Capítulo Seis: Sombrío.

1899 Words
En cuanto los ojos de Zaryn divisaron el mensaje enviado por Finneas, comenzó a respirar con normalidad, ya que supo que por lo menos ellos se reencontrarían en algún punto, esa ya era una preocupación menos, solo quedaba cumplir con lo acordado. Habían quedado en encontrarse en las escaleras que conectaban con el patio central, de modo que al hacerlo, hallarían la manera de encontrarse poco a poco con los restantes hasta lograr salir de allí con vida. La misión sonaba sencilla, pero no lo era en absoluto, de hecho, solo estaban echando todo a la suerte. Hasta ese momento, todo iba relativamente bien, durante el  tiempo que habían compartido dentro de la habitación a la que habían llegado por medio de los ductos de ventilación, todo lo que hicieron fue examinar de cerca aquellos diarios esparcidos por el suelo como si hubiera sido hecho con algún propósito detrás. Las razones que podían imaginar serían referentes al abuso y maltrato que sufrían los pacientes que se quedaban internos allí. La mayoría de las noticias más fuertes tenían que ver con abusos de autoridad, como por ejemplo, dejar a los pacientes sin comida suficiente para mantenerse sanos, entre otras cosas. Teniendo en cuenta que la mayor parte de los ingresados sufrían alguna enfermedad mental, solo se podía pensar en que era injusto el trato que tenían hacia ellos. Durante mucho tiempo pudieron mantener ocultas las prácticas que se llevaban a cabo dentro de las instalaciones, pero un buen día sucedió que varios de los enfermos ahí instalados escaparon del hospital tras organizarse bien, llegando a hacer la denuncia directamente con el cuerpo policial más cercano. Había significado mucho lo que ellos hicieron, ya que a raíz de eso, liberaron del sufrimiento a los demás del suyo propio. Sin embargo, ya el mal estaba más que hecho, algo que hacía muy difícil que volvieran a ser los mismos, sus familiares confirmaron que estaban e mucho peor estado que cuando los llevaron con alguna esperanza de mejora para sus vidas. Los testimonios de los familiares de los pacientes eran aterradores, y sobre todo, tocaban fibras dentro de cualquier ser con la suficiente empatía.  También descubrieron muertes de las que no habían informado solo para quedarse con el dinero de la pensión que los familiares enviaban cada cierto tiempo para el buen trato de los pacientes, pero a pesar de los esfuerzos, nunca dejaban que nadie entrara a ver a los familiares, defendiendo que necesitaban tiempo para sí mismos y para curarse por sí solos, que si veían a alguien que ya conocieran sería peligroso para todos. Nadie discutía ante dichas reglas tan extrañas, por supuesto, pero pensaban aún que estaban haciéndoles un bien a quienes ingresaron, por mucho que hubiera casos en los que solo dejaban a las personas ahí para deshacerse de ellos, como si de un paquete se tratara, y no de una persona con sentimientos. Con cada diario que se topaban, todo se volvía mucho más confuso, ya que no llegaban nunca a la parte interesante de todo, el cómo sucedió que abandonaran el lugar así como así. Pudo haber sido a raíz de lo que descubrieron dentro y los abusos hacia los pacientes, pero de allí a abandonar al único centro de atención para la salud del lugar era mucho riesgo, para cualquier persona. Las luces que llevaban consigo no les ayudaban demasiado a investigar, y algunos de los titulares eran casi ilegibles por el tiempo y la humedad a los que había estado expuestos durante tantos años. —¿Qué haremos si encontramos la causa por la cual estas bestias existen hoy en día en este lugar?— quiso saber Nina, comenzando a tener escalofríos solo de recordar el cómo lucían esos monstruos con los que casi se topa de frente. No quería pensar en qué pudieron haberle hecho si la tomaban cautiva, pero le preocupaba en demasía el hecho de no poder siquiera hacerle un buen funeral a Jake, como él lo mereciera. —Lo mismo de siempre, develarlo hasta que se haga justicia o alguien con los suficientes fondos e interés nos escuche— respondió Zaryn, medio inmerso en una de las lecturas del papel periódico. —¿Y qué pasa si no logramos salir de aquí con vida? Entonces ¿Quién le hará saber al mundo sobre nuestra muerte, sobre nuestras investigaciones?—. —Por favor, Nina, no pienses en eso, solo logrará ponernos más nerviosos de lo que ya estamos ¿No te parece?—. —Lo siento, pero no puedo evitarlo, parece que si no lo digo explotaré, quiero volver a ver a mi familia, eso es todo. La última vez que los vi no fui la mejor persona del planeta, y no quiero irme de este plano sin antes siquiera despedirme como es debido...—. —Eso lo entiendo, pero debes comprender que todos estamos pasando por la misma angustia ¿Sí? No eres la única—. —Sé que no soy la única, pero cualquiera de ustedes tiene mucho más temple que yo, pueden soportar eso y más, pero mi mente inquieta no ¿Qué puedo hacer?—. —Lo que nos queda es seguir como hasta ahora, intentando hallar pistas—. —Ahora que hemos investigado un poco, deberíamos ir ya por Finneas ¿No lo crees?