Ricardo, o mejor dicho, Marcel Villalobos se encontraba frente a Vanessa con una mirada asustada, realmente estaba pálido, parecía que hubiera visto un fantasma.
-Para nosotros es un placer poder invitarte a la cena de inauguración de nuestra nueva empresa mañana en la noche. Es una productora de vinos- comentó Sabrina, quien estaba feliz de tener nuevos vecinos en el exclusivo urbanismo.
-Sería un honor asistir. Gracias por la invitación, es un gesto muy bonito de su parte- le hizo saber a la mujer, quien la miraba de arriba a abajo, como analizándola.
Vanessa también estaba analizando todo para sus adentros, desde la manera en que Ricardo se había quedado mudo de repente hasta cómo veía a la que era su esposa.
-Cariño, deberías ayudarlos a ubicarse un poco mejor. Marcel es un excelente guía turístico, se conoce este lugar de arriba a abajo ¿No es así?- le preguntó a él directamente, a lo cual él asintió poco a poco, sin ninguna expresión en particular en su rostro.
-Claro, sería para mí un placer mostrarles la residencia- sonrió por primera vez desde que ella estaba allí, sin embargo, se veía que no era para nada sincero ese gesto, podía ver a través de su actuación.
Sabrina entonces le dijo algo al oído a Ricardo y se fue de allí, diciendo que tenía asuntos urgentes que atender.
Jonathan, por su parte, no sabía qué estaba pasando allí, pero había un aura extraña y densa en el aire.
-Entonces ¿Hace cuánto se casaron?- quiso saber Ricardo, ya que, quizás pensaba que aquello era cierto.
-Hace una semana. Estamos empezando una nueva etapa en nuestra relación y queremos un lugar en donde podamos tener nuestro espacio y también agrandar la familia- dijo Vanessa, buscando meter un dedo en la llaga de su amante.
Ricardo no pudo ocultar su molestia, sin embargo, le siguió la corriente.
-Claro, tener familia es una de las cosas más maravillosas de la vida, una experiencia que cada persona debería vivir- fue el comentario que soltó el hombre, tan cínico como él solo.
Vanessa solo podía sentir asco y pena por un hombre así ¿Cómo podía decir esas cosas si hasta hace poco estaban ellos dos revolcándose en la cama? Eso era absurdo, el colmo.
-Y por eso estamos aquí, porque queremos vivir todas esas experiencias. Qué bueno que hayamos encontrado vecinos tan atentos ¿Verdad, amor?- preguntó Vanessa a Jonathan, tomándolo por el brazo como si de verdad fuera su esposo.
-Así es, me alegra saber que no todo en esta vida se ha perdido- dijo Jonathan sin saber muy bien qué acotar, pero la situación era una de las más incómodas que había vivido jamás.
Ricardo los llevó hasta las canchas deportivas en un pequeño auto de golf, mostrándoles todas las áreas a las que podían tener acceso en esa exclusiva residencia. Luego, los llevó hasta el lugar en el que se haría la inauguración de la empresa la noche siguiente. Era una estructura bastante elegante, se asemejaba mucho a un restaurante, y de hecho, había un club nocturno allí.
Vanessa parpadeó varias veces sin poder creérselo, de verdad había allí un lugar así.
-Me parece que es un sitio encantador, sin embargo, mi esposo y yo quisiéramos estar a solas- comentó Vanessa con una sonrisa falsa en los labios.
Ricardo apretó la mandíbula.
-Bien, entonces los esperamos mañana- fue su respuesta y se fue de allí, dejándolos allí, ya que quedaba cerca de los edificios.
Aquel primer encuentro no había sido nada placentero, pero ya quería ver cuáles eran las excusas baratas que se inventaría ese hombre para tratar de encubrir su engaño.
No había nada en el mundo que le diera más rabia a Vanessa que una persona mentirosa, y vaya que se había topado con uno de los más grandes don juanes de la historia.
Sin importarle aquello, ella decidió que no lloraría por eso, ahora debía velar por ella misma y por sus seres queridos.
-¿Está bien, señorita? Parece un poco abrumada ¿Conoce a ese hombre?- quiso saber Jonathan.
-Dije que sin preguntas estaba bien- respondió ella de manera tajante, pues no quería dar detalles sobre su vida privada.
Detestaría tener que explicarle su situación actual a un desconocido, y aunque Jonathan se había comportado muy bien con ella hasta el momento, eso no le aseguraba que no fuera otro mentiroso más del montón. Ahora debía admitir que tenía problemas de confianza.
Jonathan asintión, pero no se sentía cómodo con el hecho de no saber nada de la situación, pero se encargaría de investigar por su cuenta en cuanto pudiera.
Una vez que llegaron al departamento, dejó que Vanessa se instalara y entonces optó por decirle que iba a comprar la cena.
-Oh, no, no debes preocuparte por eso. Yo puedo pagar por la cena- dijo obstinada Vanessa, con las manos en jarras sobre sus caderas.
-Por favor, déjeme hacer esto- le pidió a la mujer, y solo así pudo obtener un sí a regañadientes.
Ahora que había salido de allí, tenía poco tiempo para saber qué era lo que estaba ocurriendo allí.
Jonathan salió de allí, pero en el camino a los edificios, se topó con Ricardo.
-¿Ricardo?- le preguntó.
-Sí, soy yo. Mi cuñado vive aquí, así que vengo a visitarlo, me ha dicho que viniera. Debe cuidar a los niños y ya sabes cómo son. Es difícil el mundo de la crianza- se excusó con agilidad el hombre, pero por alguna razón, Jonathan no le creyó ni una sola palabra de lo que estaba diciendo, así que decidió que una vez que pasaran de largo, se quedaría allí.
Así fue, una vez que Ricardo pasó, Jonathan se quedó por allí buscando saber si decía la verdad o no.
Grande fue su sorpresa cuando vio que él se detenía frente al apartamento en el cual se estaría quedando Vanessa.
Ella le abrió la puerta y entonces pasó lo inexplicable, ambos empezaron una discusión acalorada, pero luego empezaron a besarse con pasión.
Jonathan abrió los ojos como platos.
¿Qué demonios estaba pasando allí?