El evento que se llevaría a cabo en la residencia Merivat se trataba de la inauguración de la familia Villalobos con un nuevo emprendimiento en el sector de los vinos.
Sabrina era la encargada de la ceremonia, puesto que la idea fue suya de principio a fin.
Ella estaba muy emocionada en ese momento, era como si de la nada,pudiera hacer sus sueños realidad.
Siempre había soñado con poder tener su propio establecimiento, y como le encantaban los vinos, decidió que sería una muy buena idea tener un negocio respecto a la bebida.
Sabrina se veía radiante esa noche, su cuerpo hermoso y trabajado en el gimnasio era más que visible bajo su vestido, el cual era uno ceñido al cuerpo en tono champaña con incrustaciones que reflejaban con una intensidad preciosa.
Los allegados a la familia Villalobos miraban dicho evento con ojos muy meticulosos, como si en algún momento alguien pudiera cometer un error.
-Me agrada ver que por fin se animó a dejarnos probar su receta de vino, señora- dijo uno de los socios del padre de Sabrina, mientras sostenía una copa en su mano y hacía ademán de brindar.
-Y a mí me alegra dejarle ver al mundo lo que soy capaz de hacer- su respuesta pareció gustarle al hombre, ya que este empezó a reír estruendosamente.
Sabrina se preguntó a sí misma si había dicho algún chiste, puesto que los hombres allí eran tan machistas que le provocaba náuseas la manera en la que buscaban reírse del aporte femenino en el mundo.
-Ya entiendo. Es cierto que ahora las mujeres tienen ese alcance- fue la respuesta que obtuvo por parte de este hombre, así que en ese momento era oportuno retirarse.
-Así es. Si me permite, tengo otros invitados a los cuales atender- Sabrina no había terminado de irse cuando su sonrisa se transformó en una mueca de asco.
Mientras iba camino a la entrada, vio desde su lugar que Marcel entraba al evento acompañado de Vanessa, la nueva vecina.
¿Qué demonios?
Parpadeó varias veces, tratando de ver si lo que sus ojos estaban presenciando era alguna especie de broma o espejismo.
Iba a acercarse a ver qué hacían, pero fue abordada por su socio a quien estaba esperando para presentar el discurso, él iba junto a su esposa y sus dos hijas gemelas.
No pudo zafarse de ellos en todo el trayecto a la tarima, y cuando pudo darse cuenta, ya se encontraba arriba del escenario frente a un micrófono.
Su socio la estaba acompañando, por supuesto.
Aún así, no dejaba de pensar en Marcel junto a Vanessa ¿Qué hacían ellos dos juntos?
-Muchas gracias por estar aquí hoy. Desde siempre ha sido para mí un sueño ser una mujer independiente, así que no se sorprendan si después de esto surgen más emprendimientos innovadores. Sin más, les doy la más calurosa bienvenida a nuestra sede en esta preciosa residencia. Disfruten mucho y beban también. Pruébenlo y hablamos. Los dejo con mi socio y patrocinador en este gran reto que fue crear una marca y un establecimiento desde cero- con eso, le dejó el habla al hombre a su lado, quien se ajustó los lentes de pasta de manera nerviosa y asintió con una pequeña sonrisa.
Sabía que él tenía pánico escénico, así que por eso no abandonó la tarima por el momento, pero vaya que lo haría apenas pudiera salir de allí.
El hombre cumplió con el discurso acordado, ya que, se lo aprendió de memoria, y aunque sonó un poco frío debido a que él era de origen japonés, los allí presentes entendieron el mensaje a la perfección, que era lo más importante de todo.
Después del discurso de bienvenida e inauguración, cortaron el listón a la entrada del bodegón y tomaron muchas fotos, incluso estaban reporteros grabando el momento.
A Sabrina le gustaba mucho la atención, sin embargo, en esos momentos le molestaba que tuvieran tantas preguntas por hacerle. Le agradaba ser parte de una de las familias más influyentes del país, pero por otro lado a veces era inoportuno.
Mordió su labio inferior, ya que, entre el público no hallaba a Marcel ni a Vanessa, cosa que la hacía sospechar mucho más algo que no quería aceptar.
Si bien, su matrimonio no era para nada perfecto, esto no quería decir que el adulterio fuera parte de sus acuerdos.
-Sabrina ¿Está usted bien?- preguntó el hombre asiático con el que se había asociado.
-Sí ¿Por qué lo pregunta? Estoy de maravilla- la sonrisa que le brindó quizás fue una de las más falsas que le había dedicado a nadie, pero esperaba que le creyera de algún modo.
-Su cara no parece la misma de siempre, quiero decir... Ha estado frunciendo el ceño todo el rato desde que dimos el discurso ¿Todo en orden con el negocio?- el hombre se veía bastante preocupado por si acaso era él el culpable o si había cometido algún error.
-Sí, todo va viento en popa, no se preocupe- insistió Sabrina -Acabo de recordar que Noah, mi hijo menor está solo en casa, debo traerlo-.
Sabrina logró irse de allí por un momento para investigar lo que estaba sucediendo con Marcel. No era la primera vez que sospechaba que él podía estar siendo infiel, pero su familia era lo primero y quería creer en que su matrimonio nunca se disolvería.
Sabrina le había dado la oportunidad a Marcel de ser parte de la familia Villalobos cuando se casaron, ya que vio en él una mente muy ágil y una vibra muy buena, se enamoró por completo de él, pero con tanto trabajo, sentía que la relación se había enfriado.
Cuando llegó al estacionamiento donde estaban aparcados la mayoría de los autos, vio que Marcel estaba junto a Vanessa conversando muy de cerca detrás de uno de los autos.
Sus ojos se abrieron como platos.
¿Acaso ellos se conocían? ¿Quién era esa mujer?
Sabrina se encargaría de investigar la situación, pero sería discreta, puesto que su imagen pública era la prioridad.
Si Marcel estaba cometiendo adulterio, tendría su merecido.