— casi suplicó la chica, viéndose en sus ojos el aire de desesperación brotando de sí. Por una vez, coincidieron en algo, por una vez había dicho algo sensato el manojo de nervios que tenía por compañera. A pesar de ser una chica tan sensible, todos la respetaban, pues en realidad se veía cuánto se esforzaba, le ponía corazón a todo lo que hacía y eso era algo que no todo el mundo se daba el lujo de llevar a cabo. Era una chica de admirar en todo sentido, siempre tan alegre y dispuesta, empática hasta la médula y de mirada amable, el partido perfecto para cualquiera que tuviera al menos dos dedos de frente. Incluso para él, quien la había estado observando con ojos diferentes desde hacía unos meses, pero no se atrevía a formular las palabras, temía lastimar a la chica, aunque fuera algo que no pasara nunca, si fuera él la razón del sufrimiento de una chica tan brillante se sentiría culpable toda la vida, y vivir con una carga parecida debía ser un infierno en la tierra. Por mucho que quisiera decirlo abiertamente, lo mejor sería solo seguir ocultándolo hasta el último momento, cuando sea de vida o muerte mencionarlo, pero mientras tanto, así estaban, en una guerra interminable de miradas suplicantes, en las que casi había descubierto los ojos de ella reflejando el mismo sentir, pero no quería ilusionarse por nada del mundo, pues el amor era solo una pérdida de tiempo. Eso lo había aprendido por la pura experiencia, esta le había hecho ver que la vida siempre era una perra, mucho más en cuanto a las relaciones se refería, desde su familia, sus hermano, sus amigos, incluso él mismo había pasado por muchas decepciones y no podría con que la hermosa y delicada Nina también fuera una. Se negaba a creer que algo así existiera, y nade lo convencería de lo contrario. Mientras caminaban con sumo cuidado hacia la escaleras antes mencionadas, estas quedaban en una esquina que hacía muy sencillo esconderse, pero también se hacía difícil poder saber si había o no alguien detrás de ella. El primero en ir a investigar fue el más alto, evidentemente, el cual se acercó a pasos calmados, logrando divisar a través del pasillo, cómo había ruido saliendo de una de las habitaciones más amplias, quiso averiguar de qué se trataba, pero cuando iba a acercarse mucho más, no pudo, esto debido a que observó cómo varias de esas bestias llevaban consigo a Finneas, como si se tratara de un sacrificio, pero no se le veía gravemente herido, solo inconsciente. Uno de los que parecían lobos, uno muy grande, cargaba al chico en su lomo, como si se tratara de mercancía, o algo parecido. Zaryn parpadeó varias veces sin poder siquiera creer lo que sus ojos veían, era casi increíble. Retrocedió de inmediato, sabiendo que bajarían por esas mismas escaleras, por lo que cuando llegó al final de estas, tomó la mano de Nina, llevándola lejos de allí, con tanto ruido de pisadas, era difícil que descubrieran las suyas, de modo que la huida estaba siendo limpia. La chica estaba muy nerviosa, pero corría con todas sus fuerzas junto al más alto. Cuando llegaron hasta el pequeño espacio entre otras escaleras, las del ala este, se escondieron allí a como diera lugar, encajando casi a la perfección, aunque en condiciones normales nadie pensaría que en efecto pudieran caber los dos en un sitio así. Hicieron el esfuerzo por no verse en problemas y no hacer ruidos que pudieran delatarlos demás, sin embargo, cuando uno de los lobos pasó frente a ellos, pareció distinguirlos entre tanta oscuridad, siendo que era probable que ellos sí pudieran tener acceso a lo que se escondía entre las sombras. Este lobo de tamaño mediano se colocó frente a ellos, dejándolos a ambos temblando abrazados el uno al otro, como si de esa manera se pudiera evitar que les hicieran daño. Las lágrimas brotaban silenciosas del rostro de Nina, sin poder contener su tristeza. De repente, este lobo comenzó a correr en dirección opuesta a donde se encontraban ellos, por lo que pudieron salir de allí de una vez por todas, no se podían quedar, si iba en busca de refuerzos, estaban más que perdidos. Las criaturas parecían tener mente humana, pensaban demasiado bien, eran meticulosas, algo tétrico al parecer de cualquiera, pero en esos momentos, algo tenía de fascinante que no les hubiera delatado, había algo de pensamiento allí, por extraño que pareciera. Una reflexión que prácticamente ningún animal salvaje podía tener, entonces ¿Por qué precisamente en ese lugar parecían estar encantados? En la mente de Nina, eran las ánimas de los muertos allí los que podía estar gobernando las mentes de las bestias, pero era un pensamiento fuera de todo hilo de la realidad, de manera que la única cosa que podía hacer era sacarlo de su psique. Debía reconocer que mientras tuviera la mano de Zaryn entre la suya propia, todo estaría bien, así se sentía, como si le pudiera brindar toda la seguridad que el mundo pudiera tener consigo. Lo que no lograba superar era haber visto el cuerpo de su nuevo compañero en las garras de esas bestias, era aterrador pensar que siendo el más joven, pudieran acabar con él como si nada. Pero si de una cosa estaban seguros, era de que la muerte de Jake no se quedaría así, injusta para siempre. Ambos buscaron la manera de comunicarse con el resto, en especial con Raechel, quien tenía los planos en donde se podían observar mejor las entradas y salidas. Lo único malo fue que la chica nunca respondió al texto que le enviaron, a diferencia de otras veces, y ya la batería del móvil de Nina estaba exigiendo carga, algo sumamente imposible de hacer allí. Solo les quedaba de herramienta el móvil de Zaryn, el que no estaba del todo bueno, pero no les quedaba de otra que usarlo de vez en cuando. Volverían a reunirse, de eso ninguno dudaba.
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