Capítulo Diecisiete: La torre.

1104 Words
La historia de la Torre Warforth tenía como trasfondo a un grupo de personas con la misma necesidad de hacer el bien, de esclarecer los acontecimientos más relevantes de la historia. No solo se dedicaban a investigar los casos más famosos, pero también los cercanos a la localidad. Eran una agencia de espías, en su mayor parte, a todos los trabajadores les dieron las facilidades de aprender a defenderse y a descubrir pistas importantes, fueron entrenados antes de siquiera considerarlos aptos para los deberes de dicha compañía. Todo debía estar en estricto secreto bajo declaración jurada ante la ley, de hacer lo contrario a lo dicho, estarían en grandes problemas, no solo con la ley, sino también con sus jefes directos y compañeros. No se tenía permitido fallar. El privilegio lo obtuvieron de siempre ser la compañía líder en todo lo que hacían, guiando y marcando vanguardia en distintas partes del globo terráqueo.  Tenían ideas que la mayoría de las empresas ni siquiera soñaban con tener algún día, por ello, iban un paso o dos por delante de la competencia, también a causa de esto, era difícil entrar allí. Todos tuvieron suerte en su momento de ser aceptados, pero pronto el trabajo se volvió pesado, ninguno de ellos, del grupo G23, soportaba a su jefe directo, el Sr. Cowells, quien parecía siempre estar de malhumor, solo que no lo podían despedir, pues trabajó muchos años en compañía de la empresa. Era un buen trabajador, y respecto a sus acciones laborales, nadie tenía queja alguna, pues siempre estaba al tanto de lo que acontecía y de cómo resolverlo de la mejor manera. Ese día, ya se harían casi tres jornadas sin saber nada de los chicos, cosa que preocupaba en demasía a todos allí, teniéndolos tensos como nunca, sin embargo, no era la primera vez que algo como eso sucedía, ya les había pasado con otros grupos que la cobertura no era demasiado buena en zonas alejadas de la civilización o en abandonos como a los que tenían pensado ir. En cualquiera de los casos, pasados los días de inmersión y si no tenían respuestas algunas sobre ellos, enviarían a otro grupo al lugar.  Mientras tanto, en la torre ocurrían varios asuntos, entre ellos que la agencia de investigaciones nacionales, la del mismísimo gobierno, estaba pendiente de todas sus acciones con respecto a la propiedad privada y las distintas localidades donde hacían su trabajo. Querían demandarlos como fuera para volver a tener ellos el poder, como si se tratara de una competencia de niños pequeños. ─Melissa, necesito que intentes de nuevo hacer la llamada por medio de los celulares que les hemos entregado a los chicos. No podemos dejar que la E-ZIA nos gane esta, no pueden descubrir en qué andamos─ protestó Cowells apenas volvió de su pausa diaria de café matutino, la cual solía tener en la sala de juntas una vez por día. La chica ajustó sus lentes como pudo, y asintió a lo pedido, tomando la línea telefónica entre sus manos para hacer la conexión nuevamente. Tras siete tonos, apareció la voz de la operadora, diciendo que el servicio estaba cortado para los propietarios de dichas líneas. Así intentaron cinco veces más sin respuesta alguna.  ─¿Qué hay con la posada? ¿Han hablado ya con los Martin?─  ─Señor, desde ayer no hemos podido contactar con el hombre, ni con nadie en esa casa, los tonos parecen infinitos, nadie contesta, a diferencia de otras veces, pero no hay problemas con la línea allí─ informó la asistente, tensa. ─No pueden haberse esfumado, necesitaban el dinero─ comentó él, más para sí mismo, intentando idear algún plan ─Bien, lo siguiente que haremos será alistar a un grupo de rescate, incluso si todos están a salvo. Necesitamos encontrarlos, ya la idea del documental queda de lado, el gobierno nos vigila, no sabemos quién es quién─ le informó a ella. Cuando Melissa les informó a su grupo de trabajo, a los chicos de siempre, estos quedaron anonadados, como si algo así no pudiera pasar.  ─¿Segura de que no mientes? Es que no hay posibilidad de que a una empresa privada como esta la espíen así... Quieren acabar con ella ¿Cierto?─ preguntó inocente Danna, una chica de cabellos naranjas y muy cortos. Todos los demás asintieron, temiendo por sus propios trabajos. ─Chicos, es nuestro deber hacer que el grupo G23 vuelva con vida, de lo contrario, perderemos todo, hasta la reputación y el empleo ¿Queda claro?─ fue la voz que salió de la garganta de Melissa, quien no creó hablar tan fuerte en toda su vida. Los demás allí presentes asintieron, comenzando a trabajar desde sus lugares, buscando buenos perfiles entre los distintos grupos que tenían conformados para poder llevar a cabo la misión. Se parecía en algún punto a una serie de criminología, como si ellos fueran los detectives de casos sin resolver. La misión más complicada era saber que ellos no se podían mover de la oficina por mucho que quisieran, así que les tocaba quedarse a la expectativa todo el tiempo. Hicieron todo lo posible y más por conformar un nuevo grupo mixto y delta que se encargara del rescate del grupo G23, fueron informados de todo lo ocurrido respecto a ellos y calificados de distintas maneras, todo en un rango menor a veinticuatro horas. Todos los del departamento de investigaciones tenían ojeras notables, ya que les tocó quedarse a trabajar durante toda la noche sin descanso. Ya para la mañana siguiente, este grupo de chicos saldría en busca de los demás. Incluso Cowells se ofreció a ir con ellos, pero estos se negaron rotundamente, defendiendo que este debía quedarse para poder estar atento a lo que ocurría dentro de la torre, la que siempre parecía tener un tema distinto, cada día era una aventura allí. Tenían en la mira a la compañía solo por ser de las más famosas en todo el mundo, y como algo así no se podía permitir, había que destruirlo sí o sí. La jefa de Cowells lo citó en la sala de conferencias solo a él, y aunque esto preocupó demás al hombre, prefirió no tomarle tanta importancia, ya que estaba haciendo todo y más por mejorar la institución. Apenas llegó, se sentó frente a la mujer, esta tenía una cara muy seria, aunque siempre fue así, solo que en ese momento, incluso a él logró helarle la sangre. ─Sabemos quiénes están infiltrados en nuestra compañía, y créame, no son personas nuevas aquí, son gente a la que creímos conocer─ le informó ella, mostrándole imágenes a continuación, dejando al hombre con la boca abierta.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD