Capítulo Nueve: Jake.

1826 Words
Cuando Jake Kiram nació, su madre no pudo tenerlo consigo, ya que tenía problemas con la adicción al c***k, de modo que quitaron al niño de sus brazos y estuvo un tiempo viviendo con su padre, pero este también se cansó de él con el paso de los años, dejándolo por su cuenta en una carretera desconocida a los trece años. Fue así como tuvo que aprender a vivir con nada más que un pequeño bolso con pocas pertenencias. Poco a poco pudo hacerse una vida en las calles, vendiendo dulces, entre otras cosas. A veces estafaba a grandes millonarios con artefactos que no valían ni la mitad, pero ellos no se daban ni cuenta. Representaba a los niños de la calle en la pequeña comunidad a la que empezó a formar parte desde la tierna edad en la que lo abandonaron sin consideración alguna. No había sido un trabajo fácil, sin embargo, lo había ganado por mérito propio y eso siempre se valoraba. De todos los gustos que pudo tener en la vida, la programación y la electrónica fueron las más resaltantes de todas, dejando a cualquiera que lo viera interactuar con cualquier artefacto muy sorprendido. Una vez tuvo suerte de que alguno de los magnates que conocía desde tiempo atrás, por haber entrado a bares también a ofrecer cigarrillos, porros con agregados ilegales, entre otras cosas, le vio arreglar la computadora y la tabla de mezclas del DJ a cargo, a quien le había dejado de funcionar el sistema, pero él parecía conocerlo al pie de la letra. Este hombre, de apellido Kiram, le adoptó como su hijo, diciendo que tenía un mejor futuro como programador que como ladrón, algo que marcó a Jake en lo más profundo, significó demasiado que a la edad de dieciséis un hombre finalmente le diera familia. Tuvo la suerte de que fuera millonario, pero eso a él no le importaba demasiado, pues podía tener una familia, algo que no cualquiera podía ofrecer. Cuando le llevó a su casa, el primer día fue glorioso, parecía un sueño. El hombre tenía una bonita esposa con la que vivía, esta era amable en extremo, y no parecía estar mintiendo cuando dijo que siempre quiso un hijo, ya que ellos tuvieron tres hijas, y ya con la última niña que nació, la mujer quedó estéril, de modo que no podían volver a intentarlo. Así, fue como sin pensarlo, Jake se convirtió en el heredero y sucesor de un apellido bastante importante, de una responsabilidad gigantesca. Trató de honrar a su padre hasta los últimos momentos, pues ese era a quien consideraba como a uno, no al biológico, quien no pudo con su curiosidad insaciable y con tener que llevar un plato más de comida a casa. El señor Kiram enfermó algunos años después de haber hecho oficial que ese chico era su hijo, de modo que todos estaban muy asustados, pero Jake hizo hasta lo imposible por mantenerse firme ante él, por hacer su voluntad y hacerlo feliz de haber tomado la decisión de integrarlo en su vida. Continuó siendo el representante de cada uno de sus negocios, acompañado siempre de un equipo experto en cada nicho.  El tomar la responsabilidad de algo así fue retador en cada sentido existente, pero se esforzó por aprender cada cosa que pudiera acerca de lo que hacía, aparte de todo lo que había logrado hacer en el tiempo en que el mismo hombre le entrenó para ser su sucesor, aún sin saber de la enfermedad. Como casi siempre, el cáncer era algo difícil de deshacer, de manera que cada día era una esperanza distinta la que guiaba sus pasos, pensando lo mejor, o intentando. Jake se llevaba en extremo bien con sus hermanas y su madre, todos se apoyaron entre sí cuando el hombre finalmente murió en una tarde de agosto, dejándolos con el corazón roto. Por más que Jake quiso mantenerse al margen de lo que ocurría, no pudo pasar desapercibido. Tuvo que seguir con todas las obligaciones que antes le habían impuesto, pero él las hacía con todo el gusto del mundo, pues esa familia significaba el mundo entero para sí. Durante un año entero se hizo cargo de la presidencia de las empresas, pero luego llegó a un acuerdo con su hermana Mery para que fuera ella quien tomara las riendas de la familia, ya que de todos modos a ella le pertenecía eso más que a él, de modo que esta lo hizo gustosa, ya que amaba todo lo referente a los negocios de su padre, era inteligente y con carácter firme, una candidata excelente para el trabajo. La chica aceptó con todas las ganas del mundo, comenzando desde cero con la mejor de las disposiciones, bajo la misma dirección que Jake tuvo antes. Estos prepararon a la chica tanto como el propio Jake le dio consejos de cómo afrontar distintas situaciones, ellos estrecharon mucho más los lazos que los unían. Ahora, estaba viviendo de su propio ingreso, sin querer gastar ni un centavo del dinero de los Kiram, quienes a pesar de haberle dado todo y más, no merecían seguir manteniéndolo, pues él quería ser su propio sustento. Su madre le dejó trabajar como lo que gustara siempre y cuando cumpliera con visitarlas regularmente, pues siempre haría falta. Ahora, de su madre biológica no supo nunca más, pero por alguna razón, pensaba en ella como un fantasma, como si estuviera muerta, y quizá era mejor de ese modo. No sufrió mucho por la razón de haber sido abandonado por sus