a su abuela que lo que le apasionaba eran las cámaras, la tecnología, el manejo de las herramientas de manera adecuada, y la mujer no podía estar más feliz, pues había formado a un hombre de bien, como ella solía decir, y un hombre bien educado era sin duda alguien que valía la pena tener en la sociedad. Lo animó a que estudiara lo que quisiera, ya que merecía tener todos los honores que pudiera, y en efecto, el chico era el mejor de su clase en todas las pruebas que le pusieran, y eso era mucho decir. Quizá no tuviera dinero de sobra, pero había logrado en base a su intelecto ser alguien en el mundo, y así sería recordado, como el hijo de la humilde Nancy Dawson, quien lo logró. A pesar de ello, no quería morir allí, no permitiría que sucediera lo mismo que a Jake a los demás de su equipo si podía evitarlo, de manera que luego de un rato de investigación, cerró sus ojos, preguntando a la chica. ─¿Por qué no has intentado salir de aquí?─. Con eso, supo que había tocado un terreno sensible. ─Yo... Bueno, quería investigar, eso es todo...─. ─Sabes que los demás están allí fuera luchando por sus vidas, mientras nosotros nos topamos con esos seres y nos nos hicieron nada, como por arte de magia─. Ella asintió, luciendo un rostro triste, pues era bastante consciente de que todos estaban sufriendo a su manera desde cualquier rincón en donde se encontraran. ─A ver, la verdad es que estoy aterrada, Finn, no quería tener que admitirlo así y asustarte más de lo debido, pero creo que nos están cazando uno por uno para luego devorarnos, son criaturas inteligentes, escapar solamente hará que se enfurezcan y nada ni nadie puede asegurarnos que podemos salir con vida de aquí─ dijo la chica por fin, harta de tener que seguir callando lo asustada que en realidad estaba. ─Nada puede asustarme más que lo que vieron mis ojos antes de despertar aquí, te aseguro que todos tenemos miedo, pero ¿Qué se ha ganado con el miedo en las guerras?─ preguntó con seriedad el de cabellos cobrizos, abriendo sus ojos nuevamente, aunque solo pudiera ver un poco de la faz de su contraria. ─Supongo que nadie ha ganado ninguna guerra teniendo esta inseguridad, pero no sabemos cómo se comportan estas criaturas...─. ─¿Por qué no lo averiguamos?─. La chica finalmente le dio la razón a su compañero, su miedo era absurdo hasta cierto punto, así que lo mejor que podía hacer era pensar con más calma. ─He estado tratando de leer sus rutinas, de ver más allá en su manera de pensar y actuar, pero de verdad son muy impredecibles─ informó ella, con el rostro algo más calmado. ─No tenemos porqué entenderlos, pero por ahora sabemos que suelen moverse en manadas, como lo hacen los lobos, y su fisionomía puede varias ¿No es así?─. Raechel asintió, sin estar muy segura de qué responder a algo como eso. ─En base a eso, podemos deducir que si logramos escapar por el extremo opuesto a donde se encuentran, tenemos mayores posibilidades de sobrevivir─. Una vez más, la chica le respondió con silencio, estaba pensando en todas las opciones que pudieran tener para crear un plan efectivo. ─Entonces ¿Dices que debemos reunirnos con los demás y salir en grupo lejos de donde ellos están?─. ─No debemos, pero es una buena manera de lograr escapar, o intentarlo ¿No te parece?─. ─Me parece, pero como son tan impredecibles, quizá logren atrapar a alguno como lo hizo el que cazó a Jake, eso es algo que no me explico... ¿Cómo es que a él lo asesinaron a sangre fría y a nosotros simplemente nos encierran?─. ─Puede deberse a la manera en la que nos encontraron y en la que encontraron a Jake, sabes que pudo comportarse en mecanismo de defensa, y los animales son muy sensibles ante el mínimo acto de violencia. Claro, si es que son animales...─. Aquella idea solo dejó pensamientos turbios recorriendo la mente de la chica, pero no podía hacer más que calmarse e idear algún plan ya que estaban juntos, y esa ya era una gran ventaja.
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