Vanessa estaba casi temblando en su sitio, sentía que por el estrés se desmayaría, pero no lo hizo.
Respiró un par de veces y decidió que nada podía hacerle daño.
Se encontraba de nuevo en el apartamento, pero esta vez no tenía a Jonathan cerca.
Esa noche se llevaría a cabo la inauguración del nuevo local, así que, como sabía que estaba invitada, decidió no pensar en nada hasta que llegase el momento de arreglarse.
Tomó un vestido hermoso color rubí que tenía un diseño tan hermoso que sabía que nadie allí en ese lugar deslumbraría más que ella.
Cuando se lo vio puesto en el espejo, supo de inmediato que llamaría la atención.
Extrañaba un poco el club en Nueva York, pero, mientras tanto podía divertirse de otras maneras.
La puerta del departamento sonó, así que fue a abrir de inmediato.
-Marcel...- dijo ella, mirándolo dudosa -¿No deberías estar con tu esposa? Respeta un poco aunque sea su negocio- le dijo ella, pues estaba harta genuinamente de que este hombre ignorase la felicidad que poseía.
-Lo sé, Vanessa, pero debes escuchar lo que tengo para decirte- el rostro de Marcel parecía preocupado.
-¿De qué hablas? Me estás asustando- dijo ella, frunciendo el ceño.
-He visto a alguien extraño merodeando por aquí, no me parece que sea un hombre del personal de seguridad, es alguien completamente ajeno- dijo él, y por primera vez parecía que se preocupaba por Vanessa.
-¿Viniste solo por eso? Es decir, creo que la residencia tiene muy bien controlado quién entra y quién sale- respondió Vanessa, con una voz casi desinteresada.
-Quería verte- finalmente confesó el hombre, con sus ojos intensos mirando directo a los de ella.
-Parece que estás preocupado, qué buen actor- fue la respuesta que obtuvo por parte de Vanessa.
-Claro que estoy preocupado ¿Cómo puedes dudar de eso?- quiso saber Marcel, con una cara dolida.
-No dudé de ti antes de venir aquí, pero ahora en vista de todo, siento que lo mejor es mantenernos alejados- el tono frío que usó Vanessa hirió profundamente a Marcel.
Este comentario, sin duda sembró en él la necesidad de tenerla de vuelta.
Él asintió y se retiró.
-Estás en todo tu derecho- Marcel dijo antes de irse.
Vanessa ya estaba cansada de todo aquello, así que volvió a cerrar la puerta para colocarse sus tacones plateados que hacían juego con el vestido.
En cuanto hizo aquello, sintió algo extraño, un ruido en la ventana del balcón.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo entero, recordando la sensación que era tener alguien que la acechara, que la persiguiera y que de paso fuera una persona mala y pervertida. Tragó saliva con fuerza y tomó la navaja que siempre llevaba en su bolso de mano por si acaso.
Si era alguien que intentaba hacerle daño, no pasaría mucho tiempo hasta que ella tomara acción y se defendiera.
Tenía el corazón latiendo a mil por hora, pero eso no la detendría de ir a investigar de qué se trataba aquel ruido.
Se acercó al balcón y de inmediato observó a través de las puertas transparentes de cristal reforzado.
Efectivamente, allí se encontraba un hombre, pero no cualquier hombre.Se trataba de su ex, el mismo que la acosaba desde hacía unos meses.
-¡Mierda! ¿Qué haces aquí?- susurró para ella misma Vanessa, tratando de hacer hasta lo imposible para no ser vista, ya que el hombre estaba de espaldas.
Aquella situación era absurda, y aunque sabía muy bien que Marcel había ofrecido su ayuda, la había ignorado desestimando su testimonio.
Mordió su labio inferior, era una tonta.
Trató de llamar a Jonathan a su móvil, pero no tenía cobertura, así que estaba jodida.
Se escondió debajo del mesón de la cocina, trataba de no respirar muy fuerte ni hacer ruidos extraños para no ser notada.
En eso, Vanessa observó cómo la puerta principal se abrió suavemente. Ella abrió los ojos como platos.
Vio allí a Marcel y los ojos de pronto se le iluminaron, como si hubiera visto a un ángel, y de cierta manera, así era.
Este hombre se había devuelto por ella, porque le preocupaba su bienestar, no porque quisiera convencerla de volver ¿Verdad?
-¡Estás aquí!- casi grita ella, lanzándose a sus brazos.
En eso, Marcel le tapa la boca, señalando al hombre en el balcón.
-Lo vi entrar por el otro departamento- susurró Marcel al oído de Vanessa, a lo cual abrió los ojos como platos.
-No puede ser... Qué pesadilla. Perdona por no hacerte caso antes- dijo ella, admitiendo su error.
-No hay nada de qué disculparse, ahora tenemos que salir de aquí y denunciar esta situación con los guardias de seguridad- Marcel estaba pálido, como si nunca hubiera presenciado una situación parecida.
Vanessa asintió con la cabeza y ambos salieron con cuidado hacia la residencia, en especial hacia el evento que tendría lugar en pocos minutos.
Vanessa estaba muy nerviosa, no hallaba la manera de decir que ese hombre no era cualquier pervertido, tenía miedo de decir que era su ex.
Cualquier cosa que pudiera comprometer su verdadera identidad con las personas que estaban allí le daba mucho miedo.
Marcel la llevó hasta la única casilla policial cerca de la entrada de la residencia, también la usaban para vigilar.
Hablaron la situación con los guardias, quienes de inmediato revisaron las cámaras de seguridad, pero estas no mostraban evidencia alguna de que estuviera ocurriendo nada extraño, pues ninguna persona ajena a los vecinos había entrado esa tarde.
-Haremos una investigación más exhaustiva, señorita. Si tiene algún problema, puede llamarnos con este código por el teléfono de su apartamento. Hallaremos al sospechoso esta noche- dijo el oficial de policía encargado de la zona.
Vanessa asintió, pero supo que no se sentía para nada segura con lo que le acababan de decir.
-No importa si no quieres ir a la inauguración- dijo Marcel, quien sabía muy bien en dónde estaba parado, al menos en ese momento.
-Voy a ir- dijo ella con firmeza.
Ni loca volvía sola al apartamento, a partir de ahora le diría a Jonathan que se quedase.