padres, en realidad lo prefería a tener que soportar que alguien le sacara en cara siempre lo que había hecho para mantenerle con vida, para "salvarle el trasero". No le interesaba en absoluto saber nada sobre personas a las que no les era grata su presencia bajo ningún respecto, así que en cuanto a sus padres, solo veía a los Kiram como un verdadero hogar. Cuando empezó a trabajar para Sylvia's Diamond, su vida cambió por completo, por fin podía ejercer la carrera en la que se estuvo preparando varios años, muy aparte de todo lo aprendido en cuanto a administración de empresas. Al fin se sentía como él mismo, como una persona capaz e independiente, muy aparte de lo que los demás pudieran pensar sobre él. Siempre tuvo personas en su camino que se encargaran de burlarse de sus desgracias, de lo malo, pero nunca lo felicitaron por las cosas buenas que le acontecían, algo muy extraño, sin duda. De todos modos, nunca necesitó el apoyo de nadie para seguir adelante, y esa era una de sus mejores cualidades, no le importaba en lo más mínimo lo que tuvieran para opinar de él, solo cumplía con sus obligaciones, teniendo en claro sus metas. Era por eso que muchos lo envidiaban, nunca se había comportado violento, pues jamás había hecho caso de los malos comentarios, como querían que hiciera para demostrar de donde provenía, queriendo hacerlo de menos. Nunca pudieron, pues él sabía muy bien su lugar, sabía que sus estudios estaban financiados por los Kiram, y se encargaría de retribuirlo en el tiempo adecuado, no necesitaba que nadie se lo recordara, era muy capaz de tenerlo en mente sin la necesidad de un apuntador. Eso le había dicho a su principal abusón de la universidad quien por tener más dinero que todos allí se creía la gran cosa, cuando ni siquiera sabía resolver de manera correcta un ejercicio de álgebra, y su título sería un desperdicio comprado, también acotó eso como defensa, y por sorpresa, sus demás compañeros se pusieron de su parte, algo nunca antes visto, ya que loa mayoría del tiempo solo alababan a las personas de más alto prestigio, sin interesarse por huérfanos como él. Ese día, cuando alzó la voz sin la necesidad de usar los golpes o los gritos, les demostró a todos de lo que era capaz. Nadie volvió a molestarlo en clase, en cambio, siempre le pedían ayuda cuando se trataba de algún ejercicio que costara resolver. Él con gusto les ayudaba a continuar a su propio ritmo, se convirtió en un buen tutor de algunas materias, empezando a dar clases particulares, y fue tanto, que le gustó quedarse como docente, dando clases en la universidad también, aparte de tener su trabajo como informático y técnico en el grupo G23. él estaba designado a trabajar con quien manejara la cámara, en este caso, Finneas, ya que al pobre Jason lo habían asustado lo suficiente como para que renunciara, o eso le habían comentado cuando llegó a la empresa. Tenían varios meses sin un camarógrafo, algo que había hecho del trabajo de ser investigadores algo difícil, pero no se rindieron. Jake admiraba mucho a las personas con las que le tocó trabajar, siendo que él mismo sabía lo que era tener que esforzarse a cada segundo del día para demostrar su valía como persona y como trabajador. Desde un principio, había logrado empatizar con todos, cuando se presentaron, dejaron al chico de rizos muy sorprendido y entusiasmado por empezar a trabajar con ellos. En el tiempo que llevaba allí, solo tenía muy buenas opiniones de todos, a excepción del seor Cowells, una persona en extremo difícil de amar, y no era el único que lo pensaba. Sus razones tendría, sin embargo, no podría compartirlas de modo alguno. El proyecto que los tenía emocionados a la par de asustados era justamente una incursión en un instituto de salud abandonado décadas atrás, algo que a todos les producía ruido. Querían ser los primeros en llevar las nuevas a las personas de todo el mundo, ser ellos quienes se encargaran de hacer un trabajo impecable en cuanto a documentales se trataba. Se encargaría, por su parte, de todos los detalles técnicos que pudiera para facilitar la vida de todos allí. Cuando le comentaron que debía de hacer su equipaje con pocas cosas, la emoción que brotaba de su espíritu era de otro nivel, así que la hizo sin discutir, era una de las personas más enérgicas del grupo, siempre atento y activo para cualquier evento que se presentara, era la persona adecuada para dirigirse al público, entre otras cosas. Si bien, no era un santo, sí que se esforzaba por hacer a los demás sentirse cómodos a su lado. Le salía natural comportarse de buena manera, así que la mayor parte de las personas que tenían el lujo de conocerlo quedaban encantadas con su manera de ser. Su sonrisa hacía que las chicas se derritieran, que los chicos la envidiaran, como a su físico en general, ya que también era muy apuesto. Había tenido una que otra relación, pero ninguna funcionó al cien por ciento, siempre terminaban por dejarle a razón de ser tan disperso, tan distraído en muchas ocasiones, pero eso poco tenía importancia en su vida. Jamás pensó que ese proyecto por el cual estuvo tan emocionado, fuera también el motivo de su muerte.
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